Desafinando
Desafinando

Desafinar.- Dicho de la voz o de un instrumento: Desviarse algo del punto de la perfecta entonación, desacordándose y causando desagrado al oído. (Diccionario de la Real Academia Española)

El discurso del Presidente de la Nación sonó desafinado ayer, en el patio trasero de la Casa Histórica. Alberto Fernández no se apartó de la partitura que trajo para leer. Pero entre las notas asentadas en el papel y la ejecución de su mandato había un punto de desviación. Y eso generó irremediablemente un ruido entre la historia de la patria y el presente de la Argentina.

“El territorio era y es inmenso”, manifestó en la introducción. “Cada ciudad tenía sus autoridades y vecinos, cada cual agitaba sus ideas, todos y todas querían intervenir”, dijo al minuto de su discurso. Incontestable aseveración: el 9 de Julio es la más civil de las fiestas históricas. Pero afuera, los tucumanos eran dejados a cuadras y cuadras de distancia por un vallado infranqueable. Más que ganar a la Ciudad Histórica como capital de la Argentina, los tucumanos parecieron perder ayer la capital de la provincia. El “Día de la Patria”, una vez más, fue privatizado: fue privado de ser público.

Siguió el jefe de Estado con una reivindicación de la gesta del pueblo argentino que declaró la Independencia cuando Europa vivía la Restauración posnapoleónica de sus monarquías, e intentaba recuperar sus colonias emancipadas. “Se forjó una unidad que requirió de mucho esfuerzo, de paciencia, de respeto en la discrepancia. (…) Sólo fue posible porque hubo voluntad de construirla. La unidad siempre es el fruto de la voluntad de los involucrados por concretarla”, proclamó el Presidente al que su vicepresidenta le pidió, durante todo el mes pasado, que “agarre la lapicera” y gobierne.

“La historia nos enseña que la unidad es un valor que debemos preservar en los momentos más difíciles. “Es entonces cuando asoman los agoreros que dividen y siembran el desánimo, sólo en procura de sus propios intereses. Con el pueblo dividido, sólo unos pocos sinvergüenzas ganan y millones se sumergen en la marginación y pobreza”, evocó el mandatario, a quien el ministro de Economía le daba un portazo hace apenas una semana, mientras Cristina Fernández de Kirchner lo fustigaba en otro de sus discursos impiadosas. Gracias a eso, la Argentina inauguró julio con el “riesgo país” en 2.600 puntos básicos, el dólar informal alcanzó los $ 280 y la inflación ya se estima en dos dígitos para este mes que recién comienza.

“Los mejores de nosotros, 200 años atrás, fueron capaces de colocar el interés general y nacional por encima de todo. Eso mismo debemos hacer nosotros en nuestra argentina del siglo XXI”, propuso el mandatario… A exactos 17 meses de que se cumpla su mandato.

Quedó en evidencia, en ese momento, que el ruido en el mensaje estaba dado porque el mensaje oficial iba a destiempo con la realidad. Esa realidad que el peronismo ha elevado a la categoría de “única verdad” en materia de política.

“Sueño con una Argentina sin centros ni periferias, con que cada habitante pueda encontrar en su ciudad o su pueblo el lugar para sus realizaciones familiares, laborales o profesionales. Sueño con una Argentina integrada que no se divida. Sueño con una Argentina plenamente federal”, anheló Fernández… que lleva casi tres años al frente del Poder Ejecutivo Nacional. El lugar al que todo político aspira para hacer realidad sus sueños, más que para seguir soñando. Por caso, cuando Martin Luther King Jr. pronunció en Washington el memorable discurso “Yo tengo un sueño”, en 1963, era pastor bautista, no funcionario público.

Después de soñar y de encomiar la unidad, volvió a la grieta. “Hace sólo un año atrás, los profetas del odio discutían la calidad de las vacunas y acusaban al Gobierno de envenenarlos”, rasgó el Presidente. Otra vez acertaba: es imperdonable que haya habido opositores militando el covid-19 y cuestionando vacunas sólo por su procedencia. El problema es que en el encordado del oficialismo hay un “vacunatorio VIP”, una demora jamás justificada para adquirir vacunas que no fueran chinas ni rusas. Y un cumpleaños en Olivos en plena cuarentena dura.

Para más inconvenientes con el compás, el mandatario, hablando de 2021 dijo en una misma oración: “descendió notablemente el desempleo y tuvimos la más importante temporada de vacaciones de los últimos años”. Entre 1816 y 2021, nadie se había dado cuenta de que el derecho a viajar colisionaba con el derecho a generar puestos de trabajo. Suerte que ahora en el ministerio de Economía está Silvina Batakis para combatir ese cáncer silencioso que es el descanso de los argentinos…

“Tenemos superávit comercial”, afirmó con justeza. Pero no explicó porque faltan dólares. “Hoy, aquí en Tucumán, vamos a entregar la vivienda 50.000 construida en nuestra gestión”, agregó. Pero no se trató de una vivienda construida, sino recuperada; y para peor no fue construida durante esta gestión.

Nada, sin embargo, fue tan estridente como el principio del final. “Venimos soportando en los últimos meses, pero sobre todo de manera pública y feroz en la última semana, una embestida de los grupos concentrados poderosos que quieren quedarse con toda la renta. (…) Son los mismos de siempre que siembran el desánimo, el temor, los rumores, que buscan vernos desunidos, que generan enfrentamientos. Porque es en ese clima de desánimo, de violencia, de incertidumbre, donde ellos ganan millones. Con nuestra miseria, ellos construyen imperios. Con nuestras tristezas, ellos amasan fortunas en paraísos fiscales”, punteó Alberto. Pero las notas no salían de la guitarra. Porque eso ocurre, pero no afuera del oficialismo.

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