Pinta La Plata y pintarás la Argentina

Pinta La Plata y pintarás la Argentina

Lealtades, traiciones, luces y sombras en una ciudad incipiente. Por Nicolás Sánchez Miñaño para LA GACETA.

04 Junio 2023

Que el mundo fue y será una porquería lo sabemos todos; en el 2023 ni que hablar, pero en 1890… parece que ya venía descarrilando nuestro tren.

Quizás esas palabras que juegan con una cita inolvidable de Enrique Santos Discépolo puedan sonar un poco exageradas para hablar de esta novela histórica que en el fondo es un canto a la nostalgia, a la amistad y al heroísmo, pero mientras Alconada Mon cuenta la romántica aventura de Íñigo Rocamora que, con toda la melancolía de su orfandad, abandona su Verona natal buscando forjarse una vida más próspera en este lado del Atlántico, pone delante de los ojos del lector todos los recelos y mezquindades humanas. Sobre todo los de la dirigencia rioplatense de fines del siglo XIX, cuyas actitudes tan similares a las que se ven en la política actual, pueden resultar, por cierto, escalofriantes. 

En el escenario de una ciudad de La Plata en ciernes, entre humedales rebosantes de alimañas, terraplenes, y zanjas socavadas a sangre y pala, se presentan en paralelo personajes de nuestra historia cuyos apellidos resonantes, probablemente, a estas alturas sean más asociados por el común de la gente a una calle, o al nombre de algún pueblo, y unos advenedizos tanos chamuyeros y soñadores que buscan di fare l’América, mientras coquetean con los movimientos socialistas y anarquistas en plena ebullición. Las batallas solapadas que libran Dardo Rocha con Julio Argentino Roca, y las disputas entre el poder conservador, con el brazo ejecutor del temible mayor Ramón Falcón, y los inmigrantes, digitados en las sombras por la omnipresente masonería titiritera, van tensionando el relato página a página desde el primer diálogo.

Por las adyacencias de la historia principal el autor va relatando uno de esos clásicos amoríos prohibidos entre un pobre desclasado, Íñigo, y una niña mimada de la alta aristocracia porteña. Promediando la novela, ese romance eclosiona y alcanza su clímax en una escena con aires shakesperianos en el palco de un teatro. La ficción y los datos históricos se entrelazan y confunden. Las páginas se pueblan de anzuelos y promesas literarias; pistas que Alconada Mon va tirándole a un lector al que ya tiene cautivo. Cuando el relato se aproxima a su epílogo los acertijos se van resolviendo y aquellas lejanas promesas empiezan a cumplirse; en seguida una emoción visceral se encarna en ese lector ansioso. Todos los caminos confluyen hacia un final conmovedor que puede llegar a dejarle en el pecho una estela, suave y benévola, de dulce satisfacción.

© LA GACETA

NOVELA: LA CIUDAD DE LAS RANAS / HUGO ALCONADA MON (Planeta – Buenos Aires)

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