
TRADICIÓN ILEGAL. En Argentina es muy común la tenencia de tortugas como mascotas, y a pesar de estar prohibida, se siguen vendiendo en ferias.

Las tortugas no son mascotas. En realidad nunca lo fueron, aunque esté muy instaurada la idea contraria. Y a pesar de que todos hemos visto uno de estos reptiles en algún jardín de una casa, esto es ilegal, porque estamos frente a un claro ejemplo de lo que se conoce como mascotismo: la tenencia de especies de animales silvestres que se mantienen en cautiverio como mascotas o animales domésticos. Esta es una práctica prohibida en Argentina por la Ley 22.421 de Conservación de la Fauna. En Tucumán existe la Ley 6.292 que prohíbe la captura, tenencia y venta de fauna silvestre, y establece un marco normativo para su conservación y para el aprovechamiento racional y sustentable de la flora y fauna silvestre de la provincia.
A pesar de estas normativas, la actividad ilegal continúa, afectando más comúnmente a las aves como el cardenal amarillo, el tucán y el loro hablador, tortugas terrestres, monos, felinos y algunos mamíferos marinos.
No es lo mismo
Tenemos que hacer una gran diferenciación entre qué es una mascota y qué son los animales silvestres. “Una mascota es un animal doméstico; una especie que a través de la selección del hombre se formó. Como por ejemplo perros, gatos, vacas, etcétera. Y las mascotas son totalmente diferentes a sus parientes silvestres; son una especie que vive en la naturaleza y que no tuvo intervención del hombre en la selección de la misma. Por ejemplo: loros amazonas, tortugas, osos hormigueros, etcétera”, explica la veterinaria Anahí V. Carrasco. Las tortugas, junto a los loros habladores, son dos de los animales más populares en la venta ilegal, pero no los únicos. “La mayoría de la gente tiene o tuvo una tortuga, o heredó una. El problema es que no saben cómo cuidarlas correctamente y que no tienen revisiones periódicas con el veterinario”, dice Carrasco.
EN CASA. Una vez domesticado, es difícil que un animal silvestre se libere.
Además, comenta a LA GACETA que muchas personas desconocen por qué no deben sacar a ninguna especie de su hábitat natural. “Hay que dejar de fomentar la venta ilegal en ferias o en las rutas porque eso significa seguir aumentando el comercio ilegítimo de fauna silvestre”, sentencia la veterinaria.
Qué pasa si…
La compra de animales silvestres es 100% ilegal en la mayor parte del mundo. “Afecta muchísimo a las poblaciones de estos animales, porque se calcula que por cada animal que se vende, mueren entre ocho y nueve en todo el proceso de captura, almacenamiento, transporte y puntos de venta. Además, son transmisores de enfermedades que afectan a los humanos. Esos son los dos principales riesgos que se corre”, dice Juan Pablo Juliá, director de la Reserva Experimental de Flora y Fauna de Horco Molle. El experto reitera que cuando a las especies se las saca de su hábitat -en términos ecológicos- dejan de cumplir su rol dentro del ecosistema: es como si los animales ya estuvieran muertos. “Está considerada la caza furtiva para la comercialización de especies, entre las tres principales causas de extinción de especies a nivel global. Le siguen la destrucción del hábitat y la introducción de especies exóticas”, advierte Juliá.
Por ese motivo se debe desalentar la venta ilegal y no adquirir animales silvestres como mascotas. “Esto no es beneficioso para los animales, ya que sufren de muchísimo estrés. También es difícil poder brindarles todos los requerimientos tanto alimenticios como ambientales que necesitan. A su vez, la gran mayoría sufre de trastornos metabólicos, porque todo esto fomenta a la extinción de especies, ya que en nuestras casas no se reproducen. Y si es que lo hacen, a esas crías no se las libera nuevamente en la naturaleza para repoblar”, especifica Carrasco.
Con respecto a las enfermedades, Carrasco asegura que estas especies silvestres muchas veces transmiten afecciones que son zoonóticas (transmisibles para el hombre, como la psitacosis) y que pueden transmitirse incluso a especies domésticas que vivan en el hogar. Este último, un dato no menor que se maneja con poca fluidez, dice la especialista.
También ocurren muchos accidentes con los animales domésticos en la casa, más que nada con los perros. “Estas mascotas, a veces, terminan matando a las especies silvestres que llevamos al hogar. Nosotros en el consultorio recibimos muchos accidentes de tortugas mordidas por perros”, detalla la veterinaria. Carrasco trata de desmitificar una idea que, dice, está muy arraigada en la sociedad: comprar un animal silvestre para salvarlo de las malas condiciones en que lo tiene el vendedor ilegal. En realidad, se vuelve una especie de círculo vicioso, porque se sigue fomentando la comercialización.
Proceso de reinserción
El director de la Reserva Experimental de Horco Molle menciona que devolver a un animal de una especie a su verdadero hábitat, después de haber permanecido mucho tiempo como mascota, es complicado. Todo depende del tiempo que haya pasado el ejemplar en cautiverio, y del contacto que haya tenido con especies domésticas o con el hombre. “Eso puede traer alteraciones en el comportamiento o que el animal se contagie de alguna enfermedad que sea peligrosa para las especies silvestres. Esos son problemas que deben ser atendidos en el proceso de rehabilitación. Se debe hacer necesita una cuarentena apropiada y un análisis para descartar problemas de salud riesgosos para las poblaciones silvestres”, afirma Juliá.
AVES. El comercio ilegal de loros pone en gran peligro a la especie.
Un animal que ha sido la mascota exótica por excelencia en el país es, sin dudas, la tortuga. Pero en la actualidad hay otras especies que tienen una alta demanda en el mercado ilegal: “la gente desconoce que las aves canoras -cardenales, reina mora, rey del bosque, loros- son ilegales. Comprar y tener en las casas no está permitido. Hoy son las especies más buscadas y se comercializan con precios muy altos. Tienen una mortalidad muy elevada, y transmiten diversas enfermedades a los humanos”, señala Juliá.
“La liberación de fauna silvestre es un proceso de evaluaciones sanitarias, físicas y etológicas que debe realizarse por especialistas que definan correctamente la factibilidad de supervivencia del ejemplar y el impacto en la población nativa a la que se integrará el animal. Por lo tanto, no es posible definirlo con facilidad, porque cada caso tiene su evaluación particular. Lo cierto es que muchos de los animales silvestres criados en cautiverio se “troquelan” de manera irreversible, impidiendo sus chances de ser rehabilitados y liberados”, completa la licenciada Thania Moreno, técnica de la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelo del Ministerio de Desarrollo Productivo de Tucumán.
Un granito de arena
Qué debemos hacer y qué hacemos son dos cosas distintas. Sabemos que está mal, pero no hacemos nada para cambiar esta situación de venta y tenencia ilegal que se sigue perpetuando a través de los años y en las nuevas generaciones. “Si uno tiene un animal que no es una mascota, lo ideal es dirigirse a la Dirección de Fauna; ellos te van a asesorar y también reciben las denuncias de tenencia ilegal o comercialización de especies silvestres”, manifiesta la veterinaria.
“En el caso de que se tenga un animal silvestre por mascota, lo ideal sería entregarlo para que se proceda a reubicarlo a partir de determinados protocolos. Nosotros en la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelos del Ministerio de Desarrollo Productivo aconsejamos ese accionar. Luego se evaluará cada situación particular. Aunque no es muy común que eso suceda, porque la sociedad asume que está bien tenerlos”, detalla también Moreno. La Ley 6.292 establece que la Dirección de Flora y Fauna de la provincia tiene la autoridad de otorgar o denegar tenencias responsables en domicilios particulares. “Nosotros no fomentamos la tenencia de fauna silvestre en domicilios; para denunciar también deben comunicarse con nuestra área”, sentencia Moreno.
Más conciencia
“La mejor concientización es la información; que la gente entienda realmente por qué no es correcto tener un lorito en su casa a pesar de que son lindos; que sea una decisión propia la de no comprar más tortugas y que al entender lo que significa realmente también hagan las denuncias correspondientes”, sintetiza Carrasco.
En la Reserva de Horco Molle se trabaja para llevar información a la comunidad. “Nosotros trabajamos en conjunto con la problemática de la tortuga y de otras especies traficadas, a través de actividades de, por ejemplo, educación ambiental, que son transmitidas en el recorrido de la visita guiada de la Reserva, pero también durante eventos que tengan que ver con el día de las aves, el día de la mascota, etcétera. Son eventos que llaman a muchas personas a visitar la reserva. También hacemos visitas a las escuelas. Sin dudas siempre está faltando información, pero el nivel de conciencia de la sociedad de no tener animales silvestres como mascotas es mucho mayor de lo que era hace 20 años. Aún así queda mucho por hacer”, remarca Juliá.
Con las tortugas
En la Reserva de Horco Molle cuentan que albergan dos tipos de especies de tortugas terrestres: la común (Chelonoidis chilensis) y la tortuga gigante yaboti (chelonoidis carbonaria) que está extinta en Argentina. “La tortuga terrestre es una especie que está considerada en estado vulnerable. Hay un proyecto interesante que lleva adelante el Zoológico de Buenos Aires con crías de tortugas gigantes yaboti (chelonoidis carbonaria). Hasta ahora es el único que trabaja con estas especies de tortugas en el país. Nosotros no estamos trabajando con tortugas de tierra por el momento”, define Juliá.
En conjunto con la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia recomiendan y apuntan a que no se fomente la compra de esta especie. “Desde ya es un tema complejo. Debido a la humedad de Tucumán, las tortugas adquieren muchas enfermedades respiratorias, que se hacen crónicas, y que a su vez vuelve peligrosa su liberación en poblaciones silvestres, porque pueden causar contagios masivos. Por lo tanto, las tortugas que ya viven en cautiverio, deben permanecer en las mejores condiciones pero en cautiverio, porque en la reserva ya no hay más lugar para recibirlas. Actualmente tenemos 30 tortugas y no tenemos espacio para más. La idea siempre es tratar de tener animales en buenas condiciones y por eso no aceptamos más”, dice Juliá.
Además, comenta que se busca que todos los animales que ingresan a la Reserva puedan ser integrados en algún proyecto para su reintroducción, rehabilitación y liberación. En algunos casos, eso no es posible y los ejemplares viven en exhibición con fines educativos y de investigación de por vida, como pasa con las tortugas. “Trasladarlas a otro lugar o a otros centros de rescate, es una cuestión complicada que no sólo lo tenemos nosotros, sino otros centros de rescate del país. Hay una sobrepoblación de tortugas, y por eso no tenemos previsto trasladarlas por el momento. Pero no cerramos la puerta a proyectos de liberación en el futuro”, finaliza Juliá.
(Producción periodística: Gianna Camarda)







