¿Sigue la interna del oficialismo?

¿Sigue la interna del oficialismo?

¿Sigue la interna del oficialismo?

La superficie del oficialismo provincial parece lisa a cierta distancia. Sus máximos referentes, el Jefe de Gabinete nacional, Juan Manzur, y el gobernador, Osvaldo Jaldo, se esfuerzan por mostrar que el acuerdo que llevan adelante es sólido, que hay concordia y trabajo conjunto. Ambos han dado muestras públicas y privadas de que dejaron atrás la confrontación para emprender los dos años que quedan de gestión y las próximas elecciones provinciales. De más cerca, sin embargo, comienza a notarse una situación más despareja y heterogénea. De manera subterránea, hay inquietud en algunos grupos de dirigentes de los dos sectores. El “nosotros y ellos” sigue vigente en las conversaciones de pasillo y en los cafés. Las miradas no son uniformes y dependen de en qué situación se encuentran los referentes. Los más cercanos a Manzur y Jaldo, sobre todo los que tienen responsabilidades institucionales, se muestran más prudentes y creen que el próximo capítulo de la interna si es que sucede, será en 2023 cuando se tenga que definir la fórmula para la gobernación. A medida que se alejan del núcleo de poder, lógicamente, las posturas de los políticos son más duras. Hay quienes sienten que se expusieron demasiado y que aún no fueron “compensados” políticamente y que el tiempo sigue pasando sin definiciones.  

La interna del justicialismo, que enfrentó a Manzur y a Jaldo por la sucesión provincial en un año de elecciones nacionales se desarrolló, al menos de manera pública, entre marzo y septiembre. A principios de año, el desacuerdo por la elección del ombudsman en la Legislatura y el quiebre del bloque mayoritario marcó el comienzo de la puja que mantuvo sin diálogo al gobernador y el vicegobernador durante seis meses. El punto de mayor virulencia fue durante la campaña de las Primarias y el enfrentamiento en las urnas. La lista de Manzur se terminó imponiendo, pero Jaldo pudo incluir un candidato a diputado -el ex intendente de Aguilares Agustín Fernández- que ya asumió en el Congreso.  El escenario cambió rotundamente tras las internas, a fines de septiembre, y el ascenso de Manzur a la Rosada derivó en un acuerdo político con Jaldo para que éste tomara las riendas del Ejecutivo local. Todo sucedió en menos de seis meses.  La reunificación lleva tres meses y la incógnita respecto de qué tan vigente sigue la interna está latente.

Hay una idea coincidente en todos los ámbitos oficiales y que la incomodidad permanecerá por un tiempo más entre aquellos que deben gestionar y volver a compartir espacios con aquellos con los que estuvieron enfrentados.

En los sectores más cercanos a Manzur remarcan que si algo quedó demostrado en estos meses es que todo es “día a día” y que están conscientes de que la situación puede cambiar en cualquier momento, porque la política hizo honor al mote de “dinámica” más que nunca. Resaltan la importancia del cargo que ocupa en la Nación y que, de acuerdo con su opinión, se consagró cómo el jefe político del peronismo tucumano tras las elecciones. No les encanta que Jaldo haya quedado a cargo, pero afirman que mientras Manzur siga al mando no habrá inconvenientes. Distintas figuras reconocen que Jaldo hace esfuerzos por mantener la paz política y creen que el paso que sigue es reconstruir la confianza y las relaciones políticas en todos los estamentos.  

Hay referentes, en cambio, que todavía no digieren todo lo que pasó y que sostienen que la interna seguirá porque hay diferencias de las que no se vuelve. Los más disidentes dicen que no pueden aceptar que gobierne alguien que perdió la interna y que los “atacó”. Consideran que su líder, además, se fue a Buenos Aires sin consolidar del todo su espacio propio, al que creen relativamente reciente. Repiten que van a acatar todo lo que defina Manzur, aunque no les convenza el asunto de la unidad. Al respecto, consideran que el médico tiene que construir su equipo en la Nación, para consolidar su lugar en Buenos Aires. Trascendió que durante enero podrían migrar algunos tucumanos a las oficinas cercanas a su despacho.  

Advierten también que la suerte del gobernador de licencia y, por ende, la de Jaldo está atada a la coyuntura nacional. El acuerdo con el FMI y la inflación aparecen como los grandes temas en agenda y condicionantes para el futuro del país.    

En el entorno más acotado de Jaldo resaltan que el mandatario interino está enfocado en el trabajo y que se está acomodando “con inteligencia” en una gestión en la que le toca gobernar con un equipo de trabajo que no eligió. La intención, afirman, es ir imprimiendo su impronta con el paso de los meses, de manera gradual, y mostrar dinamismo y mucha presencia estatal. A propósito, subrayan que hubo aciertos como el cambio en el ministerio de Seguridad o el ajuste del cronograma de pago a los estatales, entre otros. Sostener la paz social es el objetivo clave para terminar el año y la energía estará enfocada en ese aspecto. Repiten que la interna terminó y que quien no entienda esto estará en problemas porque no podrá adaptarse a lo que viene. “No hay margen”, afirman y dudan de que haya quien esté dispuesto a sacar los pies del plato. Otros dirigentes afines, en cambio, sienten que aún no encuentran su lugar en este nuevo panorama. Piensan ya en nuevas alternativas porque prevén que no habrá buenas perspectivas para 2023 si se mantiene unido el oficialismo porque sospechan que Manzur priorizará a los suyos, incluso en la fórmula para la gobernación. Esperan que Jaldo pueda hacer algunos cambios en el Gabinete y tenga más gestos políticos para con ellos.

En un escenario tan cambiante, pocos se animan a arriesgar si la interna seguirá o no. Probablemente está latente, porque el nuevo orden es reciente. La dirigencia sí coincide en que 2022 será un año preelectoral  particularmente movido y de definiciones para el oficialismo.

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