La pandemia de coronavirus ha traído aparejados muchos otros problemas de salud, algunos más difundidos que otros. Entre los que se conocen poco –pero que es igual de importante- se encuentra el de las disfonías provocadas por el esfuerzo que se hace al hablar, cuando se usa barbijo, para que las demás personas nos entiendan.

“Nunca está de más usar el barbijo”

Esto ocurre particularmente entre quienes trabajan con su voz, como maestros, profesores, locutores, operadores de call centers, entre otros. Y sobre esta problemática habla la fonoaudióloga Rosario Gianserra, quien recordó que el jueves pasado se conmemoró el Día del Fonoaudiólogo.

La celebración se realiza en esa fecha en homenaje a la creación de la Asociación Argentina de Logopedia, Foniatría y Audiología (Asalfa), en 1948. Esta fue la primera entidad científica fonoaudiológica de la Argentina.

Gianserra afirmó que ha observado en su consultorio un aumento de consultas por lesiones causadas por disfonías. “Esto lo hemos observado varios colegas y yo. Y en casos donde ya había alguna disfonía, la situación se agravó en la pandemia. Y si no se trata a tiempo, después salen nódulos en las cuerdas vocales”, explicó la profesional.

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Subrayó, asimismo, que no se trata de dejar de usar el barbijo, porque es indispensable para evitar los contagios de coronavirus, sino de ser conscientes que al emplearlo, el tapaboca tapa la emisión de la voz. “Entonces, hay que apelar a otros recursos”, advirtió.

“Como el barbijo tapa la emisión de la voz, se pierden cualidades como la frecuencia, la armonía, y esto ocasiona que los oyentes a veces no escuchen bien o no entiendan. Entonces, estos profesionales que trabajan con la voz se esfuerzan para hablar con mayor volumen, o porque tienen que repetir muchas veces lo que dijeron, y es ese sobreesfuerzo lo que les causa problemas en las cuerdas vocales”, detalló la especialista.

¿Qué hacer entonces? Gianserra sugiere emplear otros recursos. Por ejemplo, la máscara de plástico, que además de proteger y evitar contagios, permite que los oyentes vean el rostro y los gestos de quienes hablan. Otra posibilidad es emplear un micrófono, sobre todo cuando se trata de dictar clases o conferencias. Y un tercer recurso es el uso de un silbato, que permite llamar la atención o pedir que se haga silencio sin tener que elevar la voz.

Cuatro razones para seguir con el barbijo en sitios cerrados

Hay dos cuestiones más que son fundamentales. Una es tomar agua permanentemente mientras se está hablando. “La hidratación contribuye a aliviar las cuerdas vocales cuando se tiene que hablar por un tiempo prolongado”, explicó Gianserra. La otra cuestión es aprender a respirar para emitir bien el aire y no hacer fuerza con los músculos del cuello sino con el diafragma. En esto puede ayudar un profesional.