Detrás de escena
31 Mayo 2009
"No puede haber otro mate en la Argentina que no sea ese; es el mate absoluto", le dice Abel Posse a Aldo Sessa, mientras recorren juntos el estudio en el que va a tener lugar la entrevista y se acercan a una foto enmarcada que registra dos manos sosteniendo el más criollo de los recipientes.?
Es la primera vez que se ven, pero hace décadas que se conocen a través de sus obras. Ambos han recorrido el mundo llevando la Argentina con ellos y han vuelto a su país ofreciendo lo que han recogido en sus viajes. Posse y Sessa han cruzado múltiples fronteras, saltando de lo más profundo de su tierra a los confines del planeta, contrabandeando siempre fragmentos de cultura. Sessa rememora uno de sus "hurtos" cuando Posse le señala una foto que registra a un grupo de bailarines del teatro Colón en medio de una práctica. "Yo estaba solo en medio del teatro, cuando vi salir de la oscuridad a Vladimir Vasíliev con un pequeño grabador. Lo prendió y se puso a bailar, creyendo que nadie lo veía. Afortunadamente, tenía mi máquina y pude captar instantes de ese momento mágico", relata Sessa. Entonces Posse recuerda sus años como diplomático en Rusia, donde vio surgir al gran bailarín ruso, quien luego describiría a su insospechado fotógrafo como un gato espiando por el ojo de una cerradura. ?

Manucho, el ballet y la cárcel
Mujica Lainez, amigo de los dos, le llevó a Posse un libro que había hecho con Sessa en Venecia, cuando el segundo era cónsul en esa ciudad. Posse narra su primer encuentro con Manucho. "Fue en una reunión en la que también estaba Serge Lifar, el gran bailarín ucraniano. Cuando se lo presenté a Manucho, en medio de un clima acartonado propio de ese tipo de situaciones, él le dijo: ?Serge, yo a usted ya lo conozco?. ?Seguramente me vio bailar en el Colón?, le contesta Lifar. Y Manucho le respondió: ?No, todo lo contrario. Yo bailé para usted?. Aparentemente, en una fiesta, Manucho, con su habitual desparpajo, y borracho, le había dedicado unos pasos de ballet a Lifar.
Sessa relata otra de las coloridas anécdotas de Mujica Lainez: durante un almuerzo que compartía con el escritor en un restaurante, este es abordado por un policía que le pide su documento. "?¿Cómo me pide mi documento? ¿Acaso no sabe quién soy yo??, le dice Manucho. El policía se queda pensando unos segundos y le dice: ?Sí, ahora sí; usted es Sabato?. Y entonces Manucho le contesta: ?Mire, oficial, prefiero que me lleve a la cárcel antes de que me confunda con Sabato?".
Abel Posse se acerca a la silla en la que se sentará para responder las preguntas de LA GACETA Literaria. Sessa toma su cámara, Posse la palabra y, entre los dos, nos regalan estas páginas.
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