Las primarias pasaron el test: siguen siendo "la encuesta" infalible

Las primarias pasaron el test: siguen siendo "la encuesta" infalible

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Las primarias "acertaron" de nuevo en el anticipo del resultado global de las generales y revalidaron su condición de termómetro del humor electoral de los argentinos. Las urnas del 12 de septiembre ya habían anunciado un revés para el Gobierno y así sucedió. Con prescindencia de lo que suceda en el recuento definitivo de los votos de la provincia de Buenos Aires, la mayoría de los electores desaprobó la gestión del Frente de Todos.

Hubo seis primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) desde su implementación en 2011. Y ya en el debut se destacó su poder como mecanismo encuestador. Pese a esfuerzos descomunales -como el de la administración de Mauricio Macri en 2019- nunca fue posible dar vuelta el marcador final. A esta altura es evidente que dos meses entre una votación y la otra son insuficientes para modificar la decisión del electorado.

La puntería perfecta agiganta el papel de las PASO, cuya celebración peligró en este turno electoral con motivo de la pandemia. Al final sólo hubo una postergación y la instancia salió fortalecida. ¿Por qué? Porque dio la oportunidad a los competidores para revisar sus estrategias e intentar mitigar los daños. El desempeño del Frente de Todos en Buenos Aires acredita la pertinencia de aquel esfuerzo. Lo mismo podría decirse de Juntos por el Cambio en Tucumán.

Con la práctica, las PASO también ganaron terreno como herramienta de resolución de conflictos internos. Esta capacidad quedó a la vista de manera contundente en La Pampa, donde la oposición, Juntos por el Cambio, se impuso por primera vez sobre el peronismo a partir de una contienda en la que intervinieron cinco boletas. Finalmente, la lista "mixta" del radical Daniel Kroneberger y de Martín Maquieyra (PRO) puso el broche a una victoria que despoja a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner del quórum en el Senado.

Las tendencias que marcan las PASO ayudan, entonces, a digerir y suavizar los golpes, y a dirimir liderazgos. Pero las últimas dos ediciones pusieron de relieve un inusual efecto desestabilizador sobre la autoridad presidencial. Esta erosión obliga a las fuerzas políticas opositoras a tomar una posición respecto de la gobernabilidad. Arropada en tales interrogantes se va a dormir la Argentina y amanecerá la que debe recorrer el trecho que la separa de 2023.

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