Un pensadordel presente

Un pensadordel presente

Por Santiago Kovadloff - Para LA GACETA - Buenos Aires.

DESAFIO. Según enseñaba Massuh, pensar el presente es pensar la necesidad de alentar el despliegue del hombre planetario. DESAFIO. Según enseñaba Massuh, pensar el presente es pensar la necesidad de alentar el despliegue del hombre planetario.
23 Noviembre 2008

¿Qué es el presente? La sustancia determinante de la actualidad. El fondo que a esta le infunde forma. El núcleo de los dilemas estructurales de nuestro tiempo es lo que se hace presente en la actualidad cuando esta es ponderada con hondura. ¿Qué es la actualidad sin más? El repertorio de problemas coyunturales que, a modo de síntomas de lo estructural incomprendido, aflora en la superficie de los días y absorbe la energía del debate y desvía el aliento de la reflexión proponiendo diagnósticos y soluciones también coyunturales.
Hay para Massuh dos conductas características de la sensibilidad que se agota en lo puramente actual. En primer término, el oportunismo informativo o auge del exclusivo tratamiento mediático de los temas. En segundo término, el nihilismo, que hoy se caracteriza por renegar de la existencia de valores no coyunturales y que todo lo inscribe en la fugacidad de lo instantáneo. Ambas conductas tienen en común un rasgo espiritual que define en buena medida las tendencias dominantes de la época: en ellas el pensamiento ha claudicado y cedido su sitial a la impresión, al impacto.
¿Qué significa pensar? La venerable pregunta que Sócrates formula a Teteeto es incansablemente retomada por Massuh a lo largo de su obra. Pensar significa, para el filósofo argentino, empeñarse en descubrir los desafíos trascendentes que se esconden en la piel de la actualidad. Acceder al presente, caracterizarlo, descubrir su vigencia detrás de la fascinación por lo instantáneo es la tarea fundamental del filósofo, el rasgo distintivo del pensar. Concebido como empeño en aprehender lo problemáticamente sustantivo de una época, pensar es, en el caso de nuestro tiempo, esfuerzo por discernir la relación existente entre los fragmentos en que hoy se dispersa y dilapida nuestra extinta cosmovisión, así como la necesidad de integrar lo disperso en un nuevo conjunto. Es en el marco de la cultura del fragmento que Massuh convoca al redescubrimiento del vínculo parental entre las partes. Es en el escenario de la fragmentación vigente donde él nos invita a concentrarnos en el valor primordial que esa interdependencia implica, y que no es otro que el de la noción de totalidad.
Noción cuyo acento no recae sobre el inventario o la suma de las partes sino sobre la vinculación que, aun sin saberlo, las partes mantienen entre sí.
Pensar en términos de un saber integrador, de una sabiduría, enseña Víctor Massuh, significa afirmar que la configuración que en el presente toma la noción de totalidad puede y debe asociarse a la idea y al ideal del hombre planetario. En otros términos: pensar el presente es pensar la necesidad de alentar el despliegue del hombre planetario, de promover su afincamiento en la tierra como requisito de supervivencia ética de nuestra especie.
Esta y no otra es "la experiencia extrema" a la que debe tender una humanidad consciente de los dilemas fundamentales del presente y la tarea decisiva que el filósofo debe promover.
Esta pasión trascendental de Víctor Massuh, esta urgida demanda de lucidez integradora la comparte el pensador argentino con unas pocas pero decisivas figuras del siglo XX y de hoy, entre las que sobresalen sus maestros Maritain, Korn y Fatone, y sus coetáneos Edgar Morin, Claudio Magris e Ilya Prigogine. Con ellos se identifica en la defensa de la convicción de que el gran desafío conceptual y moral que enfrentamos consiste en descubrir la Tierra como patria y el hombre como habitante de esa patria mediante la recomprensión o redefinición de sus propios valores personales, regionales y nacionales. "Lo que me parece deseable en este momento es que en medio de un mundo de muerte, se decida reflexionar sobre la muerte y elegir. Si esto puede hacerse, nos dividiremos entonces entre los que acepten el rigor de ser los asesinos (verdugos) y los que lo rehúsan con todas sus fuerzas. Puesto que esta terrible división existe, será al menos un progreso hacerla evidente. A través de los cinco continentes, y en los años que vienen, una interminable lucha va a desarrollarse entre la violencia y la predicación. Es cierto que las posibilidades de la primera son mil veces más grandes que las de la última. Pero yo siempre he pensado que si el hombre que tiene esperanzas dentro de la condición humana es un loco, el que desespera de los acontecimientos es un cobarde. Y en adelante, el único honor será el de sostener, obstinadamente, este formidable pleito que decidirá por fin si las palabras son más fuertes que las balas".
¿Cómo no oír, en este pronunciamiento de Albert Camus de hace casi 50 años, la voz del propio Víctor Massuh? De ese Víctor Massuh que, tres décadas atrás, ya proponía refundar el camino del reencuentro con la libertad promoviendo el "cambio histórico" sobre nuevas bases espirituales. "La alternativa verdadera -nos decía entonces- no se plantea entre la utopía y el conformismo como parecieran pensar algunos teóricos que vieron en la utopía la fuente de la energía revolucionaria. Esta alternativa, a mi juicio, es falsa, porque se puede descreer en el futuro de utopía y asumir, no obstante, una actitud disconforme frente al orden vigente considerado injusto e insostenible. No creo que exista un vínculo necesario entre cambio social y utopía, entre rebelión y esperanza. Una rebeldía desesperanzada también puede alcanzar un alto nivel de eficacia en favor de la transformación histórica".
La rebelión desesperanzada concebida por Massuh como expresión contestataria lo es con respecto a la presunción de poder poner fin al conflicto humano de una vez por todas y de terminar, también de una vez por todas, con la injusticia, reinstaurando en la Tierra el Edén perdido. La rebelión, ese concepto tan esencial en Camus, es el acto o el gesto mediante el cual el hombre dice sí a la lucha y simultáneamente no a la posibilidad de que ella sea capaz de hacerle lugar a un mundo finalmente redimido.
Puesto que el progreso no puede verse disociado de la subsistencia del fracaso, de los avances del retroceso, el logro de la imperfección, ni la acción creadora de la supervivencia del prejuicio y la pobreza imaginativa, Massuh propone este singular desafío: fundar el sentido de la acción histórica trascendente en la conciencia de lo irreductible de la finitud y del límite; propone dar vida y forma incesante a una razón que se sabe reñida con la clarividencia final. ¿Y qué significa esta propuesta sino una invitación a la búsqueda de la convivencia nacida de la conciencia de la propia incompletitud; un llamado al coraje de entender que el reconocimiento del prójimo no proviene, cuando es auténtico, de la mera tolerancia, de una cortesía formal, de una concesión convencional y externa, sino de la íntima y decisiva convicción de que se es uno cuando se lo es con otro; de ese otro al que sólo podemos parecernos porque somos diferentes de él, ya que si fuéramos iguales, no nos pareceríamos, seríamos él mismo? Repitámoslo: la lucha contra el totalitarismo es, en Víctor Massuh, lucha en pro de una auténtica planetarización de la conciencia, en la cual las diferencias están llamadas a jugar un papel decisivo como expresiones singulares de un ideal de vida común y en común. Y esa lucha, en el orden del pensamiento, es empeño puesto en fundar una filosofía de la historia consecuente con el redescubrimiento de los desafíos del presente en el marco de la turbulenta actualidad. "Una filosofía de la historia -escribe- que muerda en la entraña trágica, agonista y ambivalente de la vida humana puede ofrecer un adecuado inconformismo que, lejos de legitimar el statu quo, haga posible su cambio. Puede brindar un conocimiento que rechace la ilusión pero no la lucidez, poner al hombre en la vía de un encuentro más descarnado con la actualidad, una proximidad mayor con el misterio; en suma, puede crear nuevas formas de conciencia y heroísmo".(1)
© LA GACETA

Santiago Kovadloff - Ensayista, poeta, filósofo, miembro de número de la Academia Argentina de Letras y correspondiente de la Real Academia Española.

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NOTA
1) Nihilismo y experiencia extrema, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1975, p. 201.

N. de la D.: Este es un fragmento de un artículo publicado en estas columnas en 2004. La versión completa puede encontrarse en LA GACETA.com.ar, en su edición del 8 de agosto de ese año.

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