Durante los primeros días de enero hice pública mi situación como pequeño comerciante, atravesando serias dificultades económicas para continuar con la actividad debido a los continuos incrementos en los servicios y la caída en las ventas. Dije que, de no variar esto, me vería obligado a cerrar las puertas. Esto lamentablemente ocurrió el 4 de febrero, quedando así tres familias sin empleo. Sumada a la situación general, que me causa enorme frustración, veo que el municipio de Lules no tiene un solo programa que fomente, ayude y proteja la actividad comercial. Por ejemplo, ejecutando medidas contra el ingreso ilegal de la mercadería que semanalmente llega desde Bolivia, en micros que se estacionan frente a la plaza principal y a escasos metros del despacho del Intendente. Esta mercadería compite con quienes pagamos alquileres, sueldos, aportes, impuestos, tasas y contribuciones, y nos perjudica dado que quedamos en desventaja comercial. Cuando se le solicitó la aplicación de medidas, un funcionario municipal informó que “carecen de personal para esos controles”.
Verónica Cabrera Guzmán