Abrazo o clinch
Abrazo o clinch

Más que a la cárcel le temen a la indiferencia. Les guste o no esa es un verdad que persigue a los políticos como su propia sombra. Por eso, más de una vez el fracaso no es sinónimo de una mala gestión, sino de no haber sido elegido. Curioso razonamiento de un servidor público al que debería desvelarlo un yerro en su tarea y no un error electoral que es una cuestión exclusivamente personal. Estas cuestiones axiológicas dominan sus vidas: por eso hoy el país se hunde inexorablemente y la discusión de ellos se funde en el poder o en el proceso electoral antes que en cualquier otra cosa. Paradójicamente, el razonamiento del ciudadano común es exactamente a la inversa.  

Hay quienes dicen que en política todo es posible y Juan Domingo Perón lo explicaba con sus originales frases, cual si fuera un Maquiavelo criollo. Al referirse a su malogrado acuerdo con Arturo Frondizi en 1958 dijo: “en política a veces tenés que darle un abrazo a un tipo que en realidad querés tirar por la ventana”.

Esa definición asoma al interpretar los movimientos de los principales dirigentes políticos de la provincia. Y, toma más fuerza, cuando se mira en perspectiva la relación entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. La perspectiva ayuda en el arte o en la geometría para que un cuerpo pueda ser visto en cuanto a su posición y a su volumen. En política, permite comprender cosas mirando el pasado sin distraerse con los hechos presentes.

Al inicio del ciclo gubernamental de aquellos, en 2016, el entonces vicegobernador afirmó convencido, en un reportaje, que él sería el vicegobernador más leal del mundo. El tándem funcionó bien a lo largo del primer período de gestión, cohesionado por la amenaza del retorno al poder de José Alperovich, a quien hasta ese momento no se habían cansado de elogiar casi como si fuera la reencarnación de Winston Churchill.

Apenas pasada la elección de 2019, la armonía terminó bruscamente. Si hasta allí el reelecto gobernador había sido cauto con relación a su futuro -que se suponía asociado a la política nacional-, de repente el mundillo del círculo rojo provinciano empezó a escuchar la versión de que Manzur buscaría un tercer mandato, modificando la Constitución. Cabe suponer que más de uno de sus amigos del conurbano bonaerense, avezados zorros políticos con quienes compartía sus fantasías presidenciales, le pudo sugerir que para pisar fuerte nacionalmente debía retener el control del gobierno provincial.

Quizás sí, quizás no. Lo cierto es que apenas finalizó el escrutinio de la  elección que le dio su segundo mandato, comenzó a moverse en esa dirección, provocando la inmediata reacción de su vice, que entendía como tácito el acuerdo de que en la próxima le tocaba su turno, después de pasarse décadas “haciendo palotes para gobernar” .

¿Cuánto afectó la eficacia de la gestión del segundo mandato, que desde el primer día hizo crecer los celos, la competencia y la tensión entre ambos, hasta el punto de que el escenario provincial se tiñera de ese conflicto facilitando las cosas a la oposición? No vale la pena recordar las batallas y escaramuzas libradas, cada vez con mayor intensidad, a lo largo de 2020 y 2021, hasta que sucedió el hecho mágico de las PASO de septiembre, la crisis nacional del Frente de Todos y la sorpresiva designación de Manzur como Jefe de Gabinete.

De repente, los unió el poder, no el amor ni el espanto, y fumaron la pipa de la paz con sonrisas tan convincentes como si nunca hubiese pasado nada.

¿Realmente se había acomodado todo? Claro que no. Manzur no se resigna a perder el control de la provincia, por más que Jaldo repita una y otra vez que le desea el mejor de los futuros lejos de Tucumán y que se cuide de no tocar a funcionarios heredados de su gestión por más que piense que son ineficaces. Sobre todo porque el horizonte político aparece cargado de nubarrones para el oficialismo.

Cristina Fernández ya le pidió el divorcio a Alberto Fernández de Kirchner, quien ya no usa el apellido de casado pero no se resigna a entregar todos sus bienes -y menos aún a Martín Guzmán-. La vicepresidenta no escatima en mostrar su convencimiento de que es preferible un cambio de gobierno que la insoportable levedad de su ex socio en el gobierno, porque ella cree que terminará muy mal.

Manzur, claramente tiene un plan de mínima. Una candidatura “salible” del senador Pablo Yedlin le liberaría una banca en la Cámara Alta por cuatro años, lo que lo dotaría de una retaguardia inmejorable para un político de 50 años que ya alcanzó a jugar roles importantes en la principal liga nacional. Desde el recinto de “los padres de la Patria” (como les gusta  llamarse a sí mismos los senadores) se puede esperar tiempos mejores. No obstante, sabe que el tiempo es veloz y que si quiere conservar vigencia no puede entregar el control territorial de su provincia. Esa candidatura de Yedlin no necesariamente implicaría acompañar a Jaldo en la fórmula. ¿Y si se pierde en la provincia? Quizás más seguro sería que encabece la lista de diputados nacionales el próximo año… En política todo es posible.

En cualquier equipo se podría pensar en un acuerdo, sin embargo, la política se ha convertido en un reservorio de rencores y de traiciones. Por lo tanto, sería muy difícil para Manzur pensar en un acuerdo con Jaldo en el cual este último lo resguardara. Los antecedentes de la vida pública no ayudan a tener fe. Le sucedió a Julio Miranda con su delfín Alperovich. Y, este padeció lo mismo con sus “leales” escuderos, cultores del sijosecismo cuando manejaba el poder.

En definitiva, Manzur sabe que no dormiría tranquilo con Jaldo manejando a su antojo el poder.

Esto tal vez explica forcejeos, algunos públicos, otros no tanto, que asoman en el oficialismo. Algunas inquietantes señales son aquellas que afirman que desde la Jefatura de Gabinete de la Nación podrían promover la implementación de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Tucumán. Otro indicador es la llamativa precandidatura a gobernador del intendente de Tafí Viejo invocando un supuesto guiño de Manzur.

Panchos y Panchitos

Jaldo, en tanto, por la mañana se dedica a cruzar guantes con el intendente de la Capital, Germán Alfaro. Por la tarde, camina por la provincia apoyando candidatos. Porque aún cuando Manzur y Jaldo encuentren alguna salida a sus entuertos, los acoples van a reeditar la virulenta división entre ambos que se vivió en 2021. Los legisladores ya velan las armas para sus batallas en las tres secciones electorales. En el Oeste ya se habla de que Roque Alvarez y Raúl Ferrazano serán los primeros en la lista del jaldista Juan Antonio Ruiz Olivares. Como no tiene reelección, este se irá a apoyar a su hijo Juan Ruiz Moreno en la pelea con Francisco “Panchito” Serra, el hijo del intendente Francisco “Pancho” Serra, que también tendrá que lidiar por un lugar en la Cámara.

En Aguilares, el titular de la Legislatura Sergio Mansilla y su esposa Elia Fernández son otro de los misterios que están en esta sección. Ninguno de los dos tiene reelección y a ninguno se le va a echar la burra. ¿Harán un enroque? En sus entornos afirman que como Sergio ya fue senador y vice ad hoc no debería volver a ser intendente. “Pero por el poder baila el mono”, suelen recitar los abuelos. Hasta ahora la pareja no declaró un heredero.

Cuatro por cuatro

Tanto en Famaillá como en Lules la sociedad ya tiene por lo menos cuatro candidatos oficialistas. En Famaillá, la novedad es el lanzamiento del camporista Jesús Salim, que quiere seguir confrontando contra José Orellana, quien iría por la reelección. Además ya se anotó la ex cuñada del mellizo y ex intendenta Patricia Lizárraga, que hoy trabaja políticamente con Ruiz Olivares. El cuarto en discordia es Julio Zavala, dirigente cercano a Jaldo.

En Lules, la esposa del actual intendente, Marta Albarracín de Galía, ya ocupa la pole position. Pero otro de los pesos pesados de esas tierras es el ex intendente Julio César “Kelo” Dip quien también tiene asentado su auto. En la tercera fila hace pruebas de tanques llenos el concejal José Conde, en la escudería de Jaldo. El cuarto corredor podría ser el concejal Gabriel Salazar.

Perspectivas opositoras

En la oposición las discusiones son las mismas que las del oficialismo. Pero es una verdadera torre de Babel donde cada uno de sus integrantes hablan un idioma diferente. O, en todo caso, muchos quieren llegar a la cima de la torre. En esa pelea los dioses están en Buenos Aires y cada uno quiere tener sus bendiciones. Otros, más agnósticos, se niegan a aceptarlos. Con ese panorama desembarcó Elisa Carrió a la provincia y logró lo que nadie. En Tucumán, los referentes no pueden ni hablarse y mucho menos reunirse. Sin embargo, cuando Carrió los convocó todos fueron a sus pies.

La voz de José Cano, aún cuando no tiene el megáfono que dan los votos, sigue sonando fuerte en la vida de Juntos por el Cambio. Es también quien en los ratos libres que le dejan su armado político nacional con Gerardo Morales, viene desarrollando un plan de seguridad para un hipotético gobierno en la provincia. El experto en seguridad terminó atrapado en una filmación cuando discutía con el dirigente de CREO Manuel Avellaneda. Este no puede olvidar aquellos comicios de 2017 en los cuales, sobre la base de los acuerdos, era uno de los postulantes a diputado nacional, pero finalmente llegó la orden de los dioses porteños y lo desplazaron para que Facundo Garretón recibiera una banca de regalo. Avellaneda le criticaba no defender las decisiones locales. Toda una metáfora que quedó grabada en un video entrometido que fue filmado por un colaborador del legislador José María Canelada.

A esa reunión en la que Carrió alentó a trabajar por la candidatura de Roberto Sánchez, no fue invitado el intendente de Capital. En Juntos por el Cambio hay sectores que trabajan para dejar aislado a Germán Alfaro y otros que apuestan a mantener diálogos con el lord mayor aún cuando estén subidos al auto del corredor concepcionense. Alfaro, conocedor de estas lides, abrió el paraguas para tormentas y, en el acto, recibió las bendiciones de Patricia Bullrich y de Horacio Rodríguez Larreta. No obstante, cuando la semana que nunca más volverá empezaba a extinguirse tuvo una reunión pública con muchos comensales que pudieron ver que el vino con el que se brindó tenía una metafórica etiqueta: “Siempre tengo un Plan B”. Como si fuera la fórmula de la Coca-Cola, Alfaro no contará en qué consiste, sin embargo, una nueva estrategia está en marcha. Sus principales adláteres especulan si será aceptar un vicegobernación y conservar la intendencia o dar una pelea sin cuartel contra Sánchez. Por las dudas, los ententes oficialistas les viene bien a los de Juntos por el Cambio. Más de uno analiza qué pasaría si hubiera PASO comarcanas.

El protagonista

Uno de los protagonistas de la semana ha sido uno de los inquilinos del edificio de Las Piedras y Congreso. El fiscal federal Carlos Brito procesó a una veintena de empresarios de la construcción tucumana por sobreprecios en las obras que se llevaron adelante con el dinero que salió de los emprendimientos mineros y que se hicieron durante la gestión del ex rector de la UNT Juan Cerisola, quien también recibió embargos y fue procesado. Para ello recurrió al Registro Público de Comercio, a la Procelac (Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos) y a informes de un gendarme arquitecto. Las grietas nacionales tal vez ayuden a demorar estos procesamiento por supuestas corrupción a raíz de que no hay jueces para juzgarlos.

El fiscal federal Carlos Brito dio un mensaje: la impunidad a la larga llega al banquillo de los acusados. Pero también desestimó el pedido que hiciera el ex diputado José Vitar para investigar posibles sobreprecios en obras que encaró la SAT. En su dictamen quedó convalidado el método de adjudicación (bautizado desde entonces “precio promedio”) que descarta las ofertas más baratas de las empresas participantes.

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