“Si uno se queda en la idea del héroe, lo que no puede hacer es hablar”

“Si uno se queda en la idea del héroe, lo que no puede hacer es hablar”

En su libro Tecnologías de la impunidad, denuncia el intento de ocultar violaciones a los derechos humanos contra soldados durante la guerra de Malvinas.

03 Abril 2022

“Me hacen tirar la comida, la mezcla con mierda humana y me la hicieron comer, comenzando a pegarme, me deforman la cara de los golpes, me golpean con el fusil FAL una en la costilla, me quiebra tres costillas y la clavícula, casi pierdo el ojo derecho, me hicieron caminar por la zona minada ida y vuelta dos veces”, reza el testimonio de un excombatiente incluido en la causa 1.777/07, que investiga torturas y malos tratos que sufrieron los soldados conscriptos por parte de sus superiores durante la guerra de Malvinas. De los pormenores de la causa y de esos testimonios da cuenta el abogado y docente universitario Jerónimo Guerrero Iraola en su libro Tecnologías de impunidad (Edulp/Cecim).

-¿ Qué son las tecnologías de impunidad?

- Las tecnologías de impunidad es un sintagma que surge para dar respuesta a una vacancia. Había un hueco en mi quehacer profesional en relación a la causa Malvinas, en relación a las torturas cometidas por miembros de las Fuerzas Armadas en perjuicio de los soldados conscriptos. Un sintagma que tiene un estricto carácter instrumental, que está pensado desde la academia para la justicia y tiene que ver con las acciones políticas, burocráticas e institucionales que fueron montadas y diseñadas por las FA, un poco antes de finalizada la guerra y tras su finalización para que los hechos que habían sucedido en las islas quedaran impunes. Esto tiene dos dimensiones por un lado el montaje referido, un andamiaje del Estado puesto al servicio de la impunidad. Por un lado desde una perspectiva personal, la introyección del sujeto cuyos derechos habían sido vulnerados, los soldados conscriptos y la idea de que no debían hablar, con la imposición de silencio, y por otro lado a través del montaje de un relato público, de un relato histórico, de un relato épico que es la gesta militar. Han sido tan precisas estas tecnologías de impunidad que llevaron a los sujetos vulnerados a una doble disyuntiva: a vencerse a sí mismos y a vencer a la historia a la hora de poder contar lo que les había sucedido, porque también había un relato muy al servicio de estas tecnologías que es el relato del héroe. El héroe no llora, el héroe está en el bronce y no sufre. Y si uno se queda en la idea del héroe más en la lógica hollywoodense justamente lo que no puede hacer es hablar, por esa falsa dicotomía de que no se puede ser héroe y víctima. Entonces lo que permite visibilizar el concepto es que en Malvinas se cometieron crímenes de estado.

- En el libro aparece el testimonio del ex combatiente Hugo Robert, quien niega eso de que “las balas silbaron para todos” y de “que la guerra no distinguía de grados” para remarcar que los que pusieron el pecho fueron los soldados. Pensando en eso, en la construcción del relato de la épica y la heroicidad como parte de las tecnologías de impunidad, pero también en el sentir popular de la gente que ve a los soldados como héroes a partir de las vicisitudes y carencias que sufrieron. ¿Cómo habría que verlos?

- Creo que no hay contraposición alguna. Lo que pasa es que la dictadura logró poner todo en el mismo lodo, y al hacerlo es muy difícil dar a cada uno lo suyo, lo que corresponde. Los conscriptos fueron héroes porque honestamente emprendieron esa dimensión anticolonial aun no habiendo elegido la carrera militar. Los soldados han tenido actos heroicos, fueron solidarios entre sí, aunaron esfuerzos para hacer frente al hambre deliberada al que los sometieron los artífices de la guerra. Se hermanaron y defendieron la bandera argentina aún frente a una decisión que los excedía y los ponía en riesgo. Me parece que cuando logremos comprender esa dimensión y separar la paja del trigo vamos a poder hacer verdadera justicia y que hayan tenidoestas dimensiones heroicas desde lo profundamente humano no quita también esta dimensión de las torturas. También fueron héroes por lo que debieron soportar en sus cuerpos estando en el fuego frente a una potencia enemiga y con una dirección bélica que fue espantosa, y no me estoy valiendo de un adjetivo para hacer una valoración personal sino que me estoy valiendo del informe Rattenbach, que dice en sus conclusiones: “Malvinas fue una aventura militar”, no hubo planificación táctica ni estratégica. Por eso entiendo que llevar a juicio a los responsables de las torturas y poner en real escala los sucesos históricos va a permitir que cuando hablemos de héroes, hablemos de los soldados conscriptos y no de ninguno de los cuadros de las fuerzas militares que merecen toda la reprobación social. Porque las balas no silbaron para todos, la comida no fue para todos, los abrigos no fueron para todos. Hubo un tratamiento de mucho desprecio.

- En una oportunidad entrevisté al excombatiente Carlos Giordano, quien manifestó que los ingleses en el campo avanzaban en tres líneas: la primera disparándole a todo, la segunda rematando lo que quedaba con vida y la tercera que se ocupaba de curar y recuperar lo que quedaba con vida, y que en esa instancia recibían alimentos y mejores tratos que con sus propios oficiales.

- Es extraño porque en el imaginario colectivo está esta idea de que hubo una pésima gestión de la guerra. Quienes llevaban un chocolate con una cartita y de repente ese chocolate aparecía en un kiosco o no llegaba a los colimbas. Lo extraño es el funcionamiento del desempeño del campo semántico de lo que fue la guerra, porque todavía cuesta generar esa sutura de sentido entre esas anécdotas que flotan en el aire y que todos escuchamos alguna vez en nuestras vidas con este tipo de relato a partir de testimonios que son más duros, y que es parte de lo mismo. En el medio están las tecnologías de impunidad. Hubo un diseño, una construcción de un relato. Cuando los soldados llegan en la posguerra a los centros de asistencia y rehabilitación integral, era el mismo Estado que los había torturado el que les decía que debían callar. Eso hace mella en cualquier cuerpo. Una vez que uno fue torturado, poder vencerse a sí mismo, romper esa dinámica, sentarse y poder mirar a los ojos al torturador, demanda de mucho trabajo. Afortunadamente hoy hay 176 soldados que han declarado, víctimas directas o testigos.

- ¿Qué importancia tuvo para la causa la desclasificación de archivos?

- Fue central. Hubo dos momentos. En el año 2012 con la desclasificación del informe Rattenbach y una en 2015 de todo el acervo documental relacionado con el conflicto bélico del Atlántico Sur, que fue lo que permitió el gran avance. Porque para quienes venimos del campo de los Derechos Humanos sabemos que el testimonio de una víctima vale oro, no hay duda posible. Pero con la dureza y efectividad que han tenido estas tecnologías de impunidad, los documentos vienen a poner en contexto, a darle un marco de desempeño semántico al relato, a los testimonios, con lo cual la dinámica empieza a quedar mucho más clara y sobre todo además de la dinámica lo que empieza a quedar en claro es la estatalidad del crimen.

- ¿En qué instancia se encuentra la causa?

- Estamos actualmente en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien debe resolver qué encuadre se le da a la tortura. Se da algo paradójico que puntualizo en las audiencias y es que hasta ahora nadie se ha defendido en relación a la comisión de los hechos, nadie dijo “yo no torturé, esto no sucedió, yo no estaba en ese lugar en el que dicen que estuve.” Hasta ahora la defensa ha sido: “la acción está prescripta”.

PERFIL

Jerónimo Guerrero Iraola nació en La Plata, en 1986. Es abogado y magíster en Derechos Humanos. En 2011 fue convocado a integrar el equipo jurídico del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas La Plata (CECIM La Plata). Docente investigador de la UNLP y profesor de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado de la Procuración del Tesoro de la Nación, participó de diversos proyectos sobre Malvinas y Derechos Humanos, y publicó numerosos artículos al respecto. En la actualidad, Guerrero Iraola continúa al frente de la representación del CECIM La Plata, junto con la abogada Laurentina Alonso.

FLAVIO MOGETTA

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