La inflación en carne propia
La inflación en carne propia La Gaceta / foto de Inés Quinteros Orio

La nafta súper está muy próxima a superar la barrera de los $ 200 por litro; hace rato que la premium cuesta más que eso. Las vacaciones ya no son tan gasoleras, ni siquiera dentro del país. Los alimentos siguen aumentando y el efecto electoral se percibe en las tarifas de los servicios públicos privatizados. Concurrir a la carnicería y mirar las pizarras causan una sensación de terror. Los cortes más populares valen más de $ 2.000 el kilo, algo que los comercializadores explican por el retraso de los precios registrados en la segunda mitad de 2022. Nada detiene la suba de precios. Es sostenida. Sí, así como aquello que técnicamente se llama inflación y que coloca a la Argentina en el podio de países con mayores índices de precios al consumidor (IPC). Mientras tanto, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, afirma que esa inflación es autoconstruida en el pensamiento colectivo de una sociedad que, según ese criterio, percibe una sensación de que el dinero no le alcanza para hacer las compras diarias y, así, alimentar a la familia.

El primer mes ya muestra signos de que la inflación continuará siendo el estigma de la economía argentina. De acuerdo con el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), elaborado por el Banco Central, para los analistas del mercado y las consultoras privadas, el IPC de enero rondará el 5,6%, aunque hay proyecciones que alcanzan al 6,4%, tomando en cuenta la estacionalidad de un mes caracterizado por el gasto en turismo. Lo que es más preocupante es la estimación anual del 97,6%, que está casi 40 puntos porcentuales por encima de lo proyectado por el Poder Ejecutivo Nacional en el Presupuesto de este período.

Con los Precios Justos y otras herramientas de efectos temporarios, el equipo del ministro de Economía, Sergio Massa, intenta desacelerar la inflación, de tal manera que hacia abril o mayo de este año se estabilice en torno de un 4% mensual. La meta resulta difícil, tomando en cuenta la evolución de ciertas variables económicas y la escasez de dólares que daña a todo el aparato productivo, a partir de que varios de sus gastos fijos están nominados en moneda extranjera.

El Gobierno nacional debería ser un facilitador para la mejora en los niveles de productividad, particularmente de las industrias radicadas en el interior del país. Un caso puntual es el planteo que el gobernador interino de Tucumán, Osvaldo Jaldo, ha realizado en las últimas horas en Buenos Aires, ante el secretario de Comercio de la Nación, el economista Matías Tombolini. El mandatario provincial le ha solicitado que destrabe en la Aduana el equipamiento de al menos cinco empresas e industrias radicadas en Tucumán y que, en algunos casos, se encuentra paralizado en el puerto porque aún no cuentan con la autorización necesaria para llegar a destino.

El “asado para todos” es un programa de ficción, muy lejos de las pretensiones de un gobierno que arrancó la gestión con esa promesa y que está terminando con lo que los comercializadores creen que será el año de peor consumo de carne y que puede ser uno de los más bajos de la historia, con un promedio de 41 kilos anuales por argentino. El titular de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de de la Ciudad de Buenos Aires, Alberto Williams, ha reconocido días pasados que con el nuevo reajuste no compra nadie carne porque son muy pocos los que pueden pagar $ 2.000 el kilo de milanesas.

La inflación de los trabajadores fue de 5,5% según los cálculos de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD). De este modo, alcanzó el 98% en los últimos 12 meses, máxima marca desde 1991”. La suba “fue impulsada por productos estacionales como turismo, frutas y verduras, acelerándose en 0,2 puntos porcentuales respecto a los 5,3 registrados en diciembre. Las proyecciones para febrero son al alza.

El documento advierte que “la inflación de enero estuvo motorizada por recreación y cultura, que subió 12%. Incidieron allí las alzas en paquetes turísticos y hotelería producto de la temporada alta estival. Le siguió con 11,8% comunicaciones, por alzas en servicios de telefonía. Los alimentos subieron por debajo del nivel general, con 4,3%. Una baja circunstancial en panes y cereales amortiguó la suba del índice sectorial, que estuvo impulsado por productos estacionales como frutas (+9,8%) y verduras (+7,5%). Por octavo mes seguido, las carnes volvieron a subir por debajo de promedio (3,2%), aunque se avizoran subas en precios en góndola en el corto plazo”.

La inflación sigue siendo el principal tema de preocupación de los argentinos. En enero, por caso, aumentó 2 puntos y el 90% de los consultados por Berensztein y D´Alessio IROL contestaron que esa es una cuestión que desvela. En tanto que la incertidumbre sobre la situación económica también registró un alza de 3 puntos (67%). En la apertura por voto de las personas sondeadas (su preferencia política), el principal problema para todos por igual, es la inflación. Los votantes del Frente de Todos señalan en segundo y tercer lugar a la corrupción del gobierno macrista (58%) y los ajustes que deberá hacer el gobierno para pagar al Fondo Monetario Internacional (46%) respectivamente, dice el diagnóstico privado. En cuarto lugar queda con 45% la inseguridad. Los votantes de Juntos por el Cambio, en tanto, priorizan en segundo lugar la inseguridad con el 86%.

Según Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso, sostuvo que “la inflación nuevamente se está escapando de los parámetros que manejaba el gobierno y dejan en evidencia la incapacidad de los controles de precios. El problema no está en las góndolas, sino en la depreciación constante de nuestra moneda causada por la desconfianza en los funcionarios y el exceso de oferta monetaria. Por el momento, no hay razones teóricas para pensar que la inflación va a bajar y la incertidumbre en un año electoral puede incluso empeorar la situación”. Transcurridos 37 meses de la presidencia de Alberto Fernández, la inflación acumulada superó el 306%.

La inflación no es culpa del carnicero o del quiosquero, mucho menos de la percepción de la sociedad cuando se para frente a las góndolas de los supermercados o va al almacén del barrio. Está íntimamente relacionada con la conducta fiscal de los gobiernos que, en gran medida, profundizan el problema con más déficit en las cuentas públicas y que, incesantemente, apelan a la emisión monetaria para atender los compromisos financieros. En los últimos 15 años, esta conducta de las gestiones políticas han sido una constante y que un dólar cueste $ 380 en el mercado es una clara muestra de la dura depreciación que ha tenido la moneda argentina.

El exceso de dinero en la economía presiona los precios y, frente a ese escenario, la sociedad trata de sacárselos de encima, a costa de compras anticipadas y de sacrificar la capacidad de ahorro. ¿Quién puede atesorar pesos contra una inflación del 6% mensual? La consecuencia más dura de la realidad inflacionaria pasa por lo social. La Argentina, que supo ser el granero del mundo, hoy registra una situación difícil en la que cuatro de cada 10 habitantes están en situación de pobreza. En mayor o en menor medida, todos padecemos esa inflación, en carne propia.

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