El macabro hallazgo cambió para siempre la vida de los hermanos Goitea

El macabro hallazgo cambió para siempre la vida de los hermanos Goitea

La madre de los baqueanos dijo que los jóvenes sufrieron pesadillas por ver el cadáver.

PERICIAS. Los Goitea les indican a los Policías dónde hallaron a Paulina.  LA GACETA / ANTONIO FERRONI PERICIAS. Los Goitea les indican a los Policías dónde hallaron a Paulina. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
25 Febrero 2008
El 11 de marzo de 2006, la vida de los hermanos Sergio y Marcelo Goitea cambió para siempre. Esa tarde, junto a la vera de la ruta 301, los jóvenes pasaban a caballo cuando encontraron el cadáver de Paulina Lebbos, quien había desaparecido trece días antes. Hoy, a pocas semanas de cumplirse el segundo aniversario del macabro hallazgo, los baqueanos intentan llevar su vida de manera normal. "Están trabajando en Salta, donde cuidan caballos. Hacen lo mismo que hacían acá", dijo Rosalía, madre de los jóvenes.
La mujer, que vive junto a sus hijos en el centro de Tapia, contó que los jóvenes se sintieron muy afectados por la impresionante escena: a cuatro kilómetros de la entrada a Tapia, el cuerpo mutilado de la estudiante yacía junto a la ruta. "Nuestra vida cambió después de semejante cosa. Mis hijos se sintieron muy mal y no durmieron bien durante varios días. Quedaron muy impresionados", narró Rosalía, quien agregó: "es una zona en la que la gente va y viene, y justo les tocó a ellos por casualidad".
Seis meses después del hecho, el Gobierno les otorgó a los hermanos Goitea una recompensa de $ 40.000 por haber encontrado el cuerpo. Con ese dinero, según su madre, los baqueanos construyeron sus casas en las que hoy viven. "A pesar de cobrar esa plata, no se fueron. Ellos se criaron acá y vivirán acá", sentenció la mujer. Luego, Rosalía señaló que, por recomendación de la Policía, no debía seguir realizando declaraciones acerca de este tema.
Ramón Goitea, hermano de los baqueanos, coincidió con su madre al señalar que los jóvenes hicieron lo posible por no cambiar su estilo de vida después del hallazgo. "A pesar de la recompensa, siguen trabajando de lo mismo, y las cosas siguen igual de tranquilas que antes", dijo, y agregó: "incluso, ya superaron el trauma del primer momento. Fueron sólo unos malos ratos y ya pasó mucho tiempo de aquel día".
Ramón Goitea destacó que, pese a la trascendencia que tuvo el caso, sus hermanos nunca recibieron presiones de ningún tipo. "Jamás recibieron amenazas ni nada por el estilo", señaló el hombre.

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