Guitarra de Bowie mata inflación

“El derecho a viajar colisiona con la generación de puestos de trabajo. Cuando uno hace compras en el exterior y esos dólares son los que deberían haber ido al sector productivo, estamos dañando el futuro de todos los argentinos”. Silvina Batakis llegaba al Ministerio de Economía en medio del terremoto que había causado la renuncia de Martín Guzmán y con la imperiosa necesidad de cumplir metas pactadas con el FMI. Batakis, muy allegada a Daniel Scioli y a “Wado” de Pedro en la función pública, dijo la frase el 14 de julio, en momentos en que el Gobierno nacional buscaba frenar la salida de divisas y decidió aplicar un aumento a los impuestos sobre el dólar turista, incrementando un 10% el tributo sobre las compras y gastos en el exterior. Ella, en ese momento, era la líder de la cartera económica. La persona a la que se había elegido para tratar de enderezar un rumbo que nos llevaba al abismo, camino por el cual parecemos seguir a pesar del cambio posterior por Sergio Massa. ¿Habrá recordado Batakis esta semana su propia frase cuando hizo cola frente a una tienda Apple de Nueva York para comprar un teléfono? La actual presidenta del Banco Nación estaba en un viaje oficial cuando fue captada dentro del local. ¿Cuál es el ejemplo, entonces, que el resto de los argentinos debemos seguir?

El alemán George Lichtenberg afirmaba que “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Hace pocos días, el analista Sergio Berensztein intentó explicar con datos la crisis política que se está viviendo en la Argentina. Sobre la base de su trabajo, advirtió que hay una desconfianza generalizada en las instituciones y en los actores políticos. “Hoy el actor institucional más respetado son las Fuerzas Armadas; lo cual es anti-intuitivo: el 33% en Argentina confía en ellos. Después vienen los periodistas, y después los empresarios... Hay mucha más confianza en los empresarios que en los políticos. Mientras que los que tienen peor consideración son los líderes piqueteros, los movimientos sociales y los sindicalistas”. Berensztein se refiere así entonces a quienes a diario toman decisiones que afectan a todos los ciudadanos. ¿Quién gobierna hoy en Argentina? Alberto Fernández obtuvo los votos, pero su figura está resquebrajada. Hoy hay otros dos “presidentes” sin cargo: por un lado, Sergio Massa, a quien se le dio la conducción de la Economía para evitar caer en ese abismo al que se hizo referencia antes. Y por el otro, Cristina Fernández de Kirchner, que sobre la base del juicio que la tiene como imputada y, más después del intento de magnicidio sufrido a principios de septiembre, pareciera ser quien maneja la agenda judicial. Para el politólogo Andrés Malamud, “lo que vemos es un gobierno que está coordinado por urgencias mutuas, pero no por un proyecto común”. Cualquier músico sueña con poder probar una guitarra como la histórica Gibson ES-335, y mucho más si el instrumento perteneció a David Bowie. Pero no todo el mundo llega a ser presidente como Alberto Fernández para viajar a Estados Unidos de manera oficial y tocar esa guitarra en un estudio privado. ¿Otro ejemplo de liderazgo? Alberto sonríe mientras rasga las cuerdas de la Gibson y la inflación se ríe en la cara del resto.

¿Y qué pasa con la oposición? Sufre peleas intestinas por ansias de poder, y no se ponen de acuerdo en quién finalmente será el binomio que plantará batalla en 2023. Encima se autofagocita cuando un referente como Facundo Manes le recuerda a todo el país que el ex presidente Mauricio Macri está procesado por haber utilizado a la AFI para espiar a propios y extraños, algo que pocos esperaban dentro de Juntos por el Cambio. Entonces, ¿con qué líderes nos encontramos en este momento? Unos que parecen estar más preocupados por lo que sucederá en 2023 que en lo que está pasando ahora mismo, cuando las palabras aumentos, inflación, pobreza, desempleo, inseguridad, analfabetismo y drogadicción son las que están en boca a diario de los ciudadanos. El mismo Gerardo Morales advierte que todo puede pasar: “El daño que Javier Milei le pueda hacer a Juntos por el Cambio se lo va a hacer. Por eso los extremos se juntan. En eso van a estar juntos Cristina y Milei, seguro. No les interesa el país. La única alternativa racional de cambio es Juntos por el Cambio”. Y lo dijo a pesar de los roces internos.

En Tucumán ya hay peleas por ver quién se postulará a cada cargo, como si realmente fuera eso lo que está en la agenda pública. Ya se habla de cruces entre la ministra de Gobierno, Carolina Vargas Aignasse, y la diputada Rossana Chahla por ver quién será la candidata a intendenta por la Capital. Ambas trabajaron codo a codo durante la pandemia de 2020, pero parece que la política puede más y las diferencias saltaron. En tanto, no se ve una nueva figura que pueda dar el salto y aglutinar consensos a nivel nacional, más allá de la aparición de Milei, que juntó a miles de personas en Tucumán el sábado, algo que le trajo más alegría al oficialismo que a la oposición al advertir que Fuerza Republicana puede ser, otra vez, árbitro en un partido entre los dos frentes mayoritarios.

Los líderes, en tanto, parecen estar enfrascados en sus propias agendas, que lejos están de ser la del resto de los argentinos. En la semana de la entrega de los premios Nobel, bien vale recordar a César Milstein: “Soy lector de novelas, no de ensayos, porque no estoy interesado en las conclusiones que saquen los otros sobre las experiencias. Me interesa tomarme el trabajo de sacar mis propias conclusiones”. Claridad meridiana.

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