Sexo lento: ¿qué es y por qué practicarlo?

Sexo lento: ¿qué es y por qué practicarlo?

El mindfulness también abarca a la sexualidad y permite que sintamos el sexo de otra forma. En promedio, ¿cuánto tiempo dura el coito?

SLOW SEX. Consiste en fomentar encuentros íntimos, sin apuros y con un grado de concentración alto. SLOW SEX. Consiste en fomentar encuentros íntimos, sin apuros y con un grado de concentración alto.

Ni liebres ni tortugas… ¿Sabés cuanto tiempo duran tus encuentros sexuales? Con esta pregunta no te estamos sugiriendo que pongas un cronómetro cada vez que decidas ser mimoso con tu pareja, pero es muy probable que estés desaprovechando esos minutos de intimidad.

Muchas expectativas que llenar, pocas variantes de posiciones, falta de coqueteo, desconexión mental, cansancio por un trabajo extenuante… Hay un montón de variantes que nos desconectan del presente o las sensaciones eróticas y por tal motivo hay muchos sexólogos que sugieren darle una oportunidad al sexo lento.

En pocas palabras esto significa tener relaciones sexuales sin prisa, sumando niveles de pausas que alargen la duración de las caricias, los besos y cualquier acto intimo.

“La idea es que el mindfulness sea trasladado al plano sexual. Esto implica centrarnos en lo sensorial y prestar mayor atención al presente. Sea detectando aromas, escuchando atentamente los gemidos y la respiración del otro o tocando un poco más de piel”, explica el terapeuta Horacio Sepúlveda.

El objetivo final es lograr la conciencia plena y desterrar algunas malas prácticas en la cama. Por ejemplo, la de agarrar el celular después del clímax y abrir las redes sociales cuando nuestro amante sigue desnudo al lado.

“Actualmente vivimos inmersos en la inmediatez y nuestra mente está saturada de estereotipos y mandatos a cumplir. Estas condiciones afectan al sexo porque nos empeñamos tanto en tener una buena performance, satisfacer a la pareja y demostrarle al resto que sabemos disfrutar (aunque no sea así) que el disfrute erótico desaparece y cada vez cuesta más sentir placer”, comenta.

Beneficios

Sumarnos a la movida del slow sex mejora la comunicación, el conocimiento mutuo y la sincronía sexual con nuestra pareja. En especial, si tenemos preferencias eróticas o fantasías muy diferentes.

También resulta una buena alternativa para sobrellevar algunas patologías (como la disfunción eréctil, eyaculación precoz, anorgasmia, dispareunia o vaginismo) mientras estamos en tratamiento.

“A largo plazo, el sexo lento puede contribuir a sostener la excitación por mayor tiempo, retrasar la eyaculación e intensificar los orgasmos”, acota Sepúlveda.

Consejos

Para arrancar, una actividad sencilla es posicionarnos (desnudos o en ropa interior) frente a nuestra pareja y jugar a un duelo de miradas.

“En las previas, el reconocimiento corporal es uno de los pasos que se pierden por pensar solo en la urgencia del coito. Transmitir lo que deseamos sin usar las palabras es un buen desafío para palpar la tensión sexual o grados de atracción y confirmar emociones”, detalla el especialista.

Otra sugerencia para este “mapeo” es valernos de algún accesorio como plumas, telas o sex toys para trazar la silueta de nuestro acompañante con roces mínimos. Los masajes con velas y aceites calientes o cremas aromáticas resultan igual de eficientes en esta etapa de preparación.

“Las parejas más arriesgadas pueden sumar alguna consigna de privación sensorial, sea taparse los ojos o los oídos para potenciar el resto de los sentidos”, detalla.

La segunda sugerencia es dejar de pensar en la penetración, la eyaculación o el orgasmo como una meta fundamental.

“En la mayoría de los casos solo aumenta la angustia o el estrés porque, en lugar de ser protagonistas activos, somos una especie de un espectador que piensa siempre en el futuro. O bien seguimos los mismos pasos de siempre y los movimientos se vuelven monótonos y compulsivos”, aclara Sepúlveda.

Al cambiar este foco, es igual de necesario desgenitalizar el sexo e intentar excitarnos con caricias o roces en otras zonas (como las orejas, el cuello, los pies, el estómago, etcétera).

Números idas y vueltas. Hay algunos estudios internacionales (bastante objetables) que intentaron responder a la pregunta de “¿cuanto dura tener sexo?”.

En 2005, una investigación hecha a 500 parejas y publicada en la revista “Journal of Sexual Medicine” (de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual) determinó que el promedio -en vínculos heterosexuales- es de 5,4 minutos, sin contar las preliminares.

En cambio, otros registros alargan la franja (desde la penetración a la eyaculación) a siete, nueve o hasta 15 minutos entre los amantes europeos.

“Pensar en promedios buenos o malos es una versión reduccionista y nociva, pero sí es cierto que la duración del coito varía entre Oriente y Occidente, así como entre hombres y mujeres (al necesitar ellas mayor estimulación previa para lubricar e irrigar sangre a sus órganos). Además, el timing es diferente según la edad y la capacidad de liberación que nos permitimos”, especifica el sexólogo.

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