Ya no hay guaipos ni pavas del monte

Por Benito Carlos Garzón, abogado.

23 Julio 2022

Un deportista aficionado a las carreras de cross country bajaba por senderos desde lo alto de San Javier hacia La Sala. La finalidad de su entrenamiento era la carrera desde El Siambón (Raco) hasta Tafí del Valle, pasando por Anfama y la Ciénaga. En un recodo del sendero vio a un hombre de edad sentado en una piedra. El saludo surgió solo, al igual que la frase del hombre:

- Ahh, usted es corredor. Hace unos años venían a buscarme para que los lleve cazar guaipos.

- ¿Guaipos, aquí?

- Sí, señor. Yo era guía, pero de una sola persona que me pagaba y me asistía, porque era médico.

El deportista sintió curiosidad y se sentó al lado del anciano. Vio que tenía una alpargata rota, de la que salían flecos de lo que fuera un vendaje.

- ¿Y dónde lo llevaba a cazar?

- Allá arriba (dijo señalando hacia el norte). Allá donde están las cumbres del Taficillo. Pero la cacería aquí esta prohibida, esto es de la Universidad.

- ¿Nunca lo descubrieron los guardaparques?

- Bah... Los conozco a todos y sé cuándo están, sus horarios.

- ¿Y los tiros de escopeta no los guiaban para actuar?

- Mire señor, en la parte norte hay tantas cuchillas y zanjones que no cualquiera se orienta.

- ¿Y desde que la cacería de guaipos se extinguió?

- Y… desde que se enteraron otros cazadores… es tan cerca de la ciudad. Con el doctor fuimos a cazar pavas del monte, pero es muy sacrificado, hay que esconderse a la oración cerca de las aguadas y no prender ni un cigarrillo. Al amanecer se las espera bien enguillados hasta que bajan a tomar agua. Siempre cazábamos tres o cuatro pavas; pero el doctor se cansó. Llegar a las quebradas de la cima del cerro y pasar la noche helada sin prender un fósforo era mucho sacrificio. No era lo mismo que andar tras el perro, esperar que pare la perdiz, acercarse, darle la orden y esperar el vuelo. Era muy buen tirador el doctor; rara vez erraba el disparo. Pero ahora ha cambiado todo, ya no hay guaipos y el doctor no viene más. Andará cazando por otros cerros.

* * *

Estas reflexiones suponen que entre la UNT y el Gobierno provincial hay convenios o acuerdos para actuar de manera conjunta en la preservación de la Sierra de San Javier, ya que ambos propietarios son responsables del deterioro que sufre, por múltiples factores, el territorio que encierra al Gran Tucumán. Entendemos que es esencial potenciar la seguridad como garantía de la protección. Hay múltiples factores:

1) La Provincia aporta personal policial en cantidad notoriamente insuficiente. Véase, si no, las múltiples quejas de los ciclistas por carecer de vigilancia.

2) La UNT tiene personal para el cuidado de las instalaciones de Horco Molle. Tiene además convenios con los guardaparques, que tienen a su cargo el cuidado de un área de casi 15.000 hectáreas, lo que resulta totalmente insuficiente. Y no nos referimos al cuidado de la fauna sino a algo más grave, que es la usurpación de predios. Algunos de ellos que se han convertido en barrios privados, cuya recuperación llevará años por vía judicial. Ni tan siquiera existe una cartelería adecuada para hacer saber los límites infranqueables del derecho de propiedad.

3) A nuestro entender, y como parte sustancial del convenio de colaboración, debe constituirse una unidad policial o guardia rural que cuente con medios modernos de comunicación y recorridos permanentes por la Sierra. Sin esta guardia equipada y armada para el fin de protección de las usurpaciones no se contará con medios adecuados para el fin propuesto. No es difícil su labor, porque existen caminos troncales, aptos para actuar con motocicletas y con equipamiento tecnológico adecuado, tal como existen en países que protegen los espacios necesarios para la recreación y el cuidado del medio ambiente.

4) Es necesario integrar un organismo con representación universitaria y del Gobierno, que se encargue de monitorear el funcionamiento de los servicios para velar in situ la marcha del plan de protección.

No hemos encontrado reparo ni menos imposibilidad de la creación de este ente desde el punto de vista legal. Por el contrario, debe existir esto que describimos o cualquier otro que pueda cumplir la necesaria y urgente tutela de nuestro mayor bien ambiental. Si esta iniciativa tuviera éxito, caben en su desarrollo ONG, los centros de investigación de las universidades y los mismos habitantes de la sierra, que muchas veces sufren daños y robos en sus magras propiedades. Tanto en materia de turismo, recreación, cuidado de animales y especies en extinción son valorables. Pero ese esfuerzo debe ser mayor y cubrir toda la sierra.

Colofón: desde hace algunos años venimos señalando el deterioro del ecosistema de la Sierra de San Javier y sinceramente sólo aspiro a que se tome conciencia de que nuestro espacio protector corre serio peligro de perder el rol fundamental que significa San Javier en el territorio más poblado de la provincia. Si las autoridades -UNT y Gobierno provincial- se hacen eco del deterioro permanente del sistema de San Javier, nuestra inquietud habrá tenido éxito. La sierra ha sido motivo de investigaciones serias y corresponde convocar a quienes la estudiaron técnicamente. El ecosistema corre peligro y por ende todos nosotros también.

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