Sexualmente Hablando: El dedo vibrador

Sexualmente Hablando: El dedo vibrador

Sexualmente Hablando: El dedo vibrador

Una de las muchas opciones que ofrece el mercado de los juguetes sexuales consiste en una especie de funda o anillo vibrador -que cubre uno o más dedos, como lo haría un guante, o que se engancha a la manera de un anillo en el dedo o en el pene- y se usa como estimulador al penetrar o frotar, a fin de aumentar el placer en las relaciones sexuales o en la masturbación.

Pensado para mujeres y personas con vagina, su material es una silicona suave y es común que en la superficie tenga algunas protuberancias para incrementar las sensaciones. A prueba de agua, la intensidad de las vibraciones es regulable y se recarga mediante USB. ¡Más práctico imposible!

Merece ser recordada la versión menos sofisticada -sin vibrador- pero igual de efectiva, que apareció en 2003 en Gran Bretaña: una suerte de dedal de plástico, diseñado para incrementar el efecto de un dígito. “Vielle” fue su nombre comercial y bajo el slogan “Descúbrete” se presentó como una ayuda sexual para mujeres, destinada especialmente a las que tenían dificultades para alcanzar el orgasmo (unas cinco millones de británicas, según encuestas de esos años).

Su inventora fue Liz Paul, un ama de casa de clase media, con 49 años y tres hijos, residente de la zona rural de Ilkley, West Yorkshire. El desarrollo del producto fue financiado por un préstamo del Yorkshire Enterprise, grupo empresario presidido por cinco concejales locales. Algo notable es que, a los pocos días de que el Daily Mirror publicara su lanzamiento, a la señora Paul se la premió con el título de “Inventora Británica del Siglo” (en la División Salud), en una ceremonia que tuvo lugar nada menos que en el Café Royal de Londres.

“Vielle” debía colocarse en el dedo índice de la mujer (o de su amante). Un círculo con ocho suaves nódulos sobresalían de su superficie para lograr una mayor efectividad en la estimulación -fricción- de los laterales y la parte superior del clítoris. La señora Paul aseguraba que su estimulador era capaz de lograr que una mujer alcanzara el orgasmo en la mitad de tiempo. Y “con una mayor intensidad que los llamados múltiples”. Estuvo a la venta por internet y no tardó en invadir las góndolas de las farmacias.

Alan Riley, profesor de Medicina Sexual de la Facultad de Postgrado de Medicina y Salud de la Universidad de Lancashire Central en Preston, se tomó en serio sus afirmaciones y decidió poner a prueba su estimulador. Los resultados fueron más que positivos: los niveles de orgasmo mejoraron del 82,8% al 95,3%. Además, el tiempo necesario para alcanzarlo se redujo de 13,57 a 5,05 minutos. De acuerdo con las cifras publicadas, cerca del 70% de las entrevistadas informó que el orgasmo le resultó más fácil de conseguir, mientras que el 30% restante aseguró no haber notado ningún cambio.

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