“Aurora”, la promesa a la bandera y el falso patriotismo

“Aurora”, la promesa a la bandera y el falso patriotismo

“Aurora”, la promesa a la bandera y el falso patriotismo

Les preguntaron a chicos y chicas de escuelas primarias si entendían la letra de “Aurora”. Una encuesta confidencial que excluyó a los más pequeñitos y abarcó sólo los grados superiores. Sin excepciones, confesaron que no. Que no saben qué es eso de la “aurora irradial”, del “áureo rostro imita” y que “forma estela al purpurado cuello”. En otras palabras: que aprendieron la canción y la entonan por mecánica repetición cada mañana durante el izamiento. Pero entender qué están cantando es otra cosa. “Aurora” no es un símbolo patrio, pero esa bandera que la letra metaforiza como un águila guerrera sí lo es.

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En “Aurora” la bandera tiene una connotación divina (“del sol nacida, que me ha dado Dios”); se entiende entonces que no haya referencias a su creador de carne y hueso -Belgrano-. Y es también un estandarte bélico -de nuevo el águila guerrera- que se eleva en vuelo triunfal. Lo llamativo es que “Aurora” se canta en las escuelas fuera de contexto y este es un dato que los estudiantes (y muchos de sus docentes) ignoran. “Aurora” es en realidad una ópera y el fragmento escolarizado es el aria principal, llamado “Canción a la bandera”. Pero hay mucho más: el texto original de 1908 es en italiano y se lo tradujo mucho después, en la década del 40. Fue a instancias de la dictadura militar que encabezaron, sucesivamente, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrel, generales cortados por la tijera de un nacionalismo germanófilo -en plena Segunda Guerra Mundial- y ultramontano. Así se explica que, por decreto presidencial, “Aurora” se haya oficializado como la canción obligatoria que niños y niñas vienen entonando desde hace casi 80 años en el patio escolar. Aquel Gobierno de facto eligió ese contenido (Dios y el águila guerrera) para saludar cada mañana a la bandera. Y así quedó.

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Los símbolos patrios están ahí; la cuestión es, justamente, cómo se los llena de contenido. Ayer, 1.200 estudiantes de cuarto grado cumplieron con la tradicional promesa a la bandera en la plaza Independencia. ¿Qué significará esa bandera para cada uno de ellos? ¿Qué les representará? ¿Qué ven en sus colores, en su forma? Hace muchos años, con la democracia recién recuperada, se emitía por el viejo ATC un programa que hizo historia: “La noticia rebelde”. Fue toda una revolución en el periodismo argentino y muchos de sus fragmentos pueden verse en YouTube. El segmento de las entrevistas se iniciaba, invariablemente, con una pregunta. “¿Es usted un patriota?”, interpelaban al invitado de turno. Y la mayoría, perpleja, se iba por las ramas. ¿Qué es, en estos tiempos, un patriota?

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Nuestros símbolos son cuatro (bandera, himno, escudo y escarapela). A los dos últimos poco y nada se los usa; mucho menos se los considera -salvo cuando prendemos alguna escarapela en la solapa el 25 de mayo o el 9 de julio-. Con la bandera y con el himno se repite una práctica tan cuestionable como es la apropiación. Cuestionable e injusta, para ser precisos. Cada vez son más los grupos ideologizados que se apropian de los símbolos y se suponen legitimados cuando marchan con ellos. Muestras más de patrioterismo que de patriotismo. Si la bandera y el himno, en cuanto símbolos, están al servicio de la unidad nacional y nos identifican como un todo, cualquier intento de usarlos con un sentido agrietador es, cuanto menos, un acto de mala fe. Se los llena de un contenido que va a contramano del espíritu con el que fueron creados.

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Nadie es patria, todos lo somos, apuntó Jorge Luis Borges en su “Oda escrita en 1966”.

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El ritual de la promesa a la bandera siempre será emocionante en la medida que vaya más allá de la obligación impuesta por el calendario académico. En muchos chicos y chicas se notaba esa expectativa ayer, la percepción de que estaban ante algo trascendente. Representaban a 37 establecimientos, entre públicos y privados, de distintos puntos de la provincia. La consolidación de ese compromiso que asumieron desde la ternura de sus sentimientos ahora depende de su desarrollo personal, sinónimo de educación. Hicieron una promesa, sí, pero sería muy bueno que están plenamente convencidos de qué fue lo que prometieron y por qué lo hicieron.

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Educación para comprender que esos símbolos -esa bandera-, la patria que buscaban los conductores de “La noticia rebelde”, forman parte de una construcción colectiva. Que los símbolos no están vacíos, al contrario; pero que manipularlos y apropiarse de ellos va en contra de su esencia. De lo contrario será como la letra de “Aurora”, que todos cantan pero pocos, realmente, llegan a entender.

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