El reino de los mezquinos
El reino de los mezquinos ARCHIVO LA GACETA

Se los llamaba “Mushkenu”, término acadio con el que se denominaba a un sector de la sociedad babilónica integrado por súbditos palaciegos, hombres libres, que prestaban sus servicios en los palacios de los “Amelu”, que eran los aristócratas. La palabra “Mushkenu” derivó en “Miskín”, un indigente. Y luego se transformó en “Mezquino”, una persona egoísta, ruin, tacaña, avara y pobre de espíritu. El diccionario, adecuando aún más a los tiempos que corren, lo define como alguien que no tiene generosidad. Alguien que piensa primero en sí mismo y luego, si puede, en los demás. ¿Cuántos mezquinos vimos últimamente en la provincia?

Los últimos cinco meses en Tucumán estuvieron signados por la actividad electoral. Los principales protagonistas de la política tucumana salieron a la calle como nunca lo habían hecho los tres años y medio anteriores. Abrazaron, besaron, bailaron, inauguraron, caminaron, se mostraron. Se hicieron presentes en los lugares más recónditos de la provincia. Pero lo que más hicieron fue prometer. Los oficialistas que, ahora sí, con ellos la provincia comenzaría a mejorar a pesar de que de los últimos 40 años estuvieron en el poder 35 (incluyendo la intervención de 1991). Los opositores, que ellos son la solución y que vienen a cambiar la actualidad de la provincia. Todos quieren llevar agua a sus molinos. ¿Cuántas promesas llegarán a cumplir unos u otros si llegan al poder? Hablar es fácil, hacer, otro cantar.

El martes, seguramente en medio de sus recorridas, todos los que aspiran a un cargo electivo, más de 18.000 personas, chocaron con la noticia que nadie, menos en elecciones, quiere escuchar: el Gran Tucumán fue el conglomerado en el que más aumentó la pobreza en los últimos cinco años. Según las estadísticas oficiales, entre el segundo semestre de 2017 e igual periodo de 2022, en el Gran Tucumán este índice se incrementó 29,78 puntos porcentuales, pasando de 30,5% de pobreza infantil a 60,2%. Es decir que hoy seis de cada 10 chicos menores de 14 años vive en situación de pobreza en este conglomerado urbano tucumano. ¿Con qué cara se sale a hacer proselitismo ante semejante realidad? ¿Con qué cara se hacen promesas cuando se sabe que el Gran Tucumán, junto con La Rioja y Ushuaia - Río Grande son las principales zonas donde se duplicaron las tasas de pobreza en los últimos cinco años? ¿Puede haber una noticia más dramática que esa? Aún a tres semanas de elegir gobernador en la provincia, no habría sido el momento indicado para llamar a una gran mesa de diálogo, sin mezquindades, para ponerse a trabajar entre todos, más allá de banderías e ideologías para sacar a la provincia de esta situación? ¿O creemos que los justicialistas por sí solos van a poder cambiar esto? ¿O pensamos que cualquiera de las facciones de la oposición va a tener las herramientas para construir un futuro mejor sin trabajar junto a sus adversarios?

Un día como hoy, pero de hace 213 años, un grupo de hombres se unió más allá de sus diferencias, y escribió la primera página de una historia riquísima. Hoy se cumple un nuevo aniversario de la gesta que derivó en el primer gobierno patrio. Vale la pena recordarlos en momentos en que todo es efímero, rápido y en el cual creemos que cinco minutos de fama pueden catapultarnos a la historia. Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, el General Manuel Belgrano, Miguel De Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, Juan José Paso, Mariano Moreno. Y también Domingo French y Antonio Beruti. Once, como un equipo de fútbol. Ellos fueron los protagonistas y “culpables” de nuestro primer gobierno patrio. ¿Qué cualidad primaria deberíamos recordar en los tiempos que corren? No fueron mezquinos. Lejos estaban de tener las mismas ideas. Incluso de defender a los mismos bandos. Repasemos un poco la historia, que nunca viene mal. Una semana antes del 25 de mayo, el 18, se confirmó de manera oficial la disolución del Consejo de Regencia de España e Indias (la Junta Central de Sevilla). Entonces, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, autoridad española en el Virreinato del Río de la Plata, publicó un mandato pidiendo a la población lealtad al destituido rey de España, Fernando VII. Cisneros decidió convocar a una junta, con él como presidente, a pesar del reclamo popular que se dio en el Cabildo abierto del 22, que ordenaba derrocar al virrey y formar un gobierno propio.

Allí comenzaron a tallar los verdaderos patriotas, que dejaron de lado sus diferencias. No fueron mezquinos. Saavedra y de Azcuénaga eran militares, y cercanos al gobierno español. Ellos serían presidente y vocal de la junta, respectivamente. Luego estaban los aparentemente antagónicos: los “Carlotitas”, más afines a la idea de una regencia de Carlota Joaquina, la hermana del rey Fernando VII y reina de Portugal y Brasil. Ellos era Belgrano, Castelli y Passo, todos abogados, quienes fueron vocales (los dos primeros) y secretario, en el caso de Passo. Y luego estaban los que promovían la formación de juntas de gobierno locales, que eran Moreno, abogado, Matheu, comerciante y piloto naval y Juan Larrea, comerciante y político español. Moreno quedó entre los secretarios y Matheu y Larrea, como vocales. Finalmente estaba la representación de la iglesia católica, en la persona del sacerdote Manuel Alberti. El proceso fue el puntapié inicial para lo que derivaría en la declaración de la independencia, cuatro años después, paradójicamente, en Tucumán. No hubo egoísmo entre los patriotas. No hubo diferencias. El objetivo era el mismo. Y cumplieron con lo que pedía el soberano: la ciudadanía. En 213 años corrió demasiada agua bajo el puente y hoy la realidad es diametralmente opuesta.

¿Qué querrían hoy los que viven en el Gran San Miguel de Tucumán, por ejemplo? Entre muchísimas otras cosas, contar con un moderno mercado como tienen las principales ciudades del país y del mundo. Y la municipalidad avanzó en ese proyecto. Pero la provincia se metió en el medio, empantanó la idea y se opuso, aunque fuera una obra que sólo traería beneficios. Mezquindad. ¿Querríamos un edificio que nos permitiera hacer todos los trámites necesarios en el Registro Civil, institución que documenta nuestras vidas desde que nacemos hasta que morimos? Claro que sí. Y la provincia decidió llevarlo a cabo. Pero entonces la que puso piedras en el camino fue la Municipalidad. Parece que si la obra no es impulsada por ellos, no sirve. Mezquindad, del otro lado. ¿Nadie piensa en el soberano? Todos parecen olvidarse de dónde vienen. Roberto Sánchez, el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio en Tucumán dijo el martes en “Panorama Tucumano” que él rechazaba la idea del acarreo de votantes, y que en su municipio él no recurría a esas herramientas proselitistas. Raro. Comparte fórmula con Germán Alfaro, un peronista de pura cepa que en cada elección tiene a su mando miles de autos para trasladar votantes. ¿Qué harán dentro de tres semanas?

Hoy sería momento de recordar a esos hombres que forjaron desde el principio nuestra patria. Pero ya ni para eso hay memoria. En Tucumán todo se circunscribirá al remanido chocolate en Casa de Gobierno, el izamiento de la bandera y el tedéum en la Catedral. En Buenos Aires será peor. El peronismo decidió que una causa tan cara para los argentinos sería el momento ideal para respaldar a la vicepresidenta Cristina Kirchner y organizó un acto multitudinario en el que ella será la única oradora. La mejor manera de rememorar a los patriotas. Mientras tanto, la pobreza nos devora. Cada vez más lejos de que la Patria sea el otro. Para los mezquinos, claro.

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