
TODO VALE. Los niños pasaron varias horas bajo el sol para participar. LA GACETA / ANTONIO FERRONI

“ShowMatch”, el programa de Marcelo Tinelli, llegó ayer a Tucumán en busca de pequeños talentos para participar de su nuevo segmento “Bailando kids”.
“Desde el lunes a las 18 que están acá, pasaron la noche bajo la lluvia. Yo abrí las puertas hoy (por ayer) a las siete, y había unas 40 familias”, cuenta Sergio Hernández, uno de los dueños del gimnasio “Extreme” (San Martín 986), donde se hace el casting.
Las pruebas se hacen allí porque Estaban Hernández, el dueño del gimnasio, participó en “Bailando por un sueño” en 2007, y mantiene una buena relación con los productores, le pidieron el local, y acepta, explica su hermano, mientras controla la puerta por donde salen y entran niños y niñas con sus padres pidiendo permiso para cambiarse o ir al baño, después de una larga espera.
El árabe y el reggaetón suenan de fondo mientras Matías Amaya, encargado de la producción, se toma unos minutos para charlar con LA GACETA. “Tienen que ser capaces de bailar de todo. Si nos gusta cómo se desenvuelven les pedimos que se queden para una segunda prueba. Ahí Daniela (Noroña, la coach) les enseña otro tipo de baile, y también evaluamos con la velocidad que lo apreden”, explica el productor. Mientras, en tandas de 10, los chicos entran al gimnasio a mostrar su talento.
Odaliscas y mexicanas
Desde las 6.45 que Micaela Barbaro (de 11 años) está junto a su mamá, Julia Paz, haciendo la fila para entrar al casting. Es la primera. A las 11 ya está lista para ponerse el sombrero y empezar a bailar; no quiere hablar con nadie, simplemente espera su minuto y medio de gloria. Mientras, su madre cuenta que ya participó en varios festivales en Alderetes (de donde son oriundas) bailando árabe. “Pero ahora va a bailar mexicano”, señala y recuerda como, desde chiquita, le gusta el baile. “Yo la apoyo, me parece una buena experiencia”, dice Paz.
Después de su gran performance bailando árabe, Milagros Valentina Gutiérrez (5) se siente contenta. “Y... desde hace chiquita” (sic), responde cuando se le pregunta hace cuento baila, a lo que su mamá, Claudia Pérez, aclara entre risas, “desde los dos años”. “Bailo reggaetón y árabe, mi mamá me contó del casting, y yo quería venir”, dice la intrépida niña mientras observa a las demás participantes. “Los hermanos querían traerla”, explica Pérez, a lo que su hijo, Emanuel Gutiérrez, que también está para apoyar a su hermanita, agrega: “nos parecía una buena idea. Es la artista de la casa”.
Luján Romero (7), también baila árabe, pero se queda con ganas de más. “Preparamos un tema muy largo y se nos pasó el tiempo”, explica Hugo Romero, el padre, que se quedó toda la noche guardándole un lugar a su hija, desilusionado porque la mejor parte del baile no llega a ser presentada.
Así, entre pinturas y ombligos al aire, pasa la primera jornada del casting para “Bailando kids”. Hoy, de 11 a 17, se repetirá la prueba.

Desde la fila
- BREAK DANCE. Jesús Agustín López (8 años) vestido de militar, con gorra y guantes, no se siente intimidado entre tantas mujeres. “Siempre he bailado, ahora mi papá me quiere hacer entrar a una academia de baile. Es la primera vez que salgo en la televisióm bailando, pero no estoy nervioso”, concluyó el niño que, como la mayoría de los chicos, comenzó a bailar desde “siempre”.
- FAMILIAS. Los padres y familiares no sólo se quedaron toda la noche a la intemperie para que sus hijos llegan fresquitos a la mañana, sino que además se tomaron un largo tiempo para vestir a la odalisca más simpática o al hip hopero más “fachero”, para presentar un show que vaya más allá del baile.
u Camarines improvisados. La fila se acortaba y no había tiempo para esperar, así que algunas ingeniosas chicas decidieron entrar a una agencia de autos ubicada al lado del gimnasio para pintarse, mirándose en los retrovisores de algunos coches.
- EN LA SANGRE. Fransisco Benjamín López (ocho años) baila desde los seis, y para esta ocasión preparó unos pasos de cumbia que no dudó en mostrar. “Ahora estoy tranquilo, ya he superado la verguenza”, cuenta. “Todos en mi casa bailamos desde chicos”, concluye López, divertido entre las chicas.
- INFLITRADOS. En un principio los chicos que necesitaban pasar al baño lo hacían en el mismo gimnasio, pidiendo permiso a los primeros de la fila. Pero después, picardía criolla de por medio, se quedaban dentro, aventajando a los que estaban en la cola. Los perjudicados se empezaron a quejar y el toilette lo tuvo que facilitar el bar de enfrente.
- EDIPO. Algunas madres se mostraban más entusiasmadas que los participantes, respondiendo primero que ellos a las preguntas de los periodistas y dando indicaciones de baile en plena prueba.







