En tiempos de crisis, ¿por qué es importante desarrollar la resiliencia?

En tiempos de crisis, ¿por qué es importante desarrollar la resiliencia?

El mundo actual plantea innumerables dificultades. Contar con los mecanismos necesarios para enfrentarlas es clave.

RESILIENCIA. Una capacidad cada vez más necesaria en el mundo actual. FOTO DE ARCHIVO / LA GACETA. RESILIENCIA. Una capacidad cada vez más necesaria en el mundo actual. FOTO DE ARCHIVO / LA GACETA.
12 Agosto 2022

La sociedad argentina atraviesa un período convulso marcado por la incertidumbre. La pandemia de coronavirus, la crisis económica o la guerra entre Rusia y Ucrania -por más lejana que sea- han provocado que la estabilidad que presentaba el mundo haya quedado en jaque. Esto ha tenido un impacto directo en la salud mental de las personas, especialmente en la de los más jóvenes que ven con desánimo y desesperanza el contexto actual.

Es por ello, que para poder hacer los desafíos que se plantean es necesario poner en práctica una competencia difícil de aprender, pero muy necesaria: la resiliencia. La Real Academia Española (RAE) la define como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversa. Pero, ¿cómo la adquirimos?

La psicóloga Cecilia Belén Benito lo explica así: “la resiliencia es un proceso complejo y multifacético, el individuo la descubre muchas veces cuando se enfrenta a una situación de crisis que provoca una ruptura en la cotidianeidad. Se compone de varios elementos: pensamientos positivos (aunque sean fugaces), capacidad de ajuste del individuo, hábitos, conductas y motivaciones (existencial, relacional y emocional). La voluntad de vivir es la clave de la resiliencia; es decir, la voluntad de sentido”.

“No es una característica absoluta y tampoco se adquiere de una vez para siempre. Es el resultado de un proceso dinámico y evolutivo que va a variar según las circunstancias: naturaleza del trauma, contexto y etapa de la vida”, agrega.

En tanto, la psicóloga Paola Varela Ituarte sostiene que desde la neurociencia se considera que una persona resiliente tiene un mayor equilibrio emocional, lo cual le permite hacer frente a situaciones límites.  “Brinda la posibilidad de tener una sensación de control frente a los acontecimientos y una mayor capacidad para afrontar los retos. Es un factor protector en nuestras vidas”, sostiene.

“Esta habilidad se construye. Para ello es necesario aprender a observar y a escuchar empáticamente nuestros sentimientos. Sobre esa base vamos a poder desarrollar gradualmente la tolerancia a la frustración. Así, vamos a poder tener comportamientos flexibles frente a los cambios que debemos afrontar”, precisa.

La especialista en terapia gestalt aclara que desarrollar la resiliencia no es una tarea simple y requiere un esfuerzo permanente.

“Hay dos obstáculos muy comunes que no permiten a las personas desarrollar esta capacidad. En primer lugar, la sobre protección de los padres que termina transmitiendo a los hijos un mensaje equivocado (no sabes, mejor lo hago yo o no confió en que puedas hacerlo) que muchas no lo verbalizamos, pero lo transmitimos con la actitud. Y en segundo punto, es la imposibilidad de los papás de aceptar los errores de los hijos lo que termina generando que estos pierdan el gusto por aprender”, advierte.

Saber diferenciar

La psicóloga Mariana Aguirre señala que no se debe confundir la resiliencia con el acto de evadir las dificultades. “Ante un problema tenemos dos caminos: la acción o la inacción. Cuando adoptamos el primero, que implica afrontar, atravesar y superar la adversidad, estamos hablando de resiliencia. En cambio, el segundo significa quedarse preso de la situación traumática”, puntualiza.

“Las personas que tienen la capacidad suficiente de salir de situaciones complejas son aquellas que muestran un alto grado de resiliencia. Esto no es un optimismo sin fundamento o un positivismo tóxico, sino una mirada realista del problema y la posibilidad de resolución o no de la situación, analizando las distintas alternativas y manejando las emociones que conlleva”, profundiza.

Los jóvenes

La adolescencia y la juventud son dos etapas de la vida plagadas de cambios para los seres humanos. Por esto, las especialistas manifiestan que es necesario que los más jóvenes sean capaces de desarrollar esta habilidad para mantenerse a flote frente al dolor o sufrimiento.  “Los niños y jóvenes más que nunca necesitan ser resilientes por la infinidad de riesgos sociales y estímulos negativos (adicciones, pobreza, inequidad, bullying, discriminación, entre otros) a los que están expuestos”, considera Ituarte.

Coincide con ella, Benito, quien añade que cuando los jóvenes perciben que no pueden enfrentar sus problemas, su comportamiento puede tener efectos negativos no solo en su propia vida, sino también en el funcionamiento de sus familias y de la sociedad.

“Ante cambios repentinos se originan sentimientos de inseguridad, duelos, emociones muy intensas y variables, por lo que la resiliencia tiene un rol valioso. La tolerancia a la frustración, la confrontación con su propia angustia, la transición y la aceptación de las pérdidas facilitan en la persona una resolución saludable, desarrollando la capacidad para comprender que la adversidad que se está presentando es un aprendizaje”, acota.

Para finalizar, Aguirre aconseja que para generar la resiliencia se debe evitar caer en la victimización y mantener una actitud positiva a la hora de resolver un percance. "Es necesario también rodearse de personas que presenten características resilientes, no pensar de modo trágico ni demasiado optimista y trabajar la seguridad e independencia tanto emocional como mental", concluye.

Producción periodística de Nicolás Córdoba

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