Gran Bretaña congeló el jueves los activos de Roman Abramovich, propietario del club de fútbol Chelsea, en una escalada de sanciones contra socios de Vladimir Putin.

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La medida fue adoptada como represalia por la decisión de la Federación Rusa de avanzar con la invasión sobre Ucrania.

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Abramovich, además, es un importante accionista de la siderúrgica Evraz, que cotiza en Londres.

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La sanción del gobierno de Boris Johnson pone efectivamente a Chelsea bajo el control del Reino Unido, deteniendo cualquier disposición y deteniendo la venta de nuevos boletos o mercancías.

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La medida no permitirá al campeón de la Champions League llenar su estadio, ni vender o comprar jugadores, ni renovar a futbolistas como Antonio Rüdiger, ni completar la venta del club a uno de los 10 magnates que lo acechaban, como planificaba Abramovich, indicó la agencia Reuters.

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Así, la prisa que tenía el multimillonario ruso por desprenderse del exitoso club londinense, quedó visto, no era fruto de un arrebato ni mucho menos.

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Por ahora, se le ha adjudicado al Chelsea una "licencia especial" para que pueda seguir operando en el día a día. De este modo podrá pagar los salarios a todos sus empleados, incluyendo jugadores y entrenadores. También podrán dedicar 20.000 libras (23.800 euros) para cada partido que jueguen fuera de casa, en concepto de viaje y estancia.