Afirman que las autoras de los ataques son cada vez más jóvenes y más violentas

Afirman que las autoras de los ataques son cada vez más jóvenes y más violentas

Una experta dice que la agresión sobre el cuerpo femenino suele tener connotaciones sexuales.

EN VIDEO. Para compartir el hecho, muchos suelen grabar las trifulcas. EN VIDEO. Para compartir el hecho, muchos suelen grabar las trifulcas.
30 Marzo 2009

Las actitudes violentas entre chicas cada vez se registran a menor edad. “Desde hace un par de años hay un incremento de los casos de violencia entre mujeres, especialmente en la adolescencia y juventud”, afirmó Lucía Briones, jefa del Departamento Violencia, Mujer y Derechos Humanos municipal.
La especialista comentó que antes, quienes protagonizaban estos incidentes eran chicas de 16 años en adelante; ahora ya se ven niñas de 11 y 12 años que también solucionan sus problemas a las piñas. “Los enfrentamientos traspasan la barrera de lo verbal para llegar a agresiones físicas. También se ha notado una mayor intensidad en las agresiones; ya no se trata de un mero empujón o un tirón de cabellos”, añadió.
Las causas por las que se desatan estas grescas pueden ser innumerables, según Briones. “Es una cuestión de celos; no soportar que la otra sea más linda o más exitosa. Se es incapaz de aceptar las diferencias; el umbral de la tolerancia es muy bajo”, dijo.
Los casos que llegan al Departamento municipal demuestran que el problema es complejo: noviazgos en los que la violencia es cruzada (esto significa que la mujer también agrede al varón), problemas entre grupos adolescentes y muchas consultas de autoridades de escuelas y colegios que no pueden contener a sus alumnos. “Antes, las piñas eran a la salida, después se dieron en el recreo, pero hoy también aparecen dentro del aula”, contó.

Difícil de erradicar
Intentar cambiar esta situación no es misión imposible. “¿Cómo se puede trabajar para revertir esto? Así como se ha aprendido a naturalizar la violencia, del mismo modo hay que hacer el camino inverso. Se puede hacer notar cómo bajó el umbral de la tolerancia, cómo es mejor solucionar los problemas a través de la palabra”, analizó Briones.
Para Briones, el aumento de casos de violencia entre mujeres era una cuestión de tiempo. Al igual que los varones, muchas chicas han encontrado que la vía de las piñas parece más efectiva.
La especialista en estudios de Género, Fernanda Gil Lozano coincide con esa postura. “Es algo que no llama la atención porque la sociedad es la que ha valorado y magnificado los ideales masculinos como algo positivo”, opinó.
Según Gil Lozano, las mujeres van avanzando en todos los ámbitos, hasta en la violencia. “Lamentablemente tenemos que ver como los varones ganan terreno con comportamientos como esos. El sexo femenino busca igualarse en todo con ellos, hasta en la violencia. ¿Por qué las chicas no iban a entrar en eso también?”, cuestiona.

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Satisfacción visual
El estallido del exhibicionismo en los medios de comunicación hace que la idea de registrar una pelea y luego compartirla sea, para los jóvenes, motivo de risas y lo sientan como una hazaña. “Ultrajar a una mujer es un hecho que invita a ser visto. El morbo y la perversidad se suman a lo voyeur y eso se ve reflejado en una forma de retener la imagen a través de videos o fotografías, que se comparten con el resto. Esto es lo que permite que se genere un efecto dominó -por aprendizaje- de aquello que se está observando”, explicó Laura Etcharren, socióloga especialista en violencia y en el estudio de las Maras de Latinoamérica.
Según Etcharren, la violencia ejercida a un cuerpo femenino vende más que la que se aplica a un cuerpo masculino. “Las prácticas violentas contra las mujeres, por lo general, tienen connotaciones sexuales. Se las denigra en un rango que va desde lo estético a lo intelectual”, opinó la experta. Lo que genera, añadió, es, por un lado satisfacción visual como consecuencia de los delirios exhibicionistas y la psicosis, y por otro, la ira de un público que tiene verdadera conciencia social de la gravedad y del protagonismo que la violencia tiene en la construcción de la subjetividad.

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