03 Agosto 2021
Respecto de la salud mental, LA GACETA publicó recientemente dos notas muy importantes, ambas vinculadas a sucesos de público conocimiento. Una, la referida al caso de Chano, el cantante que sufre este tipo de problema. La otra, el caso de la deportista estadounidense que sufrió un malestar en los juegos olímpicos de Tokio y renunció a su actuación. En la primera de las publicaciones, entre otras cosas, dice textualmente: “Existe una realidad: la mayoría de la población con padecimientos mentales no puede acceder a un tratamiento adecuado en lo preventivo, en lo asistencial y/o ante una crisis en la urgencia”. Esto, que se refiere a nuestra provincia, es penoso que suceda y a mí me consta la veracidad de lo dicho. Creo que la causa de ello, es el desinterés, el desconocimiento y la indiferencia al paciente, que acaba sufriendo la marginación que la ciencia le puede aportar para mejorar su calidad de vida. Yo soy paciente psiquiátrico desde hace 17 años, con dos diagnósticos distintos. Según el psicólogo por “ansiedad generalizada con ataques de pánico”; y según el psiquiatra, por “angustia generalizada con agorafobia”. En mi opinión, creo sufrir síntomas de los dos diagnósticos, ya que son muy parecidos. A estos los reconocí tras haberlos padecido desde que tengo memoria de las cosas, o sea, desde mi niñez, y recién a los 46 años recurrí a ser atendido, luego de haber sufrido horrores por este motivo. Hago público mi problema, con el afán de que la gente reaccione y acuda en busca de los profesionales necesarios para superar su sufrimiento y mejorar su calidad de vida. Y para que las autoridades gubernamentales, tomen conciencia de la gravedad que esto tiene. En mi peor momento, yo sentí haber bajado al infierno a causa de los malestares que me arremetían cada vez más seguido. Viví una vida llena de privaciones, tanto en mi niñez, como en mi adolescencia, mi juventud y mi edad adulta a raíz de esto. Recién, ahora, camino a la vejez (63), siento que a mi vida la vivo con la dignidad que merezco. Pero ya estoy cerca de cumplir las dos décadas de tratamiento, por tener una obra social y un facultativo muy humano, paciente y comprensivo que me atiende, suerte que mucha otra gente no tiene, pese a que esto no debería ser una cuestión de suerte.
Daniel E. Chavez
Pasaje Benjamín Paz 308
San Miguel de Tucumán
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