

Carlos Duguech - Analista internacional
El reciente asunto de la interpretación del pronunciamiento de la UE es propio de una comedia de aquellas en las que la trama discurre por planos y tiempos diversos y hasta opuestos de la que participaron un actor (la Cancillería argentina) y un “coro” europeo de colonialistas y ex colonialistas. Todo empezó en Bruselas la semana última en oportunidad de celebrarse la III Cumbre de la Unión Europea y la Comunidad de países de América Latina y el Caribe (Celac). Casi siempre se puede advertir que, en cumbres como las de este diseño, el hermano mayor es el que sugiere la agenda y las determinaciones. Si bien transcurrieron ocho años desde la última cumbre, se ha enfatizado esta vez en que las relaciones interregionales gozarán de una saludable renovación. Se consideró el multilateralismo como una especie de relación que garantiza la paz y la seguridad internacional. Se afirmó, por otra parte, el concepto de soberanía enfatizando la integridad territorial de los países y desechando por ser contrarios al derecho internacional la amenaza o el uso de la fuerza entre naciones.
Fuera de juego
Esta vez un Reino Unido fuera de juego” en la UE por propia decisión (Brexit) mostró su desagrado por que se haya utilizado el nombre Malvinas en lugar del Falklands, entre otros asuntos. El triunfo diplomático entusiasmó a la Cancillería argentina. Según los voceros de la UE, la posición desde siempre del bloque europeo ¡no cambió! ¿Entonces? Aclaran que “tomaron nota” de las preocupaciones de Celac y de Argentina. Y el portavoz de asuntos exteriores de la UE, Peter Stano se despachó: “los Estados miembros de la UE no han cambiado sus puntos de vista y posiciones con respecto a las Falklands/Islas Malvinas. Y que la UE no está en condiciones de pronunciarse porque no hay ningún debate en el Consejo sobre el tema”. Casi que ni fu ni fa, pero 60 países de la UE-Celac firmaron por unanimidad. Un documento que no es cualquier cosa. Compromete.
Muchos asuntos de relevancia no alcanzaron acuerdos. Por ejemplo la vinculación tantas veces mencionada y requerida desde hace tiempo (desde Macri) para un acuerdo marco del Mercosur con la UE quedó todavía pendiente en la agenda. Una de las relevantes condiciones de la UE es que, Gran Bretaña por el Brexit, quedó en la otra orilla. Con su libra esterlina sobre el Euro y la administración y disposición de sus medidas económicas y de relación con Europa en plena implementación independiente.
Punto 15: Putin, como si nada
El texto que resume lo acordado en la cumbre de Bruselas -de 41 puntos- tiene en el número 15 referencias a la guerra de Rusia contra Ucrania. Increíblemente, en ningún párrafo se alude críticamente a Putin. Sorprende esa omisión. Un “no compromiso” mientras por otra parte todos los paisas de la UE integrantes de la OTAN envían a Ucrania aviones, tanques, armamento, municiones y financiamiento para su defensa. ¿De quién? Pues, de las huestes guerreras “patrióticas” y mercenarias de Putin. No se entiende, salvo consentir algún matiz de hipocresía diplomática, que sea posible admitir que ante semejante actitud del líder ruso, abstenerse de cuestionarlo frontalmente respondía a intereses no revelados de “alta política”. Tan deleznable como la posición de Nicaragua que, finalmente, fue el factor que imposibilitó una condena unánime al régimen guerrero de Putin. En unas columna del 22 de agosto de 2022 (“Metamorfosis de un revolucionario”) definíamos la “atracción del poder” como harto enfermiza de Ortega, otrora líder liberador en Nicaragua de la dictadura de Anastasio Somoza. Ahora, la represión a los adversarios, los renovados mandatos, la violación de los derechos humanos, y la traición a la causa revolucionaria nunca fue imaginada por nadie en un personaje que escondía de sí mismo aquello que pregonaba combatir. Putin envió fuerzas y equipos militares a Nicaragua. Un remedo de la Cuba con misiles de la URSS en tiempos de Kennedy-Krushchev. Una traición a Latinoamérica, a los nicaragüenses, al mundo.
El Brexit y Malvinas
Sí, es valioso en términos de lenguaje que la cumbre de Bruselas haya resuelto una declaración firmada por los 60 participantes de la cumbre. Ha sido factor relevante que el Reino Unido se haya retirado de la UE hace tres años por imperio del referéndum Brexit. Es obvio suponer que la declaración suscripta unánimemente en Bruselas que deja constancia de que la UE “Toma nota” es una expresión aparentemente liviana. Pero, en rigor, es de fuerte y concreto contenido en las relaciones internacionales. Particularmente referidas a un asunto donde hubo una guerra de por medio y asuntos sin resolver por voluntad de una de las partes (Gran Bretaña) pese a las reiteradas recomendaciones de ONU desoída sistemáticamente por el destinatario de las mismas. El punto 13 del documento final fue suscripto por unanimidad -eso es lo relevante- de los países participantes, con clara referencia a la ya conocida posición de la Celac que refrenda la original argentina sobre Malvinas y todo lo conexo.
Lo que resulta insólito es que España, que integra la UE y que suscribió documento de la III Cumbre UE-Celac sea uno de los países que mantienen flota pesquera en asociación con Gran Bretaña. A partir del pronunciamiento de Bruselas, Argentina debería orientar su gestión diplomática requiriendo de los 27 países integrantes de la UE que se abstengan de incursiones de pesca o de otra actividad exploratoria o extractiva de cualquier naturaleza en la zona Malvinas y el mar circundante que forman parte del reclamo argentino de soberanía usurpada por Londres desde 1833. Esa condición que prefirió el Reino Unido con el Brexit vino a resultar a favor para un mejor desarrollo de la estrategia diplomática de nuestro país. Precisamente por ello es que los requerimientos desde Londres a la UE para mantener ventajas impositivas a las exportaciones desde Malvinas no se atendieron. Precisamente el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Reino Unido (post Brexit) ignora considerar como parte del acuerdo al territorio de ultramar. Una carta de beneficio relativo para nuestro país.
La inescindible tradición colonialista
El Reino Unido mostró enojo con lo resuelto en la cumbre de la UE y la Celac en Bruselas, cuando el cónclave de la III convocatoria que se hizo luego de 8 años incursionó favorablemente en el tema Malvinas, sin nombrar como “Falklands” a las islas. Pese a gestiones increíbles, desde fuera del escenario de la UE, por el Londres del Brexit, que no tuvieron éxito.
Hace casi seis décadas (desde 1965) que Naciones Unidas reconoció la existencia de una cuestión de soberanía entre Argentina y el Reino Unido instando a las partes a la negociación para un acuerdo definitivo. Lo relevante es que cita el origen del conflicto a partir de “la usurpación británica del archipiélago de Malvinas en enero de 1833”.
Los principales países europeos con ejercicio y tradición colonialista son Francia, Reino Unido, Portugal, España, Italia, Bélgica, Alemania, Países Bajos y Dinamarca. La visión de esos países de sus “territorios de ultramar” es la de un paternalismo sui generis. Que el “hijo” crezca y beneficie al padre todo lo que pueda a expensas de su propio crecimiento. Son “colonias” para eso, para engrandecer al imperio colonizador y procurar beneficios a las metrópolis.
El ejercicio del colonialismo -a todo o nada- por parte de los europeos (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Portugal, España y Bélgica) en África, por ejemplo, arranca en la primera mitad del siglo diecinueve. De ese “patio trasero” de la Europa es desde donde provienen los africanos que en su mayoría naufragan en el Mediterráneo por sus precarias embarcaciones que no soportan tantos ocupantes. Una tragedia que no supo prever la colonización en África a diferencia de la de Latinoamérica, en muchísimos aspectos, a la vista de casi todos.
Precisamente por ser los países principales de la UE de larga tradición colonialista, se acostumbraron a los “territorios de ultramar”, más allá de las aguas atlánticas o mediterráneas, como una cuestión natural. Tal vez en esto el pronunciamiento de los integrantes de la UE (sin el Reino Unido “brexitado”) radique el valor del pronunciamiento unánime en la III Cumbre Celac-UE. La utilización de ese pronunciamiento no debería tentar a los diagramadores de la propaganda política del oficialismo, en este tiempo preelectoral. Un tema de cuidado, de profundo conocimiento de la política internacional y para la diplomacia de carrera.







