Por una política cultural clara

Por una política cultural clara

Rock, heavy y under

05 Junio 2008
Puchenko  de Músicos Unidos por el Rock
El grupo Músicos Unidos por el Rock viene trabajando con fuerza en la posible reapertura del Centro Cultural Juan B. Terán (Marco Avellaneda al 200), y según Manuel Puchenko González, hay un compromiso de palabra por cinco fines de semana en agosto.
De todos modos, si esto se concreta, la reapertura del local que fue meca del rock local a fines de los 90 distará mucho de lo ideal. Sólo se abrirá para un tope de 140 personas sentadas, cuando hubo recitales con alrededor de 900 espectadores; y no se podrán vender bebidas alcohólicas, con lo que las bandas apenas podrán cubrir los gastos con la venta de entradas.
“Necesitamos un lugar apto y en condiciones óptimas”, reclama Puchenko.
“El Gobierno tiene que definir una política cultural amplia e incluir al rock, porque hay más de 400 bandas en Tucumán y muchas se están desarmando o emigran por falta de posibilidades de tocar, y con ello de crecer”, asegura.
“La estrategia del Gobierno parece ser la de tapar todo, y la razón es que el arte abre cabezas. Por eso no se hace nada”, afirma. Puchenko cree que hay que dar un debate abierto con todos los sectores de la cultura, porque el problema no afecta sólo al rock. “Si hasta los cuerpos estables están por desaparecer...”, ejemplifica.
Además de definiciones claras, el músico cree que al Estado se le puede pedir más. “Tienen galpones y locales que podrían ser arreglados, como el que está al lado del Juan B. Terán, que es más grande y está en desuso”, señaló.

Piden respeto y no apoyo directo
Tito, de la Unión del Under.
“Nosotros no pedimos más locales, sino respeto, reconocimiento y el cese de la persecución”, enfatizó Santiago Tito González, batero de Extrema Voluntad y miembro de la Unión del Under (UDU).
La posición de este grupo es clara: “el Estado debería funcionar brindando soluciones a los problemas más urgentes, como la desocupación y la pobreza. También debería tener una política cultura que permita mostrar las prácticas artísticas, porque ese también es su rol social”.
El músico cuenta que la UDU aspira a crear conciencia sobre los derechos de los ciudadanos entre los seguidores del rock under, aunque reconoce que es un trabajo a largo plazo. La pelea central de la UDU está planteada en contra de los prejuicios, y de allí todas sus consecuencias.
“El Estado debe ofrecer cultura, como en los países serios, pero acá entienden que el arte es sólo el masivo, y sus políticas apuntan a eso, con las bandas obsecuentes y K que se prenden”, cuestiona.
Tito recuerda con amargura la noche del 22 de abril de 2006, cuando muchas bandas tocaron en Central Córdoba en el festival “Clausurado”, y allí Mauricio Guzman, presidente del Ente Cultural, anunció la apertura de tres locales para el rock. “Eso no ocurrió, pero tampoco es lo que estamos reclamando; sólo queremos una política clara; que se termine con la persecución y los prejuicios, y que no se sigan clausurando locales”, aclara.
En estos días, la UDU está promoviendo un debate en este sentido a través de www.fotolog.com/tucuman_hc_punk.

Hay bandas que dejaron de grabar
Bebe Salvatierra  de la unión de Bandas de Heavy Metal de Tucumán
“En Tucumán es muy difícil hacer rock, y mucho más hacer heavy metal”, asegura, con conocimiento de causa, Bebe Salvatierra, violero de Priztik e integrante de la Unión de Bandas de Heavy Metal de Tucumán, un grupo que se armó justamente para buscar salidas (o entradas) ante la falta de lugares para tocar.
Bebe cuenta que la única opción que tienen los metaleros es el Teatro de La Paz, pero que es demasiado incómodo porque no se puede hacer pogo ni cumplir con los rituales del estilo. “Cómo hacés, si lo nuestro es tocar. Los más chicos están desactivándose, se están cayendo programas de radio, se desarman bandas, la agrupación pierde fuerza...”, asegura.
Para él, la cosa es clara: hay una persecución hacia el rock. “Una bailanta mete 2.000 personas, pero si alquilás ese lugar y metés 1.000 en un recital de rock, te clausuran”, denuncia.
Dentro del grupo, cuenta el Bebe, se viene discutiendo sobre cuál debería ser el rol del Estado frente a estos problemas. “Yo, personalmente, creo que no tiene que hacer cosas pensando en nosotros, sino en el pueblo en general. Pero tiene una obligación indelegable con la cultura, y tanto el rock como el metal son parte de una cultura muy fuerte en Tucumán”, define con precisión.
El violero considera que el Gobierno sí debería habilitar lugares o, al menos, facilitar que particulares lo hagan. “Pero hay una persecución prejuiciosa, porque a las bailantas y peñas que trabajan en absoluta precariedad no les dicen nada cuando no cumplen con las medidas anti-Cromagnon”, profundiza el Bebe.
El problema, dice, es que cuando una banda o una agrupación arma un show, viven con la incertidumbre sobre el momento en el que llegarán los inspectores y policías a clausurar el local. “Se invierte mucho trabajo y dinero, te sacan plata y terminan cerrándolo igual”, asegura.
El Bebe cuenta que está todo tan mal, que conoce a sonidistas y técnicos que están cambiando de rubro o consiguiendo changuitas en otras actividades, y que bandas como Priztik o Matrero tuvieron que dejar de grabar sus discos en pleno proceso, por la falta de perspectivas. “En un momento nos preguntamos si vale la pena invertir tanto tiempo y plata en grabar, si después no vamos a tener dónde presentar el disco...”, se lamenta.

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