San Martín: la mitad del vaso lleno

San Martín: la mitad del vaso lleno

De Muner prefiere tomar lo mejor del empate: “el rendimiento fue realmente tremendo”, dijo

DE NO CREER. Pablo De Muner, sus colaboradores y los futbolistas no podían entender que se les haya escapado un partido que fue muy favorable a San Martín. DE NO CREER. Pablo De Muner, sus colaboradores y los futbolistas no podían entender que se les haya escapado un partido que fue muy favorable a San Martín. Foto de Ignacio Izaguirre - Especial para La Gaceta

“El resultado es inexplicable. Pero algo habremos hecho mal para que eso suceda, o debe haber tenido alguna virtud el rival”, afirmó un Pablo De Muner en estado puro, antes de abandonar en la noche del lunes el estadio Centenario de Quilmes.

Pasional como pocos, el entrenador de San Martín repitió varias veces el sustantivo “orgullo” para resaltar el trabajo de sus dirigidos, que durante unos 70 minutos superaron claramente a su oponente. Y también la palabra “frustración”, por ese tramo final en el que su equipo perdió el control del juego y permitió que el “Cervecero” rescatara un agónico empate 2-2.

“El rendimiento fue tremendo, de lo mejor que hicimos en el torneo. Fue un espectáculo lo que jugó San Martín hoy. Es un resultado totalmente injusto, no hay dudas de eso. No me sorprende este equipo, trabajamos para eso, fuimos muy superiores, realmente muy superiores, muy superiores…”, hizo su catarsis “Tomate” ante los periodistas en Quilmes.

“Les hablo a corazón abierto”, confesó. “Opto por sentir orgullo, me siento pleno, identificado con cómo juega el equipo. Opto por golpearme el pecho por eso; hay otros que si quieren castigar y estar con el palo para buscar culpables, perfecto, pero no nos golpeemos el pecho cuando el equipo gana y lo hace de la manera que lo hace. Porque esto es una identidad que viene de hace un año”, defendió su trabajo el DT.

No hay dudas de que San Martín fue una “maquinita” durante buena parte del partido en el sur del Gran Buenos Aires.

Tanto como que su rendimiento se empezó a descascarar a partir de la salida de un maravilloso Tino Costa y de sus dos laterales, Ulises Abreliano (calambre) y Lucas Diarte (lesión muscular en el isquiotibial). “Lo de los laterales y lo de Costa fueron cambios obligados. Me gustaría que Tino juegue muchos más minutos de lo que hace; pero bueno, ya hemos hablado con él y hay que administrar los tiempos”, reveló De Muner. Y aclaró: “Hay gente que está para entrar; se prepara igual que el resto, no es momento para buscar culpables, sino para tener orgullo”.

Volviendo a la frase que abre esta nota: quizá sí se puedan ensayar algunas explicaciones a un empate que dejó un amargo sabor de boca, que supo a derrota aunque no lo fue.

Las bajas de los dos laterales cuando promediaba el segundo tiempo fue la peor noticia posible para De Muner, que justamente optó por dejar fuera del banco al único lateral natural que había viajado a Buenos Aires: Franco Quiroz. “El año pasado siempre llevábamos al banco un lateral y un central, ahora se ha achicado el cupo de 20 a 18 y bueno, llevás a un central o a un lateral, no podés llevar dos defensores al banco. Siempre he llevado dos delanteros, dos extremos, pensando en ir a buscar en caso de que el partido no se dé”, justificó su decisión.

Se entiende lo de los cambios obligados, aunque no tanto el relevo de Valentín Larralde, de buen partido. Con su salida, el entrenador terminó de desarmar el mediocampo y el equipo perdió la tenencia. “Hoy con los cambios era apostar a un pieza por pieza, porque lo estábamos haciendo muy bien. Por ahí se le hizo muy difícil el partido a alguno que le ha tocado (entrar) y también uno es responsable de eso. No me hago el distraído ni mucho menos, pero no creo que el partido se haya perdido ahí”, respondió a una consulta de LG Deportiva.

El rival tuvo sus méritos también. Porque “olió sangre” y le saltó a la “yugular” al “Santo” y llegó al empate a los “ponchazos” (De Muner dixit), pero llegó. En definitiva, todos los goles valen uno.

Las modificaciones de Leandro Benítez (sobre todo el ingreso de Enzo Acosta) pagaron dividendos, a diferencia de lo que sucedió con un San Martín al que le volvió a faltar una referencia de área clara (no se vio la mejor versión de Juan Miritello). Y Milton Céliz tampoco pudo gravitar cuando entró, minutos antes del descuento del local.

Y antes de despedirse, De Muner apeló a la filosofía y volvió a abrir el corazón con un monólogo.

“Todavía queda mucho por delante. Prefiero hacer foco en cómo jugamos, sin dejar de lado lo negativo, que nos empataron y cómo se dio”.

“Pero esta categoría tiene eso, la vida tiene eso… de golpe todo lo que construís se derrumba, pareciera como que nada sirve, y no es así. Sinceramente no es así. Prefiero quedarme orgulloso de lo que hizo el equipo y quédense tranquilos, que lo va a demostrar”, remató.

Vuelta al trabajo

La delegación “santa” retornó ayer desde Buenos Aires y quedó licenciada hasta hoy. Por la tarde, en el complejo “Natalio Mirkin”, los jugadores se reencontrarán para comenzar a preparar el duelo del próximo lunes, desde las 21.10 en La Ciudadela, contra Independiente Rivadavia de Mendoza.

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