“El peronismo somos nosotros”. Ese parecería ser el mensaje que decidió enviar el intendente Domingo Amaya hacia el corazón del alperovichismo. La peronización de su gabinete es todo un simbolismo y también un tiro por elevación para José Cano. El radical sabe que el próximo año estará obligado a concretar una alianza con un sector del PJ si es que quiere pelear en serio por el sillón de Lucas Córdoba. Y si ese justicialismo, otrora alperovichista, comienza a alistarse en las huestes amayistas, a Cano no le quedará otra opción que mirar hacia la Intendencia de la capital.

Sin dudas es una jugada de alto riesgo político. En primer lugar, porque tiende a polarizar al electorado “peruca”, entre aquellos que comulgan con Amaya y los que siguen fieles a José Alperovich. Porque en una eventual pulseada a todo o nada por obtener la franquicia de Perón -si es que van a una interna partidaria, por supuesto- nadie estará exento de perder. Como le pasó a Fernando Juri en 2007, cuando se quedó sin el PJ y sin las chances de ser gobernador. Y en segundo lugar, el vuelco hacia el pejotismo podría cerrarle la puerta a una porción del electorado capitalino que no es peronista, pero que estaría dispuesto a votar por Cano o por Amaya, indistintamente. La partida de ajedrez ya comenzó. El intendente movió la primera pieza.