Informe especial de "Panorama Tucumano": ¿se está hundiendo San Miguel de Tucumán?

Informe especial de "Panorama Tucumano": ¿se está hundiendo San Miguel de Tucumán?

Funcionarios -actuales y de administraciones anteriores- y un geólogo explican las causas por las cuales algunas calles y edificios muestran este tipo de fallas.

25 Mayo 2022

Los fenómenos se tornan cada vez más frecuentes. Peatones y, sobre todo, automovilistas los advierten desde un primer momento, y son testigos de cómo van avanzando hasta que, indefectiblemente, se vuelve ineludible la intervención de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán.

En los últimos años, varias calles del centro de la capital mostraron hundimientos el algunos de sus tramos. Para mencionar solo algunos ejemplos, Mendoza al 200, en 2013 -repetido recientemente-; Córdoba al 400, en 2016; Córdoba al 300, en 2019, y San Juan al 600, este año.

Pero esta situación no se da solamente en las arterias, que deben soportar el peso de autos, de motos y de colectivos. Algunos edificios también mostraron signos de hundimiento, como el museo provincial Timoteo Navarro o el Mercado del Norte, clausurado hace poco más de un año. Y no se trata de algo privativo de inmuebles viejos: edificios nuevos, construidos sobre suelos húmedos, dan cuenta de este fenómeno.

La periodista Florencia Bringas elaboró un informe para “Panorama Tucumano”, sobre los hundimientos en la ciudad. Para ello, conversó con funcionarios -actuales y de anteriores administraciones- y con un geólogo, que explicó las causas por las cuales algunas zonas de la ciudad se hunden.

“El suelo se humedece, pierde su capacidad portante y empiezan los hundimientos; por ejemplo, por alguna pérdida de agua. El agua siempre busca el camino más fácil; y si no tiene posibilidad de salir a la superficie humedece el suelo circundante a la conexión”, explicó Augusto Guraiib, interventor de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT).

Añadió que desde 2020 el organismo provincial está llevando adelante un plan de renovación de cañerías. “El crecimiento demográfico no fue acompañado por infraestructura; esta siempre corrió por detrás”, admitió.

El secretario de Obras Públicas de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, Alfredo Toscano, citó un estudio que el municipio había encargado hace años. “De allí surge que los hundimientos se deben a que las napas están muy altas. El sistema de agua y de cloacas es obsoleto, y está roto; entonces, las aguas circulan sin ningún tipo de canalización bajo la tierra”, señaló.

Contó que un edificio a estrenar de Laprida al 200 aún no puede ser habilitado, debido a que se produjeron hundimientos. Y añadió a los ejemplos de deterioros la iglesia San Francisco, actualmente en reparación, y la mismísima Casa de Gobierno.

“Hay que cambiar el sistema de agua y de cloacas. Es cierto que se requiere de una inversión millonaria, pero el Gobierno provincial debe buscar esos fondos”, manifestó.

Luis Lobo Chaklian, que estuvo casi dos décadas al frente de la Subsecretaría de Planificación Urbana de la Municipalidad de la Capital, cuestionó que muchas veces las urgencias no dan lugar a que las reparaciones solucionen el problema de fondo. “Aunque no es el único problema, el del agua es el que más impacta. Cuando empieza a correr hace un agujero, que arrastra el pavimento. Y muchas veces la compactación no es la adecuada, porque la desesperación por habilitar ya la calle hace que el hormigón no fragüe bien; y se sabe que el agua es el enemigo natural del asfalto”, afirmó.

El geólogo Juan Carlos Valoy enumeró algunas causas por las cuales se producen los hundimientos en San Miguel de Tucumán. “Las pérdidas de los ductos de agua potable o cloacales provocan una erosión interna. Los caños se rompen debido a la vejez; y el agua ácida y a presión elimina la fracción fina del suelo (arcillas y limo arcilloso), y por gravedad las arrastra hacia abajo y al costado, dejando el suelo como una esponja: el pavimento se asienta y provocan una deformación”, dijo.

Señaló que la falta de drenajes subterráneos de gran volumen impide que las aguas pluviales desalojen las calles, por lo cual estas permanecen horas y hasta días sobre los pavimentos y esta se infiltra por debajo de estos y saturan el suelo de apoyo.

Otra causa es la mala calidad de los asfaltos. “Los pavimentos flexibles se deforman con el calor y con el tránsito lento de ómnibus y de camiones, cosa que no ocurre con pavimentos rígidos (hormigón)”, indicó.

Y a modo de soluciones parciales propuso: “multar y que reparen las zanjas que ejecutan los particulares o empresas subcontratistas; exigir a las nuevas construcciones que dispongan de una cisterna para tomar las aguas pluviales y retardar esos caudales, e inspeccionar construcciones viejas e intimar a los dueños que tengan pérdidas de agua.

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