“Las actividades humanas potencian, en ocasiones, los trastornos derivados de las tormentas severas. En el caso del río Muerto, por ejemplo, donde hubo que evacuar a algunos pobladores, la extración de áridos tuvo un efecto local, porque aumentó la velocidad del agua”, opina Alejandro Brown, director ejecutivo de ProYungas, ecólogo y experto en biodiversidad y desarrollo sustentable.