La Calzada de los Gigantes se gestó durante una erupción hace 55 o 60 millones de años. Una gran colada de lava debió quedar atrapada en un declive del terreno. La parte superior, expuesta al aire, se enfrió más deprisa que la inferior. Al contraerse se formaron las columnas poligonales, de manera parecida a como se cuartea un suelo arcilloso cuando pierde el agua. La leyenda de la Calzada del Gigante, Clochán an Aifir en gaélico, es una de las más conocidas. El protagonista es el gigante Finn MacCool, un héroe de la mitología irlandesa. La historia comienza cuando Benandonner, un gigante en la costa escocesa, al otro lado del mar, lo desafía a luchar. Finn acepta y, para poder cruzar el canal marítimo entre ambas islas, construye una calzada. La versión más extendida de lo que pasó a continuación reza lo siguiente: Su enemistad era conocida en la zona y, aunque se gritaban con odio, jamás habían llegado a pelearse ante la lejanía a la que encontraban el uno del otro, divididos por las aguas. Pero un día Finn tuvo una idea. Decidido a plantar cara a Benandonner, comenzó a arrancar rocas de la costa irlandesa para lanzarlas al agua y construir así un camino que le permitiría llegar hasta Escocia. El gigante irlandés trabajó durante toda una noche para llegar y enfrentarse en combate a su enemigo. Lo que no se esperaba era el tamaño de su oponente. Si bien a la lejanía parecía tener su estatura, en realidad lo triplicaba en tamaño, lo que mermaba sus posibilidades victoria ante semejante monstruo. Tan sigiloso como llegó, decidió volver a toda prisa para refugiarse en su casa junto a su mujer. Pero ya era demasiado tarde, Benandonner descubrió el camino que Finn había construido y comenzó a caminar por esas columnas que, de la noche a la mañana, parecían haber surgido de las propias aguas.
Decide poner en práctica una estrategia más audaz. Vuelve a casa y urde la treta junto a su mujer Oonagh. Se disfraza de bebé y se oculta en una cuna. Cuando Benandonner va al encuentro y Oonagh le enseña el supuesto bebé, el gigante ata cabos y el temor cambia de bando: si el bebé es así, ¿cómo será el padre? Huye despavorido y destruye la calzada tras de sí. Lo que queda de aquella legendaria calzada lo podemos ver en dos puntos: la gruta de Fingal en Escocia y, 150 kilómetros de mar después, la famosísima Calzada del Gigante. En 1693, Sir Richard Bulkeley, del Trinity College, publicó un artículo hablando del descubrimiento del obispo de Derry de la Calzada del Gigante. Un impulso a la fama del lugar lo generó la pintora irlandesa Susanna Drury el siglo siguiente, cuando varias acuarelas suyas del lugar atrajeron la atención. En los años 80 se protegió un paisaje marcado por estructuras caprichosas que intentan rememorar continuamente la leyenda: el órgano, la bota del gigante, los ojos del gigante, los escalones del pastor, la puerta del gigante, etc. Además, la zona aloja bastante flora amenazada y recibe aves migratorias.








