Ocho cualidades de los niños que deberían durar para siempre

Cuando crecemos se van durmiendo características de la infancia que son fundamentales para toda la vida. Estas son las razones por las que, según los expertos, deberías rescatar cada día tu niño interior.

21 Agosto 2022

“¡Me siento como un niño!”

Cuántas veces hemos escuchado esa frase en boca de un adulto. Extrañamos la infancia, poder divertirnos y jugar. Quizás como una forma de buscar esa libertad perdida.

Todo adulto conserva una parte infantil que no debería reprimir, sostiene la psicóloga Cecilia López, psicóloga especializada en infancia. Es muy importante recrearse en esa parte infantil toda la vida.

Aprender y absorber todo como una esponja, la curiosidad, la capacidad de asombro y la imaginación son algunas de las cualidades que caracterizan a la infancia y que no deberíamos perder cuando crecemos y emprendemos el largo camino a la adultez.

“Cuando somos niños experimentamos la pureza más grande como seres humanos, nuestra inocencia a flor de piel nos permite estar conectados con el mundo, percibir tal cual es la realidad, jugar con la imaginación y de esta forma poder sanar la realidad de cualquier adversidad que se nos presente. Por eso, el niño juega para sobreponerse instintivamente a la realidad dolorosa, para poder elaborarla. Y se siente el ser más feliz en la faz de la tierra realizando esta simple acción a través de su capacidad de creatividad e imaginación”, explica la profesional.

Sin embargo, a medida que crecemos y nos hacemos adultos, ese niño se va durmiendo e impide que los sentimientos profundos puedan manifestarse. “Se reduce la expresividad y la capacidad humana de disfrutar la vida. También se reduce la sensibilidad de percibir al otro. Las acciones se vuelven mecánicas y rutinarias y no conectamos en el mundo de esa manera repetitiva y estática. Se pierde la sensación de libertad, la creatividad, el placer. Y lo peor es que la mirada hacia el mundo se refleja con las mismas ausencias. Yo le llamo a esto: ya se olvidó de ser un niño”, apunta.

López nos aconseja recuperar la mirada a nuestro niño interior, rescatar de él esa pureza, limpiar esa coraza oxidada y salir al mundo de una nueva manera: disfrutar, imaginar, crear, sensibilizarse, abrazar y sentir el placer del contacto.

Hoy que celebramos el Día de las Infancias, tres expertos te recuerdan cuáles son las razones por las que deberías rescatar tu niño interior cada día.

1- Querer aprender y absorber todo como una esponja

Natalia Gronda, psicóloga especialista en niños, sostiene que una de las características más importantes de la infancia que deberíamos recuperar los adultos es la capacidad de aprender, o quizás de “aprehender” el mundo que nos rodea, poder verlo con ojos de niño, manteniendo la curiosidad, pudiendo abordarlo sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, y animándonos a preguntar sobre lo que no conocemos o no comprendemos.

“Esto nos permitirá abrirnos a nuevas experiencias y a nuevos vínculos, o al menos a ser más empáticos con quienes nos rodean”, señala.

2- Capacidad de asombro

No hay mejor sensación que la de experimentar algo por primera vez y dejar que la emoción nos llene por completo. Sin embargo, cuando somos adultos parece que ya nada nos sorprende. Esto suele pasar porque, según los expertos, asumimos que ya conocemos todo. O porque nuestras rutinas se han vuelto muy repetitivas y uniformes.

Recuperar esa capacidad de maravillarnos por algo (en contacto con la naturaleza o el arte, por ejemplo) es esencial. Según las investigaciones, el asombro nos hace más inteligentes y más creativos, agudiza las capacidades del cerebro, nos otorga una visión crítica de la realidad, reduce el estrés y nos ayuda a abrirnos a recibir nuevas oportunidades.

3- Expresar los sentimientos

Se supone que en la edad adulta ya logramos cierta madurez emocional y estamos en control de nuestros sentimientos. Pero para muchas personas grandes no es fácil expresarse, decir cuando algo nos emociona, cuando algo no está bien o nos sentimos mal.

“Debemos permitirnos emocionarnos, reconocer y poder expresar los sentimientos. En una sociedad que nos obliga a mostrar permanentemente imágenes de éxito y felicidad, silenciando nuestros estados de ánimo reales y ocultándolos, qué bueno sería reaprender a expresar las emociones no sólo a través del diálogo, sino de las vías propias de la infancia: la dramatización, la música y el movimiento, el dibujo o la pintura y, principalmente, el juego, recordando la importancia de reírnos y divertirnos, sin miedo al ridículo”, propone Gronda.

4- Jugar y divertirse

“Hay que disfrutar del juego”, sostiene María Alejandra Acosta, presidenta de la Fundación Payaterapeutas de Tucumán. Generalmente, el niño juega y el adulto trabaja. Por ello, los adultos que se conceden un tiempo para disfrutar de algo lúdico dicen que es para cultivar el cuerpo o la mente, aunque en realidad sea para divertirse y relajarse, buscando una justificación por tomarse ese momento de esparcimiento. Lo cierto es que se disfruta más cuando se juega de vez en cuando y por eso tiene muchísimo valor, señala Acosta. En ese sentido, no son pocas las empresas que están sumando espacios para el juego, en los cuales sus empleados se distienden. Porque -según aprendimos siendo niños- la mejor forma de hacer algo es conseguir que se convierta en una actividad divertida.

En una reciente entrevista con LG Play, Maritchu Seitún, especialista en crianza, confesó que decidió recibirse de psicóloga para jugar más de lo que incluso se había entretenido en su infancia. “Jugar es lo más importante que hace un chico; tiene que ver con aprender y procesar lo que le pasa. Durante el juego, se autocuran. Y es fundamental el acompañamiento de los adultos; su presencia amorosa”, señaló.

5- Seguir el instinto

Algunos lo llaman sexto sentido. El instinto es una habilidad que poseemos desde que somos chicos, pero que con el paso de los años la lógica y la racionalidad se ocupan de darle de baja.

Gracias a nuestro instinto, en muchas oportunidades nos animamos a probar cosas. Y eso es lo bueno. Aunque la mayoría de las veces no queremos escucharlo y, por miedo a salir de nuestra zona de confort, nos quedemos estancados.

6- Respeto y diversidad

Desde la niñez es muy importante aceptar que todos somos distintos, sostiene Acosta. Generalmente, los chicos no tienen prejuicios; los que los tienen son los adultos. Además, los pequeños tienen la cualidad de perdonar y no guardar rencores.

Los niños actúan de una forma mucho más natural y espontánea ante las personas con las que se cruzan en su vida.

7- Celebrar de los pequeños logros

Tal vez un niño, por su edad, ve cualquier pequeño logro como algo grande. Y eso es precisamente lo rescatable de su actitud. Sin dejar de tener una meta o un sueño más importante, debemos reconocer que cada pequeño paso que alcanzamos y que nos va acercando poco a poco a la meta, sugieren las especialistas. Cuando nos enfocamos en lo que vamos avanzando y no en lo que no logramos, se reducen el estrés y la angustia.

8- Creatividad e imaginación

Los niños tienen la capacidad de soñar en grande y de llevar al límite su creatividad e imaginación. ¿Cómo lo logran? Trabajando en ello, como señala Gronda: dibujando, pintando, creando con sus manos o en su mente.

Muchos adultos dejamos de lado las actividades creativas por falta de tiempo o porque no las vemos necesarias, pero está comprobado que el realizarlas trae múltiples beneficios; por ejemplo, ayudan a reducir el estrés, a mejorar la capacidad cognitiva y de solución de problemas, a incrementar la confianza y a permitir expresarnos. Esta habilidad lleva a las personas a que se planteen nuevas preguntas y desarrollen ideas para resolverlas.

Además de dibujar y de realizar otras actividades artísticas, los expertos recomiendan no abandonar nunca los juegos de mesa y los rompecabezas.

Volver a jugar

La importancia de cuidar la niñez, según Maritchu Seitún

“La niñez es lo que sienta las bases para la vida futura; nos arma para la vida. Por eso es importante que los niños estén cuidados, protegidos, que jueguen, que puedan procesar lo que les pasa de la mano de adultos que acompañen. Es muy importante que no estén solos frente a las pantallas, que les regalemos cosas que les permitan jugar”, aconsejó Maritchu Seitún, psicóloga especialista en crianza. Señaló que es fundamental que los niños vuelvan a jugar a juegos de roles y de cooperación. Y que los padres puedan brindarse un momento para ellos a través de un acercamiento lúdico. Una sugerencia es que se ofrezcan como juguetes vivientes.

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