

Según lo establece la RAE, la superstición es una “creencia extraña a la fe religiosa y ajena a la razón”. Hay varios tipos de supersticiones, tales como “no pasar por debajo de una escalera”, “tocar madera para que un mal no lo alcance a uno”, “no casarse un martes 13 porque trae mala suerte”, etc., etc. Personalmente, creo que uno se vuelve supersticioso cuando toma conciencia de la finitud de su vida y de la existencia de la muerte. Antes, todo es juego, y cuando somos niños no nos afecta. Hay alguna gente que es muy supersticiosa y otra que, creo, es indiferente. Al respecto, voy a contar una anécdota de cuando hice el servicio militar. Yo pertenezco a la clase 1958, la primera que lo hizo a los 18 años. Allí tenía un compañero cuya mayor diversión era dar una información necrológica, como se hacía en esos tiempos en los diarios, la radio y la televisión, pero poniéndole el carácter de difunto a uno de sus pares. La mayoría lo ignorábamos, en tanto otros le daban poca importancia. Pero había uno que (al parecer) temía bastante cuando lo nombraba a él, por la forma en que se enojaba. Cuando el supuesto locutor decía en voz alta: “Necrológicas: a la temprana edad de 18 años, mientras se hallaba cumpliendo el servicio militar obligatorio, ha dejado de existir de manera imprevista, el conscripto Fulano de Tal; sus restos serán velados en la misma base militar”. En ese momento, era muy graciosa la reacción de aquel al que no le gustaba que le jugaran esa broma, ya que de inmediato lo interpelaba, diciéndole: “¿Sos tonto flaco vos o te cortaron verde? ¿No tenés una forma de divertirte que no sea tan estúpida y la repitas tanto?”.
Daniel E. Chavez
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