El amor filial por encima de defectos humanos

El amor filial por encima de defectos humanos

Por Horacio Semeraro. Una narrativa impactante y un tema elegido con inteligencia son ingredientes centrales en la obra ganadora del último premio Clarín.

01 Abril 2007
Betina González es licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y cursó una maestría sobre Creación literaria en la Universidad de Texas. Estas dos vertientes se ponen de manifiesto en su libro "Arte Menor" que se hizo acreedor al Premio Clarín de Novela 2006. El tema escogido es convocante, sabiamente elegido para una competencia concursiva, por su universalidad. La identidad padre-hijo, el amor filial por encima de los defectos humanos y una ingeniosa búsqueda que intenta reconstruir aspectos desconocidos de la vida del progenitor fallecido a través de los relatos de quienes fueron sus amantes, plantean un argumento sólido y creíble, acorde con las consignas de la creación literaria. También pertenecen a su entorno el atractivo comienzo y el emotivo final, que recuerdan a destacados narradores mexicanos y sudamericanos sin mediar en ello la intertextualidad.
El medio que utiliza la protagonista para ponerse en contacto con quienes fueron las amantes de su papá, Fabio Gemelli -un escultor poco logrado en su profesión-, es un aviso en los diarios.
La característica de la narración -fluida, lineal y desbordante en información referida a personas, lugares y situaciones- condice con su condición de comunicadora. Pero es en la asociación libre que se genera a partir de ellas, donde radica la belleza formal de la obra. Allí y en la sutileza de la palabra, la elección y descripción de los personajes, nacidos de una imaginación a veces delirante.
Así, Nina -una de las amantes de Fabio- es un personaje al que la autora perfila con sutileza y humor aunque exento de sarcasmo, transitando de esa manera por el escaso límite que separa la ironía del burlesco. Bailarina retirada del Teatro Colón, tiene reminiscencias de Isadora Duncan y aires de diva que subyugarán a Mario, un muchacho tucumano, quien la llevará al Luna Park para ver pelear a Carlos Monzón.
En "Arte Menor", la protagonista busca redimir la imagen paterna. En ese intento, olvida -o perdona- las infidelidades de su padre para con su madre. Quizás la bohemia de su arte sea un atenuante. O el amor que finalmente la mayoría de los hijos profesan a sus padres.
El final es revelador y contundente en ese aspecto, y constituye una obra equidistante de la imaginación creativa y el oficio narrativo, que moviliza las fibras emotivas del comportamiento filial y, en definitiva, de la vida misma. Pero lo impactante de esta novela es la forma en que está narrada. Quizás haya un exceso de información que podría haberse obviado, pero en compensación hay una atmósfera de arte y seducción. (c) LA GACETA

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