BUENOS AIRES.- El gobierno de Cristina Fernández comenzó a emitir mensajes simbólicos hacia el electorado que, en forma mayoritaria, le dio la espalda en los comicios legislativos. Ricardo Jaime y Guillermo Moreno son dos estandartes de la Casa Rosada cuyo accionar en las áreas de transportes y en la manipulación del Indec fue repudiado por parte de la oposición pero también por oficialistas que, en privado, cuestionaban el estilo de estos dos funcionarios.
Fue Alberto Fernández, el ex hombre fuerte de Kirchner, quien sugirió que debían irse allá por mediados de 2008. Pero finalmente se fue él. La renuncia de Jaime y los rumores de dimisión de Moreno corporizan el precio que por ahora está dispuesto a pagar el oficialismo por el tropiezo electoral. Con esta "cesión", Cristina cree saldar parte de la deuda cuya existencia le hizo saber la ciudadanía el domingo pasado. También intenta mostrar un estilo presidencial remozado, al menos, en materia de comunicación: en tres días dio una conferencia de prensa y tuvo contactos con periodistas.
No obstante, que Jaime y probablemente Moreno se alejen significa para el estilo K no solo un reconocimiento de la derrota sino la entrega de dos de sus lugartenientes. Para el espectro antikirchnerista, es poco. Ocurre que el Ejecutivo ingresó en una pendiente por el resultado electoral, pero también por la cercanía del segundo tramo del mandato presidencial: los tradicionales últimos dos años de gestión, con menos poder.
Por ese motivo es que los "cambios" en el gabinete, así como las "correcciones" serán dosificados ante dos situaciones que aún deben develarse. En primer lugar, en la Rosada consideran que "lo peor" vendrá a partir del 10 de diciembre cuando asuman los legisladores opositores en Diputados y el Senado. Interpretan, desde el oficialismo, que los De Narváez, Carrió, Michetti, Stolbizer, Alfonsín, entre otros, se constituirán en un "obstáculo permanente".
Otro interrogante reside en el PJ. Desde la administración central no saben dónde terminará el proceso que comenzó Daniel Scioli con la consulta a todos los sectores. Tampoco tienen la certeza de que el partido, así como la CGT, no le reclame al Gobierno algún lugar en el elenco ministerial como moneda de cambio para el acompañamiento de los dos últimos. "No vamos a presentar cambios profundos para que a los dos meses tengamos que volver a cambiar", resumía un dirigente kirchnerista.