Hace dos décadas los hermanos Farrelly hicieron de su debut un festival de chistes tan físicos como escatológicos. Ese fue el tono de “Tonto y retonto”, el puntapié de un subgénero que fue superando todos los límites del buen gusto, a tal punto que aquella comedia protagonizada por Jim Carrey y Jeff Daniels se mira hoy con innegable simpatía. Es también un clásico de las infinitas repeticiones en la TV por cable, lo que mantuvo su vigencia y alimentó nuevas generaciones de fans.

La secuela se hizo esperar y tomó forma gracias a Carrey, figurita en ascenso allá por 1994 y una estrella hoy en día. Él llamó a los Farrelly para darle luz verde al proyecto. Daniels, ganador de un Emmy por su trabajo en la excelente serie “The newsroom”, no podía decir que no. Y aquí están otra vez los incombustibles Harry y Lloyd, nuevamente en la ruta y a partir de la más impensada de las tramas: Harry ha sido papá y va en busca de su hijo.

Los Farrelly vuelven a apelar a sus más entrañables personajes para reflejar, de algún modo, lo más primario -y por momentos imbécil, para qué negarlo- que todos llevamos adentro.