La guerra provoca una decisión inédita para el patrimonio mundial

El Comité de la Unesco se ve obligado a posponer indefinidamente la reunión que iba a llevar adelante este mes en Kazán, Rusia. Se trata de una medida sin precedentes en 45 años de sesiones ordinarias para resolver altas y bajas, y monitorear el estado de los sitios incluidos en la lista de bienes protegidos

CIUDAD DE ODESA. Al monumento al duque Richelieu lo protegen sacos de arena en el bulevar Prymorskyi. Pero está a merced de las bombas. CIUDAD DE ODESA. Al monumento al duque Richelieu lo protegen sacos de arena en el bulevar Prymorskyi. Pero está a merced de las bombas.
Irene Benito
Por Irene Benito 14 Junio 2022

La presión de Ucrania y sus aliados se impuso en la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y quitó a Rusia la condición de país anfitrión de la sesión ordinaria número 45 del Comité del Patrimonio Mundial. La reunión, que iba a comenzar el domingo próximo en Kazán, fue “pospuesta” indefinidamente. La Unesco se limitó a informar que la postergación había sido dispuesta tras una consulta con la Oficina Ejecutiva del Comité -integrada por la Argentina y otros seis países- que preside el diplomático ruso Alexander Kusnetzov y que ofrecerían más detalles acerca de la situación en cuanto fuera posible. Es la primera vez que una medida de este tipo es adoptada como consecuencia de un conflicto armado en 45 años de revisiones periódicas de la lista que registra los bienes de la humanidad.

La suspensión sin fecha del encuentro internacional había sido reclamada por el Gobierno ucraniano mediante el ministro de Cultura y de Política de la Información, Oleksandr Tkachenko. Desde el comienzo de la invasión rusa, Tkachenko consideró una afrenta que la sesión de 2022 del Comité tenga lugar en un país acusado de atentar contra plazas, museos, templos, monumentos y edificios valiosos, cuyo accionar respecto del patrimonio ucraniano está siendo monitoreado por la propia Unesco. Según el ministro, Rusia debía ser excluida del organismo encargado de velar por el patrimonio de la humanidad. El boicot contra la reunión en Kazán llegó a sumar las adhesiones de al menos 46 naciones y de un número significativo de instituciones culturales.

La decisión de sesionar en Rusia había sido adoptada en julio de 2021 en la reunión número 44 que China organizó con el formato virtual debido a la pandemia de covid-19. La de Kazán iba a ser la segunda sesión del Comité del Patrimonio Mundial en el país presidido por el autócrata Vladimir Putin: la primera vez había tenido lugar hace 10 años en San Petersburgo. El lanzamiento de lo que el Kremlin denomina “operación especial para desnazificar y desmilitarizar” a Ucrania torció aquellos planes. También cambió el foco de la Unesco: ocurre que el Gobierno de Volodimir Zelenski atribuye a Putin la intención de exterminar la cultura ucraniana.

Pese a los reclamos para cancelar o trasladar la cita de Kazán -Tkachenko proponía celebrarla en Lviv-, la Unesco tramitó la controversia de manera discreta y finalmente prevaleció el criterio de una postergación abierta. La agencia de información oficial rusa TASS asignó la postura a la política de sanciones de Occidente y refirió que aún seguía en pie la posibilidad de recibir a los 21 miembros del Comité en Kazán, entre ellos, a la embajadora argentina Marcela Losardo. “Sólo quisieron bajar la temperatura al tema”, explicó Grigory Ordzhonikidze, secretario ejecutivo de la representación rusa ante la Unesco. Los países e instituciones que exigían un cambio de sede habían alertado sobre el riesgo de ausentismo generalizado y de que todo terminara en un escándalo que desprestigiara a la política de conservación del patrimonio cultural de la Organización de las Naciones Unidas.

Anfitrión transgresor

La ofensiva militar de Rusia en Ucrania no sólo obligó a más de 6,5 millones de civiles a huir de su país, sino que también convirtió en escombros a ciudades enteras, como es el caso de la urbe portuaria Mariúpol hoy en manos de las fuerzas del autócrata Putin. En un reporte del 10 de junio, la administración de Zelenski aseguró que había documentado la destrucción de 388 sitios de interés para la cultura, la mayoría de ellos emplazados en Járkov, el segundo conglomerado urbano de Ucrania. La devastación avanza con rapidez si se considera que hacia comienzos de abril la Unesco había detectado 50 “víctimas culturales”.

La agencia de las Naciones Unidas desarrolla desde marzo un seguimiento satelital de los sitios bombardeados por Rusia con la prioridad de preservar los siete bienes incluidos en la lista del patrimonio mundial. “Debemos salvaguardar el patrimonio cultural en Ucrania como testimonio del pasado, pero, también, para lograr la paz y la cohesión en el futuro”, había expresado Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, al comienzo de la guerra. La entidad de Azoulay también puso en marcha programas para asistir a las artistas ucranianas en el exilio y a los periodistas que informan desde el campo de batalla. El impacto de la invasión rusa quedó en evidencia en mayo, en la Conferencia Global por el Día Mundial de la Libertad de Prensa (Punta del Este, Uruguay), donde el periodista laureado con el Nobel de la Paz, Dmitry Muratov, expuso sobre la maquinaria de propaganda del Kremlin.

En tales circunstancias delicadas debía reunirse el Comité del Patrimonio Mundial y debatir acerca del estado de los bienes protegidos, así como resolver altas y bajas en la lista, y llamar la atención acerca de los sitios en peligro. En una carta abierta coordinada por Reino Unido y remitida a los Estados que integran el Comité, los aliados de Ucrania añadieron que estaba en juego la credibilidad de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural aprobada en París, en 1972. La misiva subraya que la reunión de este año es especialmente importante porque debía celebrar los 50 años de aquel acuerdo, pero que ello era inviable en Rusia puesto que, con su accionar militar, ese país había transgredido su compromiso de cuidar el legado cultural de la humanidad. Los 46 países firmantes añadieron: “es imposible pensar que ese mensaje pueda emitirse desde Kazán”.

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