Tras una década de vigencia de las PASO: ¿Cómo les fue al peronismo y al macrismo en Tucumán?

Tras una década de vigencia de las PASO: ¿Cómo les fue al peronismo y al macrismo en Tucumán?

El oficialismo tiene la obligación de no bajar el piso histórico de votantes y evitar la sangría de sufragios. La oposición, romper el techo de 2017.

ELECCIONES. Capitanich se mostró a favor de las PASO y las consideró una herramienta que puede ayudar al oficialismo. LA GACETA / FOTO DE ARCHIVO. ELECCIONES. Capitanich se mostró a favor de las PASO y las consideró una herramienta que puede ayudar al oficialismo. LA GACETA / FOTO DE ARCHIVO.

Más allá de la guerra intestina en la que están enfrascados el gobernador, Juan Manzur, y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, el oficialismo provincial en pleno tiene varios objetivos de cara a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), del 12 del mes que viene, y a las generales, del 14 de noviembre: no bajar de un piso histórico de sufragios y evitar la sangría de votos que ya sufrió entre la elección “clasificatoria” y la que vale “por los puntos”.

Respecto del primero de estos desafíos, la alerta se funda sobre las previsiones que había arrojado la semana pasada el tradicional encuestador del Frente de Todos, Hugo Haime. “Analizamos que habrá alrededor de un 40% de los votos para el oficialismo”, había dicho. Este porcentaje se ubica por debajo del mínimo obtenido por el peronismo en los últimos 10 años, lapso de vigencia de las PASO.

En efecto, en las generales de 2015, el Frente para la Victoria -tal su denominación por entonces- había obtenido 412.922 sufragios para la categoría Diputados: un 42,8% de los 964.383 votos válidos emitidos -para Senadores, había logrado 423.349 votos; un 43,9%-. Los válidos son los votos positivos -el elector sufraga por un partido o alianza en concreto- y los blancos.

Aquella se trató de la peor elección del oficialismo en la última década. Aquella cosecha de adhesiones había implicado la consecución de tres de las cinco bancas de la Cámara baja en disputa y las dos senadurías reservadas para la fuerza que obtenga la mayoría.

Ese golpe electoral resultó, incluso, más duro para el oficialismo, debido a la abrupta diferencia de los resultados de las PASO y de las generales. En aquellas primarias, el frente gobernante había recibido 473.686 votos para Diputados y 484.686 para Senadores; esto es, el 51,55% y el 52,7% de los votos válidos, respectivamente. Es decir, entre las PASO y las generales, el oficialismo perdió un promedio de un 8,75% en ambas categorías.

No fue el único derrumbe que padeció el peronismo entre las primarias y los comicios por las bancas propiamente dichos. En 2017, cuando se elegían solamente diputados, también la cantidad de sufragios y el porcentaje disminuyeron sensiblemente. En las PASO, el Frente Justicialista por Tucumán -nuevo nombre- había alcanzado los 494.609 sufragios, que significaron el 52,2% de los votos válidos. En las Generales, había logrado 460.198; es decir, el 46,6%. Una fuerte caída de un 5,6%.

En las antípodas de estas elecciones se ubican los comicios de 2011 -cuando debutaron las PASO- y de 2019. Ambos casos significaron los mejores desempeños electorales del oficialismo comarcano.

En las primarias de una década atrás, el entonces Frente para la Victoria había cosechado 452.548 votos, que representaban el 54,9% de los votos válidos emitidos en aquella elección. Para las generales se dio el lujo de crecer: sacó 462.231; el 56,6%.

En 2019, el ya denominado Frente de Todos superó el medio millón de adhesiones: logró 501.873, que significaban el 52,5%. Para los comicios generales, también creció, aunque en un número menor que el de 2011: lo votaron 540.446 ciudadanos; el 52,4%.

Entre las PASO y las generales de 2013 el Frente para la Victoria había crecido, pero se trató de unos guarismos prácticamente insignificantes, como lo reflejan ambos porcentajes: 391.001 (45,9%) frente a 417.729 (46,5%).

El piso de votantes del peronismo, durante la última década, alcanzó los 391.001, en las PASO de 2013, cuando había concurrido a votar el 80,41% de los ciudadanos habilitados para hacerlo. Esta participación electoral resultó la segunda más baja de las 10 que se dieron a partir de 2011 -entre primarias y generales- de menor participación de votantes.

En las PASO de 2019 -el menor porcentaje de votantes registrado en la última década, 77,61%-, el oficialismo logró su segunda mayor cosecha de adhesiones: 501.873 votos: su mejor cosecha se dio en las generales de ese año, con 540.446 sufragios, en una elección en la cual había participado el 82,84% del padrón -máxima concurrencia en la última década-.

En la otra vereda

Pero no sólo el oficialismo tiene objetivos por intentar cumplir en las PASO del 12 del mes que viene y en los comicios del 14 de noviembre. El principal desafío de Juntos por el Cambio tiene que ver con romper el techo de 319.615 votos, obtenidos en las elecciones generales de 2017, cuando en el ámbito nacional Cambiemos prácticamente había duplicado al kirchnerismo.

Aquella significó la mejor actuación -en cuanto a cantidad de votos, no así en cuanto a puntos porcentuales, como se verá renglones abajo- de la oposición tradicional en una elección desde la vigencia de las PASO. Pero tal cosecha de sufragios correspondió a un 32,4% de los votos válidamente emitidos; un porcentaje muy lejano incluso que el peor del peronismo: el 42,8% para Diputados, de 2015.

Para quebrar este techo, Juntos por el Cambio debe recuperarse del revés sufrido en 2019 -cuando la caída en desgracia del macrismo arrastró a sus referentes locales- y superar un comportamiento electoral errático, principalmente en cuando a resultados de las elecciones generales.

En efecto, en los comicios que dirimían las bancas en 2011, la Unión Cívica Radical había conseguido 124.731 adhesiones; un 16,9% de los votos válidos emitidos. Dos años después, ya constituida la alianza Acuerdo Cívico y Social, habían logrado 308.612 sufragios; un crecimiento de casi el 150% respecto de la anterior votación, y un 34,4% de los votos válidos de 2013.

Sin embargo, en 2015, aun con el envión que podría haber generado Mauricio Macri -perdió en las generales, pero se impuso en el balotaje-, Cambiemos perdió 40.000 votantes, en comparación con la anterior elección general: había obtenido 268.297 votos, un 27,8%. En 2017 no sólo los recuperó, sino que consiguió 10.000 más: había sacado 319.615 sufragios, un 32,4%. Dos años después retrocedió nuevamente, aunque no de manera significativa: en las últimas elecciones generales, en 2019, Juntos por el Cambio recibió 315.592 votos, un 30,6%.

Paradójicamente, el desempeño electoral de Juntos por el Cambio en las PASO resulta menos “histérico”: desde 2011 venía manteniendo un crecimiento sostenido, que recién se interrumpe en 2019: 139.112 (en las PASO de 2011), 230.569 (en 2013), 268.297 (en 2015), 294.414 (en 2017) y 226.927 (en 2019).

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios