Más desconcertados que Icardi

Más desconcertados que Icardi

En Juntos por el Cambio, después de las PASO siguen las internas. En FR, el diagnóstico de hoy contradice al de ayer. Y en el Frente de Todos, Manzur, en Buenos Aires, recibe más tucumanos que cuando estaba en Tucumán.

Esta semana el gran protagonista fue el desconcierto. Los principales actores políticos, los consultores que cada vez toman mayor preponderancia, la prensa misma bailó la música (bastante mala por cierto) de Wanda, de la China y de Icardi. En la política trabajan con ahínco para imponer temas, para encontrar los acordes que las personas van a tararear y este episodio los deja fuera de lugar. A diario hay una tarea profunda por conseguir que la gente cante la canción que ellos tocan, aunque sea por unas horas. A veces les alcanza con un verbo como hizo Victoria Toloza Paz cuando todos se pusieron a conjugar su famoso “garchar”. También en épocas de campaña aparecen los carpetazos que desnudan desaguisados o al menos sugieren actos de corrupción.

En el siglo pasado los militantes rumiaban estas cosas hasta que se convertían en un secreto que se contaba a los gritos. En este nueva centuria el gran aliado son las redes sociales. También se han convertido en el verdadero contrapeso del poder. Un político lanza una frase y sale corriendo a consultar qué pasó en Facebook, en Twitter, en Instagram. Un ejército de aplaudidores –mejor dicho, “likeadores”- están listos para el regocijo de aquel. Sin embargo, lo único que les preocupa es que su frase no se vuelva un bumerán y termine defenestrada por una arenosa tormenta de pulgares hacia abajo.

Esta semana todo el trabajo fue en vano. Nuestra sociedad se vio cautivada, emocionada y, por lo tanto, atrapada por Wanda, Mauro y la China. Más de uno debe haber sufrido taquicardias al ver que no llegaba la reconciliación.

Hay cardiólogos y psiquiatras tucumanos que confiesan su preocupación por cómo ha aumentado su trabajo. En realidad, la advertencia que hacen en conversaciones de café -y por lo tanto sinceras- es que los pacientes llegan muy impacientes. La intolerancia y la agresividad son vectores de muchas enfermedades de estos tiempos.

Es como si la irracionalidad nos hubiera atrapado en medio de un maremágnum de clicks que impiden ver los brutales niveles de pobreza y las erráticas decisiones de algunos líderes que, incluso, no saben cómo evitar ser devorado por el triángulo de las infidelidades. No hace mucho tiempo, cuando la China no había tuiteado aún, había quienes usaban el neologismo “icardear”.

La otra carrera

En el tiempo libre que dejan estas nuevas estrellas de la vida cotidiana se ha podido distinguir cuánto le cuesta a Juntos hacer gala de su nombre. La principal oposición tucumana camina con muchísimas dificultades. Germán Alfaro se erige en el principal referente de esta coalición. Pero es más una postura o una autoconvicción que una certeza general. Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias le han dado un pasaporte con 2.000 avales más que Roberto Sánchez y unos 4.000 más que los de Mariano Campero. Esos guarismos no le permiten ser independiente, aunque quiera. Alfaro actúa desde lo alto del podio con el riesgo que implica mirar todo desde arriba. Por ahora, ignora a los adversarios-compañeros-correligionarios que perdieron y muestra una posición ambivalente con Sánchez. Por un lado, lo agarra de la mano para caminar y construir Juntos, pero, por el otro, no le pone nafta en el tanque del auto del corredor que aunque acelera no sabe cómo pasar la serpenteante chicana del Concejo Deliberante de su ciudad.

El intendente de la Capital se mueve como un zorro en el desierto. Mientras transita la senda de 2021, nunca deja de mirar la hoja de ruta de 2023. Ahí aparecen algunos semáforos en amarillo. Uno, claramente, es la popularidad de Sánchez. Puede tener malas carreras como el debate del miércoles pasado en LGplay, donde se lo vio derrapar, y más de una vez, en la banquina. Pero pareciera que esas cosas no desgastan su fama adquirida a fuerza de volantazos y de cosechas de papa.

El otro semáforo está mucho más cerca. Sánchez -y lo repitió en el debate de miércoles- no está dispuesto a mentir sobre su candidatura. Si los votos le dan la banca de diputado se siente obligado a asumir y a no ser testimonial. Pero la encerrona que enfrenta en el municipio consiste en que si elige esa ruta, habrá desahuciado a aquellos que le dieron el título de lord mayor concepcionense y que tendrán otro intendente los próximos dos años.

No obstante, aquella primera opción le preocupa más de la cuenta a Alfaro. Él esquivó todas las veces que pudo decir si asumirá como senador en el caso de ser electo. Si no lo hiciera y cediera el lugar a su esposa Beatriz Ávila, descubriremos que había sido un candidato testimonial. Esto es un pecado gravísimo en la oposición, pero un chiste en el oficialismo.

A Alfaro ese traspié parece no afectarlo en lo más mínimo, salvo cuando vuelve a revisar la hoja de ruta de 2023. En ese tiempo, cosas como estas podrían afectar su candidatura a gobernador; y Sánchez, por lo tanto, le sacaría algunos metros de ventaja. Ahí es donde algunos alfaristas justifican estirar al máximo el conflicto para elegir las autoridades en el Concejo Deliberante de Concepción.

De esa manera los dos partirían desde la misma línea.

Uno, si; dos, no

Tal cual lo vienen enseñando Wanda y su pandilla, el contrapoder son las redes sociales. Fue el legislador Ricardo Bussi quien lo aprendió a los golpes esta semana. El martes a la noche informó que había tenido una descompensación que lo obligó a internarse y que, en ese interregno, habría terminado con un diagnóstico de Covid-19 positivo. Más que condolencias y preocupaciones por la salud del legislador, surgieron dudas sobre la palabra de Bussi. No faltaron los que especularon en que al tener Covid-19 evitaba que su hija participara del debate de candidatos a diputados. También estuvieron los que, simplemente, descartaron la veracidad del hecho. La devaluación de las palabras de los políticos es tanto o más preocupante que la de la moneda.

Bussi viene de sufrir un cimbronazo más en su estructura. La legisladora Nadima Pecci renunció a su candidatura a diputada y desafía el liderazgo de “Ricardito”. Difícil cruzada.

La historia reciente ha dejado enseñanzas sobre Fuerza Republicana. En primer término, siempre quedó claro que los tucumanos aceptaban a un Bussi por vez. Por eso cuando Antonio Domingo Bussi fue elegido por el voto de los tucumanos, su hijo Ricardo no logró ocupar el lugar del padre. Algo parecido ocurrió cuando el fallecido legislador Luis José Bussi apareció en la política: no consiguió doblegar a su hermano. Ahora, apareció en el firmamento republicano Josefina Bussi. La historia no le augura laureles. También quedó claro que cualquiera que se anime a desafiar a Ricardo termina fuera de Fuerza Republicana. No alcanzarían estos párrafos para enumerar los nombres, pero alcanza con citar, a modo de ejemplos, a Pablo Walter, Pablo Baillo, Delia Pinchetti de Sierra Morales, Javier Morof, Claudio Viñas, entre muchos otros.

La teoría que suele esgrimir Ricardo Bussi es que los votos le pertenecen a su apellido. ¿Cuánto hilo le quedará en el carretel de FR a Nadima Pecci.

Una imagen, alcanza

Mientras la China y sus amigos contaban sus andanzas por Twitter, el jefe de Gabinete de la Nación hacía malabarismos para mantener su perfil alto y su protagonismo. Como quién se trepa a su caballo, Juan Manzur se subió al avión de los tucumanos y se fue a los Estados Unidos a acompañar al ministro de Economía, Martín Guzmán.

La foto que difundió Presidencia de la Nación a su regreso lo dijo todo. Un Manzur sin traje, con camisa arremangada y un chaleco encima, de perfil a la cámara y mirando al Presidente, que mientras hacía otra cosa lo escuchaba. No se vio al Manzur de sonrisas, con traje, vértigo y acción. El gobernador tucumano en uso de licencia soñó en algún momento volver con un guiño de Nueva York, apoyándose en sus empresarios amigos y en los contactos que le puede aportar Luis Almagro desde la Secretaría General de la OEA. Los problemas de la Argentina y la poca credibilidad o previsibilidad que ha sembrado el país lo hicieron hocicar.

Pero tal vez el golpe más fuerte para Manzur haya sido la designación de Gabriela Cerruti como vocera presidencial. Hasta que la periodista asumió, el tucumano había sido el verdadero vocero del Gobierno. Ahora le llegó la competencia.

Algo parecido le ocurre al vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo de Tucumán. Tal vez alertado por el poder de Mauro y sus no tan amigas, Osvaldo Jaldo no puede dejar de mirar algunos mensajes que llegan desde las redes sobre la actividad de su querido compañero Juan. Allí se puede ver cómo todos los días el Jefe de Gabinete tiene alguna reunión con un referente de la vida tucumana. Está lejos de estar generando acciones de gobierno paralelas, pero no deja de abrir signos de pregunta ante tanta añoranza de su comarca. Y, es comprensible, en una semana de puro desconcierto.

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