El malestar que ha crecido, a seis años del Bicentenario

El malestar que ha crecido, a seis años del Bicentenario

09 Abril 2022

Con frecuencia se escucha en los discursos hacer promesas, incluso con la convicción de que se van a concretar en un tiempo cercano. Y tal vez el que las hace cree íntimamente en lo que está diciendo, pero el tiempo se ocupa de poner las cosas en su lugar. Tucumán ocuparía, sin duda, uno de los primeros puestos si hubiese un ranking de deseos incumplidos a nivel dirigencial. Las palabras pierden valor cuando se las vacía de significado, no haciéndoles honor a su contenido.  

Los aniversarios patrios suelen ser especiales para florear los discursos con anuncios de futuras acciones de gobierno, así como de proyectos, por ejemplo, el 9 de julio de 2016, oportunidad en que los argentinos celebramos 200 años de la declaración de la Independencia. Días antes de la conmemoración, nuestros representantes judiciales provinciales, nacionales y federales hicieron votos por el federalismo, el acceso a la justicia, la protección de la población vulnerable, el cuidado del ambiente, la defensa de la república, la lucha por la transparencia y contra la corrupción. Los legisladores no se quedaron atrás y ratificaron su compromiso de trabajar por la construcción de igualdad de oportunidades para todos, la universalidad y calidad de la educación pública y el trabajo digno, así como el cuidado del medio ambiente y el desarrollo sustentable para las próximas generaciones. Deseos generales con los que nadie puede estar en desacuerdo.  

Tampoco faltaron las expresiones de deseo de lograr la unión de los argentinos y en particular, de los tucumanos, así como promover el patriotismo, el respeto por el otro, la dignificación de los cargos públicos, zanjar las diferencias políticas, trabajar juntos tras un objetivo común, apostar al diálogo como una posibilidad de dejar atrás la grieta. LA GACETA publicó ese año la Revista “Pasado mañana” con opiniones de un amplio espectro de nuestra sociedad acerca de cómo podría llegar Tucumán al Tricentenario. Adolescentes de una escuela media de Trancas se pronunciaron: “El cambio que yo quiero para Tucumán es que los políticos, ya que piden nuestro voto y que prometen tanto, cumplan y sean más solidarios; que dejen de pensar en su bienestar y que piensen en nosotros. Que los jóvenes dejen la delincuencia, las drogas y los niños que dejen de vivir en las calles... que haya más ayuda para estudiar, más fuentes laborales; que la Policía haga cumplir la ley, que podamos salir a la calle sin miedo de ser violadas, secuestradas, maltratadas o terminar muestras bajo un puente o al lado de un río”, dijo Fátima Vera. Andrea Ortiz deseó que Tucumán fuera dentro de 50 años “el lugar en el que todo ser humano desee vivir; un lugar de paz y seguridad, limpio, donde se pueda vivir sin dificultad y libre de toda maldad... casi todos se preocupan, pero son pocos los que llevan adelante acciones concretas”.

A casi seis años del bicentenario, los problemas crónicos se han profundizado. Salir a la calle en cualquier parte de la ciudad es cada vez más peligroso, el vecino está a merced de los delincuentes, por lo general, drogados, que son capaces de matar incluso si una persona no se resiste al asalto. La droga sigue haciendo estragos entre los jóvenes. Cada vez hay más gente buscando comida entre las bolsas de basura. El malestar social se refleja en las constantes manifestaciones y los cortes de calles y rutas. El transporte público de pasajeros es deficiente. Lejos de apaciguarse, la grieta se ha ahondado, agravada por la crisis brutal que trajo la pandemia. Ahora que se avanza hacia la “nueva normalidad”, bueno sería retomar las promesas del Bicentenario para encontrar el modo de hacerlas realidad.

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