El filósofo, Tucumán y un remolino de recuerdos

El filósofo, Tucumán y un remolino de recuerdos

Por María Eugenia Valentié - Para LA GACETA - Tucumán.

23 Noviembre 2008

Cuando recibí la noticia de su muerte, al dolor se unió un remolino de recuerdos de la figura de Víctor y del ámbito donde nació nuestra amistad: la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. A esta institución pertenece la carrera de Filosofía, cuyo principal egresado fue Víctor Massuh, autor de una obra que honra los estudios filosóficos tucumanos y argentinos.
Siempre he pensado que Tucumán era una tierra apta para la filosofía. Eso lo demuestra la aparición de obras aún antes de la fundación de la Facultad. Citemos, por ejemplo, Las jerarquías del ser y la eternidad, de Alberto Rougés, entre otros libros.
En ese ámbito filosófico comenzó Víctor su carrera. Allí estaban figuras muy importantes que habían tenido que emigrar desde Europa a causa de la guerra o de las persecuciones raciales, como el italiano Rodolfo Mondolfo o los franceses Roger Labrousse y Elisabeth Goguel.
Por supuesto, Massuh supo aprovechar esas enseñanzas, que le ayudaron a preparar su propia obra. Esta quedó registrada en una serie de libros, que van desde En torno a Rafael Barret (1943) hasta Cara y contracara ¿Una civilización a la deriva? (1999) y Nuestra América (2002).
También publicó artículos en la revista Sur y en LA GACETA Literaria, que dirige su gran amigo Daniel Alberto Dessein. Como delegado permanente ante la UNESCO organizó un coloquio titulado “El diálogo de las culturas” en Villa Ocampo. Pero además de todas sus actividades está en mi recuerdo el Víctor amigo que llegaba a mí sonriente en sus habituales (y casi rituales) visitas a Tucumán.
© LA GACETA.

María Eugenia Valentié - Profesora de Filosofía,
emérita de la Universidad Nacional de Tucumán

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