Intimidad: Bloqueo sexual, ¿cómo hago para revertirlo?

Intimidad: Bloqueo sexual, ¿cómo hago para revertirlo?

Hay etapas de nuestra vida en las cuales el sexo queda relegado o en un último plano. Ideas para reflexionar sobre nuestro deseo y parejas.

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Llegó septiembre, los días cálidos y una vibra primaveral que se augura en el aire (de muchas formas y con diversos motivos de alergia). Muy prontos al cambio estacional, esa energía también repercute en nuestra sexualidad.

Según varios trabajos e investigaciones científicas, esta época revitaliza nuestro deseo y nos vuelve más receptivos al sexo. No se trata de magia, sino de una mezcla de mayor exposición al sol, planes al aire libre y eventos sociales.

Con todas esas condiciones a nuestro favor, aunque parezcamos bien encaminados, hay a quienes igual les cuesta recuperar el goce en la cama. ¿Vos también te sentís “bloqueado”?

“Entre las consultas estrella en los consultorios siempre aparece el tema. La falta de ganas es vivenciada con muchísimo tormento cuando, en realidad, hay bastantes factores que repercuten en nuestra conducta y no necesariamente aluden a una enfermedad o problema físico u orgánico”, explica el sexólogo clínico Ernesto del Cristo.

Al contrario, la mente ejerce una gran presión sobre nuestro cuerpo. “En esta última década, son tantas las obligaciones y los estereotipos que se asocian a los vínculos de pareja que el placer termina por quedar relegado. Incluso mientras estamos en pleno coito parecería que siempre existe algo en lo cual pensar”, acota.

Revisión

Del Cristo propone tres sugerencias para acabar con el estancamiento sexual y recuperar, de a poco, nuestro bienestar.

1). Amar y desear también significa trabajar para acallar la costumbre y el desencanto.

Los años compartidos y la rutina suelen desgastar al deseo activo y reactivo y hacer que diezme nuestro interés sexual. Salir del bloque necesita de actos creativos (como animarnos a probar posiciones distintas, juguetes, cumplir fantasías dormidas) y ganas de darle un giro de tuerca a los hábitos.

“El sistema nervioso parasimpático es uno de los mecanismos que intervienen en la excitación. Cuando sentimos algún freno o inhibición, las señales neurológicas que envía nos desconectan del deseo. En caso de tener un bloqueo sexual, primero requerimos plantearnos de donde proviene el desgaste”, destaca.

Los factores más recurrentes aluden a inseguridades corporales, una baja autoestima y la comparación permanente entre nuestra relación actual y las pasadas. Sumado a la ansiedad anticipatoria y el temor a no satisfacer las expectativas del encuentro.

“Los miedos e inseguridades no se derriban de la noche a la mañana, pero conocer el foco del problema ayuda a su superación. También hay instancias donde la falta de química o compatibilidad dejan poco margen de acción”, señala Del Cristo.

2). Hay que dejar de forzarnos y permitirnos ponerle un stop al sexo.

Es común que pese al hastío o falta de ganas de intimar igual aceptemos los avances de nuestra pareja o alguien casual. Cuando nos autoforzamos luego el rechazo se refuerza porque el coito es visto como una obligación que tenemos hacia un tercero.

“Aprendimos que ser activos en el dormitorio es positivo; en especial, tras pasar muchos años con la misma persona o habernos sumergido ambos en la monotonía”, introduce el psicólogo.

No obstante, en ocasiones lo mejor es detenernos hasta que nos volvamos a sentir cómodos. “Todos atravesamos épocas en las cuales nos sentimos muy fogosos y otras en las que la libido se redirecciona hacia otra parte. Eso está perfecto, no tenemos por qué estar siempre predispuestos o deseantes”, enfatiza.

3). A veces la culpa la tiene el entorno. Modificar lo que vemos, puede ayudar a mejorar lo que sentimos.

El estado de nuestras emociones y mente repercute directamente sobre la sexualidad. Por eso, hay momentos en los cuales el bloqueo sexual puede deberse a la falta de descanso adecuado (al dormir en horarios erráticos o pocas horas), ansiedad por algún hecho puntual que nos afecta en otros planos (laboral, económico, familiar, etcétera) o el estrés.

“De igual manera (a menos que su punto de conexión sea el sexo), los amantes que discuten la mayoría del tiempo, no se ríen y ya no logran pasarla bien juntos poco disfrutarán de su intimidad si antes no resuelven con palabras y actos lo que les molesta”, destaca.

El ambiente representa otro punto al cual prestar atención. “Entre las parejas casadas con hijos o los convivientes resulta usual escuchar que el temor a ser descubiertos por los niños, la falta de limpieza de la habitación, el uso de la tele o el empleo del mismo espacio constantemente juegue en contra”, añade.

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