La Selección en Qatar 2022: aprender a levantarnos

La Selección en Qatar 2022: aprender a levantarnos

Aceptar los hechos y la contribución de los jugadores para generarlos es el primer paso que necesita la Selección para recuperar la energía creativa que debe tener en este momento. Es vital que aparezca el liderazgo dentro el equipo.

24 Noviembre 2022

Ignacio Bossi

Coach deportivo

Desde una perspectiva mental, ¿qué partido perdimos? En palabras de nuestros líderes, parecía que íbamos a disfrutar del Mundial, pero todo se transformó con las dos adversidades mentales que nos propuso el partido contra Arabia Saudita. La primera fue gritar un gol con el alma y recibir la anulación en el momento siguiente. Esto ya es fastidioso, pero repetido tres veces en pocos minutos, quizás se convirtió en un inhibidor anímico al ataque argentino. Y luego, en el segundo tiempo, los dos cachetazos al palo del “Dibu”, terminaron por desorientarnos. En ese estado de situación, el rival ralentizó cada jugada para desactivar todo intento de reconstrucción argentina. Y fueron efectivos en eso: un gran rival. Nuestro equipo quedó a una derrota de volver a casa. Lo cual mete presión mental.

Las explicaciones no suelen ayudar a la fortaleza mental de un equipo. Es más, hasta pueden ser perjudiciales, por la insaciable búsqueda de culpables. Sí, son útiles las explicaciones que se usan para aprender. El Mundial cambió 180 grados. El que enfrentamos ahora es uno nuevo comparado con las expectativas que traíamos. Quizás algo más productivo sea aceptar la agenda, que la vida armó para nosotros. Aceptar que esos centímetros que mide el nuevo VAR nos “privó” (legítimamente) de goles en el primer tiempo y que hubieran cambiado toda la historia. Admitir también que la tecnología nos permitió ponernos en ventaja. Aceptar los hechos y nuestra contribución para generarlos es el primer paso para recuperar la energía creativa que necesitamos para este momento.

¿Qué necesita el equipo? ¿Cómo inspirar su fortaleza en este momento? Tres temas componen el desafío para levantarse.

Primero, reconocer el valor de lo emocional. Todos hemos vivido adversidades en nuestra vida, algunas individuales y otras colectivas. Los argentinos sabemos crearnos problemas de este tipo. ¿Por qué no lo haría nuestra selección? Hay un componente distintivo, presente en las adversidades colectivas: el contagio negativo de unos a otros, lo cual nos agrega una dificultad adicional.

Los seres humanos tenemos la posibilidad de la empatía, producto de lo que las neurociencias llaman las neuronas “espejo” y ellas son responsables de los contagios emocionales (positivos y negativos). Un periodista le preguntó al entrenador por la falta de respuestas emocionales. Scaloni no la registró o la esquivó. Cambiar tres jugadores al mismo tiempo podría haber sido una estrategia útil para modificar el contagio (la ansiedad reinante). Todos sabemos que, en la vida, pero especialmente en el fútbol, la ansiedad se lleva mal con precisión.

Podríamos usar la palabra clave expresada por Lionel Messi después del partido: “confíen”. Creo que después del partido no somos ni mejores, ni peores que hace una semana. Sólo un obstáculo nos empuja a reducir el posible ego triunfalista y volver a trabajar con una cabeza humilde. Integrado todo esto, confiemos en el equipo, que ya demostró que pudo superar la adversidad de no ganar títulos. Ahora también hay que superarse en el plano emocional.

Que aparezca el liderazgo en el equipo. ¿Para qué sirve? Es la solución para superar las brechas entre la realidad y lo deseado. En el fútbol hay dos tipos de líderes, los que lideran con la palabra y la pelota (como Maradona) y los que lideran solo con la pelota. Nuestro capitán Messi, pareciera ser del segundo tipo. Le habla al equipo con su magia en el campo. Otro detalle: también le habla con la gestualidad de su cuerpo.

Coordinar los nuevos haceres (cambiar de táctica en medio del partido), trascender los miedos (al VAR) y reconocer errores, entre otros, requiere de conversaciones que deben ser facilitadas desde la palabra, es decir desde conversaciones. Surge la necesidad de encontrar tácticas en conjunto, unidos y mirándose a los ojos. Que emerja el compromiso sólido. Estas conversaciones deben ser llevadas por los referentes. ¿Quiénes son ahora? Messi también necesita conversar. Su impronta quizás no es la palabra y en cambio sí lo es su genialidad y su lenguaje corporal. El poder del contagio de ese “su lenguaje” es clave para el equipo y el primero que debe ser consciente de ese liderazgo de los gestos es él.

Usar la adversidad como un estímulo positivo: Quizás al equipo le faltaba un estímulo para sacar lo mejor de sí. Y esta derrota, estoy seguro, va a operar de esa manera. Recordemos un ejemplo nuestro, el de Atlético, en Quito que, frente a la adversidad, despertó la unión del grupo. En nuestras familias o equipos de trabajo, cuando la adversidad aparece, una salida muy recomendada es el liderazgo conversacional, con ciertas pautas. Reconocer que estamos “golpeados” por ese acontecimiento que no nos gusta, reconocer la emoción que nos captura en ese momento y ponernos en creativos para ayudarnos a tener una mirada de aprendizaje y superación.

Convertir una derrota en algo positivo requiere de una disposición vital y colectiva especial. La urgencia nos ayuda. Ya supimos manejar inicios desfavorables: también perdimos con Polonia en el 74’, con Bélgica en el 82’ y con Camerún en el 90’. Y en todas ellas clasificamos a la siguiente fase. Ahora, toda la energía estará enfocada en un punto: LEVANTARNOS. Y si hay algo en lo que somos buenos los argentinos es en levantarnos del suelo. Hay equipo e hinchada para hacerlo. Qué hermoso regalo nos haremos colectivamente levantándonos frente a los mejicanos. Mentalmente puede darnos la fortaleza que nos falta, dar vuelta las adversidades colectivas. Será un gran ejemplo para todos.

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