¿Hacia dónde vas, Yerba Buena?

“Vamos hacia otro modelo de ciudad. La casita individual en lotes de 1.500 m2 de tiempos de nuestros abuelos va a quedar en el Casco Viejo o en El Corte, que marcan la identidad de la ciudad”, dice Franco Marigliano, del área de Planeamiento de Yerba Buena. ¿Esa Yerba Buena de los abuelos va a quedar circunscripta al nivel ambiental 5 del código de planeamiento y el resto será otra cosa?

Pero esa “otra cosa” es lo que está atrayendo de la “Ciudad jardín” y eso tiene mucho de la ciudad de antaño: verde, aire, cerro y sustancia de zona residencial aunque ya no se puede hallar la paz de aquellos tiempos. Ahora es intensa, llena de movimiento y de propuestas, con tránsito saturado y con cuellos de botella en ciertos momentos, como ocurre en la rotonda alta de la avenida Perón los fines de semana o en la esquina de Las Rosas y Perón cuando Las Cañas convoca multitudes los sábados.

Eso es la otra cosa: residencial, pero entretenida, hecha de deportes, ocio y diversión. Puerta al cerro, ciudad autosostenida (hay muchos vecinos que casi nunca salen de Yerba Buena), y así como los descampados se van poblando de viviendas, las avenidas se van llenando de negocios, bares y concesionarias y los complejos de residencias y galerías van apareciendo en las zonas entre avenidas. “Todos quieren venir acá” -describe Marigliano.

El imán del barrio como jardín

Ya hace años la gente quería irse a vivir ahí. Antes, cuando no había barrios privados, el complejo de casas universitarias de Horco Molle era un imán para visitar porque exacerbaba lo que el imaginario popular buscaba en Yerba Buena: un barrio como un jardín, tranquilo, protegido, en el que se podía compartir un bello lugar con los vecinos sin rejas de por medio. Con control en el ingreso, eso sí, como en el único country que había, “el del golf”, que unía la avenida Solano Vera con la calle Catamarca. Aparte de eso, había muchas casas características como “las de los abuelos”, que se pueden apreciar todavía en el Casco Viejo y sobre la avenida Aconquija. Después vino la explosión de los barrios cerrados sobre el piedemonte, que empujó hasta sus límites al código de planeamiento, hasta saturar la parte alta de la “Ciudad jardín”, a punto tal que hace seis años la administración del intendente Mariano Campero frenó esa particular fiebre urbana. Ya se habían extendido por gran parte de la franja de cerro que no protege el parque universitario Sierra de San Javier. “Hay unos 50 barrios cerrados en Yerba Buena”, explica Marigliano, y agrega que en esta administración se aprobaron otros tres.

Estos barrios se extendieron hacia el sur y coparon El Manantial y San Pablo, dos poblaciones (regidas por comunas) que siempre estuvieron unidas casi de forma umbilical a Yerba Buena. Hay siete barrios en construcción en San Pablo. Hay dos enormes erigiéndose en El Manantial, desde la continuación de la Solano Vera hasta la ruta 301. Gigantescos. El perfil de San Pablo y de El Manantial se está transformando para ser prácticamente tierra de countries. Con vinculación fuerte a Yerba Buena, a tal punto que un concejal yerbabuenense planteó extender los límites. La propuesta quedó en la nada. Solamente tuvo una réplica airada de El Manantial.

Ante esto, Marigliano solamente detalla que Yerba Buena todavía es una municipalidad de segunda categoría. Mucho no puede soñar con extenderse, pero ya hay una vinculación enorme hacia el sur. ¿Llegará hasta Villa Nougués?

También la Universidad ha significado un límite en el crecimiento de Yerba Buena en la zona sureste, ya que tiene un predio que forma un triángulo extenso entre el camino de sirga y la calle San Luis. ¿Será un gran parque? Llena de árboles, aire y luz, Yerba Buena tiene pocas plazas -señala el arquitecto Ricardo Viola- y la forma de las construcciones de los barrios cerrados prácticamente olvida estas claves urbanas.

No obstante, la zona sureste -que ya desde antes tenía algunas casas muy bellas en la zona cercana al Portal (para ir a ver en paseo “cholulo”)- ha ido creciendo de modo menos explosivo pero está cambiando su fisonomía. En el Boulevard 9 de Julio, que de zanjón ignorado pasó a calle estrella de la máquina del progreso, se está por estrenar un complejo urbano de tres pisos a la altura del 1.300.

La crisis del agua

¿Hacia dónde más va a crecer? Hacia el noroeste. La locura urbana al norte de la avenida Perón empuja sobre los terrenos que desde siempre fueron cañaverales de los Frías Silva. Hay un 13% de superficie de Yerba Buena que sigue libre en ese sector, dice Marigliano. Igual la ciudad se extendió -queriéndolo o no sus autoridades- más allá de sus límites, como lo ha probado el problema del canal Caínzo-Las Piedras, que mostró la crisis interjurisdiccional. Los nuevos barrios Alto Verde tienen acceso por Yerba Buena pero están construidos en Cebil Redondo. En esa área el crecimiento de barrios cerrados es frenético y está empujando los problemas urbanos hasta límites muy complejos.

Marigliano dice que la Municipalidad no puede impedir que se construya, si se presentan pedidos de autorización y las distintas oficinas municipales y provinciales -como medio Ambiente y la SAT- los autorizan, tras los estudios correspondientes. Y critica que en los últimos 30 años la provincia no hizo nada de infraestructura.

La crisis del agua va a hacer explosión en algún momento. Ya hay severas limitaciones de líquido en varias zonas de Yerba Buena. “Hay todo un desarrollo hacia el Oeste y el Norte y si no se sistematiza no se va a poder seguir construyendo”, dijo el miércoles a LG Play el jefe de Gabinete de Yerba Buena, Manuel Courel. ¿De quién es la responsabilidad? Las comunas que rodean a Yerba Buena tienen menos trabas para el crecimiento. La urbanista Claudia Gómez López dice que hay que gestionar el crecimiento. Cuenta que cuando se hizo el diagnóstico de áreas metropolitanas del interior (Diami) se advirtió que proveer de agua supone una infraestructura grande que demora más de 10 años en estar operativa. Y plantea que hay que hacer un dique, que no figura en la agenda política.

Con plan y sin plan

Esa agenda, además, depende de prioridades que no siempre están dictadas por criterios sustentados en un plan para los próximos años. Por ejemplo -señala el ingeniero Franklin Adler- aunque el recorrido normal del agua que baja del cerro es de norte a sureste, se hicieron obras de canalización en el Boulevard 9 de Julio y en el canal San Luis -ambos al sur- y no en los desagües que debían estar hacia el norte de las avenidas Aconquija y Perón. Ahí está, en el extremo norte, el abandonado canal Caínzo-Las Piedras. Además -señala Adler- en el entubamiento del 9 de Julio se eliminó la posibilidad de desviar parte del agua del noroeste hacia el arroyo Manantial, con lo cual aumentó la presión sobre el maltratado Canal Maestro de Desagüe Sur, que traza el límite entre Yerba Buena y la capital. “Fue un error estratégico”, dice Adler.

¿Qué se viene? La Municipalidad de Yerba Buena tiene un nuevo código -con diferentes niveles de densidad urbana- para presentar en sociedad, dice Marigliano, y un masterplan para esa zona noroeste que, se presume, se urbanizará en el futuro. “Vamos a un nuevo modelo de ciudad”, repite. Ese modelo, necesariamente, se va integrando con las desigualdades que hay con las otras jurisdicciones y acaso en pocos años todo será una sola franja urbana desde Tafí Viejo hasta San Pablo. Y falta, como dice el arquitecto Luis Lobo Chaklián, que se hagan tareas conjuntas entre municipalidades, comunas, Provincia y constructores. “Las visiones individuales no ayudan”, sentencia.

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