Crearon su propio estudio de grabación para freestyle

Crearon su propio estudio de grabación para freestyle

Nacho y Joaquín son dos tucumanos raperos que a todo pulmón lograron tener su estudio de grabación. Hoy graban sus canciones y las de otros. Qué sueñan a futuro. ¿Es momento de cortar con los prejuicios respecto de la música under?

FAMILIA.  Nacho, Rodrigo y Joaquín se diferencian de las demás culturas. “No somos un crew, somos una familia”, aclaran. la gaceta / fotos de inés quinteros orio FAMILIA. Nacho, Rodrigo y Joaquín se diferencian de las demás culturas. “No somos un crew, somos una familia”, aclaran. la gaceta / fotos de inés quinteros orio

Hace pocas semanas el trapero L-Gante comentó que con una computadora que compró del programa Conectar Igualdad y un micrófono de 1.000 pesos grabó su primer hit, que hoy ostenta 200 millones de views en Youtube. Demostró así, que ese sueño de “pegarla”, que tienen millones de jóvenes, es lograble.

Lo importante, parece ser, es apostar a un sueño. Y eso es lo que se hace en las profundidades del barrio Ejército Argentino. De chicos crecieron con el rap, lo llevan en la sangre y, desde hace años, a Nacho y Joaquín les gusta la producción musical, escribir letras y, por supuesto, recitarlas; de adolescentes soñaban con poder llevar sus canciones a un estudio, pero los costos eran altísimos. Sin querer, crearon un espacio propio, “Real Music” (@realmusic.hiphop en Instagram) y hoy graban artistas de toda la provincia y todos los géneros.

“Nosotros empezamos en 2012, porque nos gustaba hacer canciones, pero no teníamos los medios económicos para ir a un estudio. De a poco, Joaquín compró una interfaz; yo, el micrófono y fuimos armando esto. Más tarde, y al ver lo caro que era para otros artistas producir sus temas, y habiendo tantos artistas como nosotros, decidimos empezar a grabar para otras personas, cobrando lo mínimo”, narra Nacho, de 23 años. “Para nosotros esto de tener dónde grabar es el sueño del pibe. Es hermoso levantarte y decir ‘bueno, me voy a grabar’”, resume Joaquín, de 20.

“Soy uno de los que veía que era muy cara la producción. Cuando ellos me abrieron la puerta, me gustó, de hecho nos hicimos amigos. Gracias a ellos saqué mi primer tema, y cuando les pregunté cuánto les debía, me dijeron que nada”, añade a la charla Rodrigo, de 20 años, más conocido como Zorro Mc, y que ahora también forma parte de la casa de grabación.

Entusiasmo

Los chicos hablan del proyecto y sus ojos se iluminan, la sonrisa pasa a ser de oreja a oreja y su porte se vuelve más serio. Esto es, para ellos, un sueño imposible, hoy logrado. Con mucho esfuerzo, consiguieron un espacio propio para su arte.

A pesar de que admiten que es normal ser tildados de vagos, drogadictos o ignorantes por su género musical, ellos cuentan sin reservas su día a día, trabajando mientras moldean su sueño. “El otro día le digo a Nacho: ¿te imaginás decir ‘hola, vengo a trabajar’ y entrar al estudio a hacer todo el día música? ¡Es un sueño! Pero es algo lento”, cuenta Joaquín.

Por supuesto que de ignorantes no tienen nada. Hablan de música de otros géneros con la misma soltura que para referirse al rap. Nombran artistas de lo más variado, desde el rapero Cancerbero a ABBA sin escala.

Sus letras, entre tanto, cargan realidad a más no poder y la producción no tiene nada que envidiarles a las grandes empresas. Como ya vemos, el talento le gana a cualquiera. “De hace un par de años ando buscándome lo mío / mi vieja relajada que hago música y no lío / ¿cómo no pensar que seguro me hago rico? / si en un tema digo más de lo que vo’ deci’ en un disco”, refleja una de las canciones compuestas por Nacho, que muestran al equipo de LA GACETA en el estudio.

Un semillero

Está pintado de rojo, lo adorna un gran espejo (Nacho trabaja en una vidriera) ploteado con el nombre del lugar, y de adorno hay discos de vinilo de artistas como Roberto Carlos. No les hace falta más para soñar en grande. ¿Quién sabe? Quizá en el estudio montado en casa de Nacho surja el próximo Bad Bunny. O mejor, quizá por ese estudio ya pasó el próximo tucumano que triunfará en el arte.

Lo cierto es que los chicos dedican todo su tiempo libre a este espacio. “El otro día llegué de trabajar, cansadísimo, y me fui a comprar yeso para seguir arreglando unas paredes”, ejemplifica Joaquín.

“A veces Joaquín viene bajoneado (desde hace un tiempo este dejó su casa y ahora vive con Nacho), y yo le digo ‘vení, parate un rato. Mirá lo que logramos... Antes teníamos un escritorio roto, un monitor viejo, y ahora todo esto”, relata Nacho. Y miran a su alrededor y todavía se asombran. Al ser consultados sobre si son conscientes de cuánto pueden ayudar a otros, admiten no poder creerlo.

Cambiar la mirada

Llenos de ilusiones, sueñan con dedicarse a la música por siempre. “Lo importante es rodearnos de gente con las mismas intenciones de crecer. Si no los tuviera a los chicos, no estaría acá. La única manera de progresar es trabajando -remarca Joaquín-; estaría bueno que el público también nos escuche y analice nuestras letras como algo más, como historias de verdad”.

“Para un rapero, el micrófono y los auriculares son el mejor desahogo, siempre acompañado por una buena pista”, resume Zorro Mc. “En este género somos una gran familia. Si yo estoy bajón, ellos van a hacer lo posible por levantarme, y dejando de lado la música. Se cree que en el rap sólo se habla de droga y no es así”, añade.

“Así como hay quienes se drogan, hay muchos otros que gracias a la música lo han dejado de hacer. Si yo tiro una letra sobre que la droga está mal, quizá a alguien le llega y la deja. Eso me incentiva a seguir”, reflexiona Nacho.

¿Por qué hablamos de cambiar la mirada? Porque los chicos reconocen que hay cierto preconcepto sobre su cultura. Y realmente, son personas como cualquiera, con defectos y virtudes... La diferencia es que sueñan, se animan, escriben sobre su realidad y esperan, algún día, llegar a ser como sus ídolos. “Estoy muy enfocado en esto, es mi alivio, aquí me siento bien. Salgo de trabajar de 10 a 22 y, llego acá, y me cambia todo -relata Nacho-; si yo empecé a hacer rap es porque encontré una forma de desahogo, una forma de escribir lo que al hablar no puedo expresar”

“El rap es nuestro deporte”, resumen a modo de conclusión. El rap es su deporte. el que ejercitan día a día, con la música propia y con la de otros. Y no hay dudas que tanto ejercicio traerá sus resultados. Sólo hay que esperar, y seguir soñando.

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