Estacionar cerca del Monumental tiene su rutina

En cada presentación de Atlético como local las inmediaciones del estadio viven una completa revolución. En el camino a la cancha se puede observar a una gran cantidad de hinchas y también a los clásicos “trapitos” que indican dónde estacionar el auto. Cabe destacar que si bien las instalaciones del “José Fierro” cuentan con un estacionamiento propio, no esta habilitado a todo el público y en su mayoría es utilizado por personal del club (jugadores, cuerpo técnico y dirigentes). ¿Habrá en algún momento un estacionamiento exclusivo para el hincha? De momento, los “decanos” se las ingenian afuera para salvaguardar su medio de transporte, sobre todo teniendo en cuenta el horario de los partidos y la recurrente inseguridad que se vive en la provincia.

“Se respeta bastante a la gente que vive en el lugar y también a nosotros que cuidamos. Donde haya un auto, ahí estaré yo. Ya sea en un evento deportivo o recital. La gente te toma confianza, ellos mismos te buscan. Tucumán es chico y nos conocemos entre todos. Vos no podes perjudicar a nadie porque al otro día estará ahí”, aclaró el cuidacoches Miguel, mientras seguía dando indicaciones con el chaleco naranja en el brazo derecho. “Por lo general siempre estamos dos horas antes. El momento de mayor locura fue por la Copa Libertadores. No entraban más autos”, añadió el “trapito” que cobra $200, valor que muchas veces el público no está dispuesto a pagar. “Como en todas partes, encontrás gente que se enoja, pero nosotros no tenemos nada que ver con el resultado de un partido”, avisó.

Entre 25 de Mayo y Laprida se puede ver, a lo lejos, un cartel de tapicería. Allí además de trabajar con muebles, se cuidan motos. “Estamos desde la pandemia cuidando acá. La gente viene amablemente y nos deja su moto. El día que más tuvimos en el garaje fue en el aniversario del club por los 100 años. En ese momento se llenó de gente y alcanzamos a guardar alrededor de 30 motos”, dijo Jeremías Cerezos, que llegó desde Buenos Aires y se mantiene en el día a día gracias a sus emprendimientos. A pesar de vivir a solo metros de la cancha, el porteño afirmó que nunca le pasó algo extraño. “Ya nos conocemos todos”, aclaró.

En tanto que entre las calles Muñecas y Bolivia se puede observar más experiencia. “Yo vivía al frente antes, ahí había una escuela. Luego hicieron todas estas casas y me fui”, contó Miguel Cantos, de 70 años. “Lo hago porque me gusta, ya soy jubilado. Cuido la cuadra con mi hijo y nos separamos uno en cada punta. La policía siempre está en las esquinas y eso es una ventaja”, aseguró Cantos, con sus billetes todos apilados entre los dedos. “El que se va porque salió apurado y no lo vi regresa al otro día y me da la plata”, destacó.

Entre las ventas de choripanes, pilusos y camisetas se encuentra la casa de María Teresa Olmedo. Con el objetivo de seguir una tradición de su abuelo Francisco Cabello, ella abre las puertas del hogar para cuidar las motos. “Los chicos que dejan la moto me tienen mucha confianza, hasta las llaves te dan. Pero, yo también les di la confianza a ellos, como dueña de casa”, dijo María, que se vio interrumpida al hablar. “Doña, ¿Le puedo pagar cuando salga?”, preguntó un hincha apurado que luego recibiría un “vaya tranquilo”, de respuesta.

En su labor, María también vivió un hecho insólito. “Una vez tuve dos motos más de tres semanas guardadas, porque se las olvidaron”, recordó entre risas.

Por otro lado, los hinchas ya se acostumbraron al sistema. “No es muy grande el precio que piden. Así que no hay problema”, dijo Gastón Fernández. “Nos aseguramos que no le pase nada al auto”, apuntó el “decano”.