¿Cómo hablar sobre cuidado ambiental con los niños?

¿Cómo hablar sobre cuidado ambiental con los niños?

Propuestas para conseguir que nuestros hijos adquieran hábitos eco-friendly. Actividades y recursos multimedia para debatir o aprender.

ENTRETENIMIENTO. Las películas animadas sirven como detonante para enseñar sobre contaminación. ENTRETENIMIENTO. Las películas animadas sirven como detonante para enseñar sobre contaminación.

Aunque la duda sobre qué mundo les dejaremos a nuestros hijos en el futuro es un punto de reflexión constante, el presente también importa. Por esta razón, urge que las acciones de cuidado de la naturaleza se planteen en familia.

“La infancia es una etapa clave para que los chicos (gracias a su permeabilidad) establezcan un vínculo equilibrado con la Tierra. Además, cada vez son más las familias que optan por la eco-crianza, por lo que desde una edad temprana los pequeños desarrollan una conciencia diferente sobre los recursos y el consumo de productos”, comenta la psicóloga infantil Flavia Carmona.

Para lograr el cambio de actitud hacia un mundo verde no es necesario que seamos biólogos expertos ni documentalistas de National Geographic.

“Al comienzo, basta con insistir en algunos recordatorios. Por ejemplo, con el pedido de desenchufar la consola de videojuegos, apagar la computadora o cerrar la canilla mientras lavan sus dientes”, detalla.

Lo importante es fomentar el aprendizaje activo sin que la regla de las tres R (reducir, reciclar y reutilizar) suene a obligación. Una buena estrategia es combinar la información y las explicaciones rígidas (con datos sobre el daño que sufre el planeta, sus causas y consecuencias) con actividades lúdicas.

“Eso vuelve las medidas más fáciles de reproducir y aumenta la predisposición de los niños gracias a la sensación de recompensa que sienten tras completar los desafíos. Por nombrar algunas tareas: podemos rellenar juntos ecoladrillos mientras hablamos del exceso de basura en las urbes o crear manualidades y muñecos con materiales reciclados al tiempo que les explicamos sobre la reutilización de desechos”, acota la pedagoga Analía González.

Entre compañeros

Puede ocurrir que los pilares de una vida sostenible sean válidos en casa, pero luego se desmoronen cuando ellos asisten a la escuela u otro hogar. ¿Por qué ocurre?

Según Carmona, es común que los pequeños comparen, midan y moldeen sus acciones acorde a las de sus compañeros o amigos.

“En instancias así, nuestros hijos pueden perder la confianza o sentirse incomprendidos ante la mirada de sus pares.

La solución es darles las suficientes explicaciones y argumentos para compartir sus puntos de vista con emoción y sin vacilar”, asegura la especialista.

“Además, es importante que los padres seamos un referente. Hasta los 10 años, los chicos se valen de muchas experiencias ajenas para interpretar el mundo”, advierte González.

“Acá es cuando debemos remarcar las buenas conductas ecológicas, dado que van a chocarse con un contraste entre la separación de basura que hacemos en casa y la gente que tira bolsas en la vía pública. O nuestra insistencia por el ahorro energético versus la madre de su mejor amigo y la TV prendida a diario”, agrega la especialista.

Manos a la tierra

Vivir aventuras y aprender curiosidades es el combo perfecto para nutrir la mente de las nuevas generaciones. Y acá es donde entra la recomendación de llevarlos de paseo.

En Tucumán hay bastantes espacios sustentables que incluyen charlas infantiles, como las reservas, parques provinciales, granjas, plantaciones de frutas, emprendimientos apícolas o las ferias agroecológicas.

“El extra de visitar sitios afines es que la conexión de los chicos con la naturaleza es directa y los habilita a preguntar sobre lo que ven. Además, quitamos el foco de lo negativo (efecto invernadero, desmontes, etcétera) para contemplar la riqueza y belleza de la biodiversidad”, asegura Carmona. Puertas adentro, esta conexión es posible en el patio.

“El mantenimiento de las plantas y las trivias para memorizar sus nombres es un recurso fabuloso. Sino, tenemos la opción de asignarles la tutela del riego de una maceta determinada”, agrega la terapeuta.

Un poco de cine

Las películas y clips animados también se prestan para instaurar el debate.

Entre las recomendaciones para una noche de pochoclos tenemos:

- “La princesa Mononoke”. Referencia: el espíritu de la naturaleza y su fortaleza.

- “Buscando a Nemo”. Referencia: el daño del mascotismo.

- “Vecinos invasores”. Referencia: la urbanización y destrucción del hábitat de los animales silvestres.

- “Lórax: en busca de la trúfula perdida”. Referencia: la tala de árboles.

-“Minúsculos. El valle de las hormigas perdidas”. Referencia: el recorrido de la basura y los espacios verdes.

- “Bikes”. Referencia: la contaminación vehicular y los medios de transporte sostenibles.

Papel reciclado: una manualidad fácil para probar en casa

Necesitamos: agua, diarios viejos, papeles escritos, una batidora, una palangana o cualquier recipiente bajo y de boca ancha, una placa para horno y un metro de tela de algodón.

Paso a paso:
1. Cortar todos los papeles en trozos pequeños.
2. Llenar la palangana de agua tibia y sumergir dentro los papeles. Hay que dejarlos en remojo durante una hora y luego escurrirlos.
3. En una licuadora, mixar los papeles húmedos con dos tazas de agua hasta obtener una pasta. En el caso de resultar demasiado densa, agregar más líquido.
4. Traspasar a la placa para horno y, con ayuda de una espátula, aplanar el engrudo. Para obtener la forma de un réctángulo basta con usar nuestras manos.
5. Cubrir el preparado con la tela y dejar secarlo durante cuatro días.

Tip: para crear papales de colores podemos sumar al agua tintes vegetales.

Separar la basura: identificá los residuos con este juego

Necesitamos: cuatro afiches de colores (en azul, verde, amarillo y gris), cuatro cajas medianas, cuatro bolsas de basura, dos cartulinas blancas, lápices para pintar, tijera y un compás.

Paso a paso:
1. Forrar cada caja con una tonalidad diferente de afiche.
2. Armar con una cartulina blanca letreros para identificar las cajas. La azul deberá decir “papel y cartón”, la verde “vidrios”, la amarilla “botellas o plásticos” y la gris “residuos orgánicos”.
3. Colocar dentro las bolsas de basura para que estén listas para usar.
4. Sobre la otra lámina blanca, marcar con el compás 25 círculos pequeños (del tamaño de una moneda). Recortarlos y decorarlos como si fueran fichas.
Objetivo: la consigna es que el niño nos ayude dos días a la semana a separar la basura. A modo de premio por sus aciertos recibirá las fichas y cuando ya no quede ninguna por entregar estas pueden ser cambiadas por una recompensa.

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