Manzur prepara el test de resistencia política de Alberto Fernández

Los tres escenarios alternativos de una Argentina en crisis.

EN TUCUMÁN. El jefe de Gabinete, Juan Manzur, junto al presidente Alberto Fernández, en el acto de entrega de 100 camionetas a la Policía de la Provincia. Foto: Twitter @JuanManzurOK EN TUCUMÁN. El jefe de Gabinete, Juan Manzur, junto al presidente Alberto Fernández, en el acto de entrega de 100 camionetas a la Policía de la Provincia. Foto: Twitter @JuanManzurOK

El Gobierno no solo está rindiendo materias previas ante el mercado. Las tensiones con el dólar, el pago de los vencimientos de la deuda en pesos y la batalla contra la inflación son cuestiones que tienen que ver con la marcha de la economía que, a los tumbos, va ingresando al segundo semestre. La cosecha gruesa, a la que le queda cerca de un mes para la liquidación fuerte de divisas, no ha sido del todo aprovechada por la Casa Rosada, pese al fuerte reajuste de los precios internacionales de las materias primas que reclama el mundo y que produce la Argentina.

Mientras se buscan instrumentos que permitan alimentar temporalmente las reservas internacionales del Banco Central, el presidente Alberto Fernández ha descolocado a propios y a extraños con el viaje que ayer hizo a Jujuy para visitar a la líder piquetera Milagro Sala, dejando de lado una reunión de gabinete de ministros desconcertados y con poca presencia de aquellos que debían informar sobre la situación del país. Martín Guzmán sigue en el ojo de la tormenta. El kirchnerismo no ha cesado en su afán por cambiar al conductor del Ministerio de Economía. El propio Presidente, tras su regreso a Buenos Aires, respaldó con fuerza a Guzmán, que la semana que viene irá a Francia a negociar con el Club de París. Otro de los ministros que está en la picota es Alexis Guerrera, de viaje por el exterior. Las amenazas de paro y de interrupción del servicio del transporte de pasajeros por falta de gasoil sigue latente. Sin embargo, el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo Osvaldo Jaldo volvió ayer tranquilo desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con la novedad de que Guerrera no sólo girará regularmente hasta setiembre las compensaciones tarifarias para el transporte de pasajeros del interior, sino que desde octubre habrá un reajuste de las partidas, más cercanas a los $ 46.000 millones anuales que propuso el titular de Transporte que a los $ 38.000 millones que presupuestó Guzmán. Ese monto puede llegar a aumentar como una manera de sortear el reclamo de una redistribución de subsidios, más con orientación federal que con concentración en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Jaldo, asimismo, ha tenido su propia batalla interna. Los dirigentes de la Asociación de Empresarios del Autotransporte de Tucumán (AETAT) fueron el martes a decirle que era probable que se plieguen a la decisión nacional de interrumpir el servicio en horario nocturno por falta de gasoil. “Muchachos, prioricen la relación con la provincia. Aquí les abrimos las puertas para negociar y hasta anticipamos fondos hasta tanto se giran los de la Nación para que ustedes sostengan los costos del servicio”, les comunicó el gobernador interino. AETAT mantuvo el horario del servicio; el Gobierno sigue monitoreando de que eso se cumpla y que los usuarios puedan retornar a sus hogares cuando el horario laboral sea diferente al de la mayoría. Gasoil está llegando y muchas empresas cuentan con el combustible, señalan en la Casa de Gobierno.

Mientras tanto Manzur sigue negociando, fuera de agenda, con distintos sectores de la economía para que no haya más desbordes de los que se ven cotidianamente. El cortocircuito con la CGT no ha sido menor. Los sindicalistas consideraron que fue desprolijo que el Gobierno cite a un homenaje a Juan Domingo Perón, a 48 años de su fallecimiento, en la sede de Azopardo al 800, y no lo acuerde junto con la conducción de la central obrera. Será mañana a las 18. El jefe de Gabinete de la Nación tuvo que salir a poner paños fríos, bajar las tensiones y ponerse a convocar a los gobernadores para que asistan. Jaldo dirá presente. El gobernador interino ha recorrido más millas aéreas en los últimos 10 meses que en toda su vida. Mañana al mediodía volverá a subirse al avión oficial de la provincia para llegarse hasta el edificio cegetista. ¿Por qué ese acto es un test político para el Presidente? Alberto Fernández podrá establecer el grado de acompañamiento de la columna vertebral del movimiento nacional justicialista que preside (la CGT) y de los mandatarios provinciales que, no hace mucho tiempo, en Chaco, le reclamaron más gasoil y un plan antiinflacionario. Pero la constitución formal de la Liga de Gobernadores persiguió otro fin: que esos dirigentes territoriales recuperen el poder de decisión dentro del Frente de Todos, en medio de una fuerte interna entre el jefe de Estado y la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner. Juan Manzur juega de mediador en esta disputa interna. Habla permanentemente con Alberto Fernández, atiende el teléfono a todos los gobernadores que le reclaman medidas y hasta visita a Cristina para intercambiar opiniones. El sanitarista tucumano no quiere desaparecer del escenario político nacional. Por el contrario, intenta fortalecer su presencia, como también en la tercera sección electoral de Buenos Aires, donde tiene sus aliados en el distrito más grande de la Argentina. Todo suma a su causa, por más que no se concrete en 2023, pero se proyecte a 2027.

En medio de todo esta disputa peronista, el ministro de Desarrollo de la Comunidad de Buenos Aires y vocero de La Cámpora, Andrés "Cuervo" Larroque salió hoy a decir que observa a Cristina Kirchner como candidata a presidenta en las próximas elecciones de 2023, ya que, a su criterio, es "la única que todavía es creíble y que está dispuesta a enfrentar el poder", no sin antes volver a criticar al albertismo.

En su portal de consultoría https://www.politicsflix.net, el analista político Carlos Fara describe algunos escenarios alternativos que podrían darse si se agudiza el conflicto interno en el Gobierno del Frente de Todos.

1) Alberto despide a Guzmán por falta de resultados y acepta la opción de Sergio Massa como mandamás de todo el área económica. Massa se juega así una gran ficha. Si el sale medianamente bien y genera expectativas, entra en la grilla de presidenciables 2023, desplazando a Manzur y Daniel Scioli. Si le sale mal, formará parte del naufragio. ¿Massa llega con aval de Cristina? Ese será uno de los grandes interrogantes. Pero poco importa, si no que dependerá más de lo que haga y concrete. Ahora, ¿el tigrense llega para aplicar las ideas de Axel Kicillof o las de Martín Redrado? Gran diferencia. ¿Acaso aceptaría ser un ministro más, discutiendo con Scioli, Miguel Pesce, Julián Domínguez y los cristinistas todos los días? Muy poco probable. Si algo no le falta es personalidad para imponerse y ser un catch all del poder. ¿Massa llega para hacer lo que Cristina no quiere que haga Guzmán? Al final, en febrero de 2014, ella aprobó una devaluación controlada, arregló con el Club de París, con Repsol y estuvo a punto de cerrar con los buitres. Por personalidad, el líder del Frente Renovador no asumirá para que se diga que el bonaerense Kicillof le escribe el libreto. En síntesis, si Massa llega es para salvar la situación y proyectarse él. Si no, difícilmente asuma la responsabilidad. ¿Y Alberto cómo queda en este escenario? Una especie de Juan María Bordaberry, el tristemente célebre presidente uruguayo por pasar de presidente constitucional a dictador títere de las Fuerzas Armadas.

2) Alberto se va y deja el país en manos de Cristina. Muy poco probable, ya que las dos partes no lo desean, aunque como ya dijimos quizá no les queda otra. A esta altura, lo que todo el mundo oficialista quiere es que Alberto pegue algún golpe de timón para recuperar margen de maniobra.

3) Alberto sigue como hasta ahora, y espera a ver el índice de inflación de agosto. Puede ser, a procrastinar no le gana nadie. Pero claro, demorar una decisión, además de perder el efecto sorpresa, puede llegar demasiado tarde para resolver la cuestión. Eso significaría pensar en septiembre, porque en ese mes vence la friolera de $ 1 billón de deuda pública, que además es el mes en el que piensa Cristina que puede explotar todo. De modo que más de un actor debe tener pensando un plan B por si las cosas se van de las manos, y lo único a mano sea que Alberto se corra, o que se aplique el escenario 1 (con Massa o con alguien que desempeñe el rol descripto).

“Sinceramente”, el desmadre es mayúsculo y la inercia del poder lo está dejando a Alberto sin opciones. Pero claro, el futuro no está escrito en ninguna parte, apunta Fara, citando también una de las frases más optimista de John Maynard Keynes: “lo inevitable rara vez sucede; es lo inesperado lo que suele ocurrir”.

Así se mueve la Argentina, en medio de tensiones de mercado, cepos por doquier, pujas políticas dentro y fuera del oficialismo. El final sigue abierto.

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