El tarifazo y los cuernos de Moisés

El tarifazo y los cuernos de Moisés

Hay una escultura. Es del Renacimiento. Y resulta sobrecogedora. Tanto es así que la tradición pretende que su hacedor, cuando terminó de tallarla, a principios del siglo XVI, quedó tan absorto con la efigie que tomó su martillo y le dio un suave toque en la rodilla, como para llamar su atención, y le preguntó: “¿por qué no me hablas?”.

En la basílica de San Pietro in Vincoli, en Roma, se encuentra el Moisés, de Miguel Ángel. Representa al Moisés que baja del Sinaí cargando las Tablas con los Mandamientos, para consagrar un pueblo no a partir de un territorio, sino de una ley. Los músculos de los brazos parecen contraérsele. Las venas de los antebrazos y del dorso de las manos se le marcan con una vívida autenticidad. Y su mirada, entre extrañada y reprobatoria, pareciera reparar en los que adoran un becerro de oro con gesto de “nada han entendido”.

El cuadro se completa con un detalle poco menos que increíble: el Moisés de Miguel Ángel tiene cuernos. Para más datos, son dos.

Mala traducción

La razón de semejante oprobio es un error de traducción. San Jerónimo de Estridón, nadie menos que el traductor de la Biblia del hebreo y del griego al latín (el resultado es la Vulgata), encuentra en el libro del Éxodo el término griego “krn” (el alefato compila 22 consonantes y ninguna vocal) e interpretó que estaba ante la palabra “karan” (cuerno), cuando en realidad se trataba de “keren” (luminoso). Las Biblias actuales han corregido el versículo y dan cuenta ahora de que: “Cuando salía Moisés del Tabernáculo, los israelitas veían su cara despidiendo rayos de luz”. Las Vulgatas originales, en cambio, consignaba que “Los hijos de Israel vieron que cuernos emanaban del rostro de Moisés”.

Hay errores históricos cuyas consecuencias pueden terminar inmortalizadas en piedra.

Los argentinos, al respecto, podemos estar tranquilos: estamos inmunizados contra ese riesgo. No “por suerte”, sino por elección. Aquí (con más territorio que pueblo cohesionado por el cumplimiento de la ley), contamos con el kirchnerismo, que ha venido a traducir correctamente todo cuando nos ocurre. Y a llamar las cosas por su nombre, exorcizando las falacias que la derecha gorila ha esculpido en la conciencia de los engañados compatriotas.

Mala interpretación

No hay aumento de tarifas, argentinos, argentinas y argentines. Ese es un malintencionado error de traducción que el cipayismo vendepatria quiere forzar respecto de una política oficial gestada en la placenta misma de la Justicia Social: lo que el movimiento nacional y popular está concretando es una redistribución de los subsidios.

¿A partir de qué elementos montan la desinformación? De números fríos, de porcentajes impersonales, de cifras deshumanizadas.

¿Con qué intención? Desviar la atención de lo sustancial con detalles absolutamente menores. Hablar de “aumento de tarifas” es como hablar de los “cuernos” de Moisés. ¿Le puso osamenta marmórea Miguel Ángel a su escultura? Sí. ¿Tenía cuernos Moisés? No.

Ahora bien, ¿eso le quita belleza al resultado? No. Entonces, aprendamos de la historia, compañeros. El “relato” también es arte. Dirán que de nuestra épica sólo queda un rosario de ridículos sofismas, pero los cuernos del Moisés de Miguel Ángel también son ridículos y ahí están. ¡Y qué bonitos le quedan!

Dice la “opo” hoy (justamente cuando se celebra el Día Mundial del Orangután, porque no hay coincidencias sino que todo tiene que ver con todo…) que los usuarios de clase media que consuman más de 400 kw/h experimentarán en sus bolsillos el electroshock que implica una suba de, prácticamente, el 200% de la tarifa. Nos subestiman los opositores: aquí lo importante es que el juez de la Corte Suprema de la Nación, Carlos Rosenkrantz, dejará de enriquecerse a costa de los trabajadores porque ya no gozará de los 50.000 pesos de subsidio anual, con los que se daba la gran vida.

Machacan los golpistas con que aquellos burgueses que no se anotaron para conservar los subsidios (indebidos, siempre vale la pena aclarar) al servicio de gas que otorga el kirchnerismo (los negacionistas dicen que los da el Estado), afrontarán microincendios en sus billeteras con aumentos que rayarán el 90% de la tarifa. Otra maniobra distractiva estéril, porque creen que no nos demos cuenta que lo realmente trascendente es que Mirtha Legrand, mientras crítica a este gobierno de científicos desde sus “mesazas”, estaba volviéndose millonaria con el descuento anual de 89.000 pesos en las boletas de luz. Ahora vamos a ver si aparece tan “regia” como siempre…

Insisten los anglófilos traidores con que los clientes residenciales con ingresos medios van a sufrir algunos principios de ahogamiento con el aumento de la tarifa del agua, que rondará el 170%. Puro chapoteo para intentar tapar que el ya retirado futbolista Fabián Cubero (era una gloria de Vélez Sarsfield “Poroto”) se ahorró de pagar un dineral en la factura de la luz: en sólo un año se ahorró $ 25.000. ¿Para qué gastarse en jugar al fútbol con semejante dineral a favor? ¡Se acabó la avivada de los que hacen plata sin trabajar!

Entonces, dejen de buscarle el tercer cuerno a Moisés: ahora que se ha hecho pública esta situación, argumentan que toda esta gente no pidió los subsidios, sino que directamente se los asignaron porque era una política de Estado. Nadie dice que no: pero todos ellos amasaron fortunas gracias a lo que se ahorraban en la factura de la luz y no lo dicen. Ah, pero con esos mismos ahorros Lázaro Báez se compra todas las empresas constructoras grandes de la Patagonia o los Kirchner adquieren hoteles en El Calafate y les arman causas…

Mala oposición

Aquí lo que pasa es que este Gobierno tiene que enfrentar una cofradía de odiadores seriales que siempre se opuso a la redistribución de la riqueza impulsada por un oficialismo humilde, que si no fuera porque está obligado por ley a cobrar un sueldo sería, prácticamente, la primera orden mendicante de la política argentina. Y así como se oponen a que este gobierno haga socialismo con plata ajena (avaros: arderán en el mármol del infierno), han decidido, arteramente, estigmatizar todo principio de política de redistribución. Y se dedican a tomar su santo nombre en vano y desnaturalizarlo, como quien le esculpe cuernos al profeta más importante del judaísmo.

Basta de traducir mal la realidad. De una vez por todas, alguien lo tiene que decir:

• No hay inseguridad ni en la Argentina ni en Tucumán sencillamente porque no hay robos: hay redistribución de los bienes.

• No hay un abuso de los privilegios en kirchnerismo. Si la Vicepresidente cobra un haber previsional de $ 4 millones mensuales por su pensión como ex Presidenta y como viuda de un ex Presidente, mientras la jubilación mínima acaba de aumentar a $ 50.000, es porque hay una redistribución de los ingresos.

• La causa “Vialidad” es un invento. Hay redistribución de la asignación de las obras viales entre 2003 y 2015, todas financiadas al 100% por la Nación, y por eso al Grupo Báez le tocó el 78,5% de las contrataciones.

• No hubo 700 meses de prórroga para 39 de las 51 obras adjudicadas (equivalen a 63 años de demoras autorizadas) sino una redistribución del tiempo.

• El grupo empresario no abandonó 24 de las 51 obras adjudicadas: hubo una redistribución de las concreciones.

• No hay inflación, sino redistribución de los precios.

• No hay devaluación del Peso argentino por falta de respaldo de la moneda, sino redistribución de las reservas del Banco Central.

• Y no hay infidelidad: hay redistribución del amor.

Sin alusión a la escultura de Miguel Ángel, cabe aclarar…

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