10 días de resistencia: El mundo la respalda, Ucrania no se rinde

10 días de resistencia: El mundo la respalda, Ucrania no se rinde

Gobiernos, empresas, instituciones deportivas y ciudadanos están instrumentando una variedad de medidas para penalizar al autócrata Putin, pero sólo los ucranianos pelean cuerpo a cuerpo contra el poderoso ejército de Rusia. El ataque se alarga, pero no se detiene.

COMBATES BAJO LA NIEVE. En las carreteras ucranianas se acumulan los rastros de las batallas, como este vehículo blindado alcanzando por el fuego. El cerco sobre Kiev se mantiene, pero Rusia parece lejos de la victoria. REUTERS COMBATES BAJO LA NIEVE. En las carreteras ucranianas se acumulan los rastros de las batallas, como este vehículo blindado alcanzando por el fuego. El cerco sobre Kiev se mantiene, pero Rusia parece lejos de la victoria. REUTERS

Un aporte inédito de armas

La demanda permanente de armas del presidente ucraniano Volodimir Zelenski rindió frutos relevantes durante los primeros 10 días de la invasión rusa. Como nunca en la historia, los Estados más cercanos a la nación invadida se apresuraron a enviar material bélico para fortalecer a soldados profesionales y a los civiles que se involucraron en el combate, aún ante el riesgo de represalias o de una escalada nuclear. La lista de aportantes se agranda según pasan las jornadas y crecen los temores hacia los efectos de lo que sería el mayor triunfo militar del autócrata Vladimir Putin. Hasta la semana pasada, habían comprometido provisiones o concretado suministros la Unión Europea, los Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Croacia, Luxemburgo, Lituania, Polonia, Canadá, Países Bajos, Australia, Noruega, Turquía, Suecia, Reino Unido, Japón, Rumania, Portugal y Finlandia, entre otros. Estos aportes de misiles, fusiles, municiones y otros equipos ponen fin a la tradición de no contribuir con elementos de defensa en áreas de conflicto que habían sostenido con particular énfasis los gobiernos alemanes y finlandeses. Además, a las trincheras están llegando “combatientes voluntarios” con pasaportes extranjeros para incrementar el poder de fuego. “Lucharemos hasta el final para defender la gloria ucraniana”, promete Zelenski en sus partes de guerra.

La desconexión financiera

La mayor sanción económica impuesta al régimen de Putin hasta la fecha consiste en la exclusión de las más grandes entidades financieras rusas de la red Swift (Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales), el sistema de mensajería que utilizan alrededor de 11.000 bancos para practicar pagos transfronterizos rápidos y seguros. Esta medida sumamente agresiva para las transacciones internacionales produjo por lo pronto la devaluación acelerada del rublo, que desató una corrida bancaria con colas larguísimas en los cajeros. La situación llevó a Putin a incorporar un cepo para limitar las extracciones de fondos (los rusos sólo podrán llevarse U$S 10.000 al extranjero), entre otras restricciones. La desconexión financiera y las penalidades aplicadas al Banco Central -reservas por U$S 640.000 millones permanecerían “cautivas” en el exterior- incrementaron las chances de que Rusia caiga en el primer “default” (cesación de pagos) de su historia, según agencias como Moody’s y JPMorgan.

Éxodo corporativo

Las compañías multinacionales están revisando su presencia en Rusia. Algunas como Apple y Samsung (juntas controlan la mitad de las ventas de celulares) ya suspendieron de manera temporal o parcial sus operaciones, y hasta anunciaron que se van del país. El abandono “en manada” del mercado ruso es otra manera de golpear a Putin, cuyos conciudadanos ven cómo día a día comienzan a desaparecer bienes y servicios que consumían, y se agudiza la perspectiva de desabastecimiento que precipitó la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Entre las grandes marcas que se retiran o cierran sus tiendas están LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, Hermès, Ikea, H&M y Nike. Pero también han abandonado las oficinas o pausado sus actividades empresas de servicios como Spotify y Disney.

Ciberactivistas atacan

La guerra no sólo se libra en tierra ucraniana: también está aconteciendo en los entornos digitales con una ferocidad sin precedentes. No es un campo secundario desde el momento en que una porción significativa del tiempo de la vida transcurre en un teléfono inteligente, y casi todas las acciones de individuos y de instituciones precisan de una conexión a internet. Si bien el ruso es uno de los gobiernos que más ha impulsado los hackeos, operaciones de espionajes e intromisiones en sistemas informáticos foráneos, los ciberactivistas pro-ucranianos difundieron su deseo de contraatacar. En el inicio mismo de la invasión, la organización Anonymous tuiteó que estaba “oficialmente en guerra” contra Rusia. Este colectivo se adjudicó, por ejemplo, la inhabilitación de “la estación de propaganda RT News”, y ha emprendido una cruzada para vulnerar las barreras informativas que Putin levantó con el objeto de bloquear el acceso de sus compatriotas a noticias elaboradas por la prensa profesional. En uno de los últimos tuits divulgados en la cuenta @YourAnonNews, la organización instó a usar una aplicación de mensajería alternativa para comunicar a los rusos lo que está pasando en el frente militar. “¡Derribemos el muro de censura!”, instan los ciberactivistas.

Avanzan las presiones energéticas

La invasión a Ucrania disparó una batalla comercial paralela en el sector energético, ámbito considerado una de las mayores fortalezas del régimen de Putin. Pero la guerra inevitablemente impactó en la dependencia de Europa y de muchos otros países del globo de las importaciones de gas y de petróleo rusos para calentar los edificios, transportar a la población y movilizar la industria. A Occidente no le quedó alternativa que mandar señales de sacrificio de estos intereses estratégicos, aunque la poderosa compañía rusa Gazprom asegura que sigue haciendo negocios con los aliados de Ucrania. Alemania dio un paso clave al cancelar las obras del gasoducto Nord Stream 2 de 1.200 km de longitud y U$S 11.000 millones de costo que construía Gazprom con el fin de duplicar el suministro. Días después, la firma implicada en el proyecto se declaró en quiebra. Ante el riesgo de escasez y de incumplimientos contractuales, el barril de crudo Brent perforó el límite de los U$S 100 dólares y cerró el viernes en $ 118: subió el 22% desde el comienzo de la conflagración. El precio del gas natural aumentó el 120% y también hubo un alza significativa en el carbón.

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